La memoria cambiante de la Revoluci¨®n de 1917
La ambig¨¹edad de la ¨¦lite pol¨ªtica sobre la Revoluci¨®n y su incapacidad de formular una visi¨®n del futuro no permiten una reconciliaci¨®n nacional
En la Uni¨®n Sovi¨¦tica cada d¨¦cimo aniversario de la Revoluci¨®n de 1917 se conjugaba con una gran meta. Tras el primer decenio se aprob¨® un plan quinquenal, que permiti¨® realizar la modernizaci¨®n industrial pr¨¢cticamente de un salto. En 1937, se organiz¨® una purga masiva y se procedi¨® a liquidar los ¡°elementos¡± que alteraban la homogeneidad pol¨ªtica y social, es decir, los obst¨¢culos para formar una sociedad ¡°correcta¡±. Otros aniversarios se asociaron a avances en el cosmos, proyectos de reforma econ¨®mica radical, la creaci¨®n de un Estado popular y la formaci¨®n del ¡°pueblo sovi¨¦tico¡±. En la Perestroika, el 70 aniversario se asoci¨® a la renovaci¨®n del socialismo.
Pero los l¨ªderes de la nueva Rusia abandonaron la memoria de la revoluci¨®n, tras sufrir ellos mismos la oleada revolucionaria entre 1991 y 1993 y vencer en los comicios presidenciales de 1996 con dinero de los oligarcas. A partir de 2005, Rusia festeja el 4 de noviembre, ¡°el d¨ªa de la unidad popular¡±, en sustituci¨®n del 7 de noviembre, la fiesta de la revoluci¨®n. El ¨²nico punto de apoyo espiritual com¨²n intergeneracional ha pasado a ser el 9 de mayo, d¨ªa en el que Rusia conmemora la victoria en la Segunda Guerra Mundial. Esa fecha ha pasado a ser el nuevo 7 de noviembre.
El espacio de la memoria abandonado por los pol¨ªticos abri¨® nuevas oportunidades para estudiar con calma la Revoluci¨®n de 1917. Los medios acad¨¦micos la examinan en el contexto de otras grandes revoluciones, como la francesa (1789-1799) o la china (1925-1949). Los viejos dogmas de la doctrina oficial estalinista sobre el partido de los bolcheviques son reemplazados por el estudio de las causas de la desintegraci¨®n de la sociedad rusa o el papel de los militares. Octubre es la consecuencia directa de febrero y la crisis del absolutismo no est¨¢ relacionada con el problema del zar, sino con el sistema de gobierno existente. La fase de octubre de la Revoluci¨®n de 1917 fue un nuevo tipo de explosi¨®n social.
Junto a enfoques ponderados, se enfrentan dos puntos de vista opuestos. Seg¨²n el primero, Rusia se desarrollaba con ¨¦xito, pero la conspiraci¨®n de las ¨¦lites liberales trunc¨® aquel progreso. A tenor del segundo, las ¨¦lites desempe?aron un papel secundario y aprovecharon el estallido espont¨¢neo de las masas.
?C¨®mo recrear todas las facetas de la historia de la Revoluci¨®n de 1917 y conservar su aut¨¦ntica memoria? La Asociaci¨®n de Investigadores de la sociedad rusa (AIRO XXI), fundada hace 25 a?os, busca la respuesta a trav¨¦s del prisma de la public history (historia aplicada) y lleva a cabo un proyecto de observaci¨®n para mostrar c¨®mo los acontecimientos de hace un siglo configuran paulatinamente el punto de mira que permite explicar la actualidad y pronosticar los escenarios m¨¢s probables del futuro. Por primera vez en un proyecto como este, colaboran un amplio equipo internacional y sus integrantes ¡ªhistoriadores de EE UU, Am¨¦rica?Latina, Europa y Asia¡ª?observan c¨®mo la ocasi¨®n brindada por el centenario se emplea en sus pa¨ªses para explicar e interpretar lo que pasa hoy en Rusia.
Constatamos tendencias curiosas. Las autoridades oficiales pr¨¢cticamente se inhiben del centenario, aunque el presidente de Rusia formul¨® la ideolog¨ªa oficial del aniversario, a saber: la reconciliaci¨®n nacional de los involucrados en un conflicto civil con lemas y valores excluyentes.
Al principio Vlad¨ªmir Putin habl¨® por separado de las revoluciones de febrero y de Octubre de 1917, pero ahora se refiere ya a ¡°la revoluci¨®n de 1917 en Rusia¡±. Esta f¨®rmula nueva permite solucionar problemas delicados, pues tanto los sucesos de febrero como los de octubre de 1917 cuentan con simpatizantes y cr¨ªticos irreconciliables. La uni¨®n del derrocamiento de la autocracia con la toma del poder de los bolcheviques en un ¨²nico proceso revolucionario debe allanar aparentemente el camino de su reconciliaci¨®n. La posici¨®n del Kremlin puede interpretarse como una directriz con tres hipot¨¦ticos puntos de vista alternativos: el ¡°mon¨¢rquico¡±, el ¡°liberal¡± y el ¡°rojo¡±.
Pero la propuesta de reconciliaci¨®n nacional no ha progresado porque la Revoluci¨®n de 1917 sigue siendo percibida desde un estricto esp¨ªritu de partido. Los pol¨ªticos de Rusia Unida (el partido gobernante) tienen una actitud negativa hacia la revoluci¨®n, que presentan como una conspiraci¨®n (liberales, masones, revolucionarios, alemanes, aliados, bolcheviques o marxistas en general) o como una suma de casualidades. Para el Partido Comunista, en cambio, la revoluci¨®n fue positiva e inici¨® una nueva era.
Definirse sobre la revoluci¨®n significa avanzar hacia el Estado de derecho, adquirir una identidad postsovi¨¦tica y tejer una continuidad en relaci¨®n con el Imperio ruso, la herencia sovi¨¦tica y la larvada rehabilitaci¨®n de Stalin. La ambig¨¹edad de la ¨¦lite pol¨ªtica es el efecto secundario de su incapacidad de formular una visi¨®n de futuro inspiradora. ?Cu¨¢l es el ideal social de Rusia hoy? ?Hacia d¨®nde va el pa¨ªs? Estas preguntas se agudizan porque una fecha tan significativa como el centenario exige una respuesta sobre el futuro y porque en marzo de 2018 se elige al jefe del Estado.
AIRO XXI constata que tanto los medios cient¨ªficos como la sociedad distinguen entre actores (los pol¨ªticos) y dirigentes (l¨ªderes) de la Revoluci¨®n. En el primer grupo figuran representantes de corrientes liberales y tambi¨¦n socialistas moderados. En el segundo, ¡°izquierdistas¡± (bolcheviques, anarquistas, miembros del partido Social-Revolucionario). Categor¨ªa aparte son los ¡°antih¨¦roes¡± de la ¨¦poca: las ¡°fuerzas ocultas¡±, el emperador y sus allegados y los ¨²ltimos actores de la ¨¦poca absolutista. El inter¨¦s por el espectro de derechas, por los Rom¨¢nov y por el espectro liberal ha disminuido. Los analistas prefieren pasar enseguida a la disecci¨®n de ejemplos m¨¢s brillantes de l¨ªderes revolucionarios, como Trotski y Lenin, e ignorar las figuras del Gobierno provisional. Algunos pol¨ªticos en la Administraci¨®n tienden a trasladar de forma directa y acr¨ªtica los desordenes sociales y la desestabilizaci¨®n de 1917 a la realidad actual, en la que ven amenazas de p¨¦rdida de control y de radicalizaci¨®n.
El papel de la Iglesia
Adem¨¢s, est¨¢ la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR), un sujeto pol¨ªtico inusual que ni sigue a las autoridades, empe?adas en unir las dos revoluciones de 1917 en un proceso ¨²nico, ni a la sociedad, m¨¢s interesada por la revoluci¨®n de octubre que por la de febrero. Para la IOR, el fin de la autocracia es el acontecimiento central con el que se inician ulteriores peripecias de nuestra historia y la revoluci¨®n de octubre tiene un papel secundario. La IOR va en contra de la l¨ªnea de reconciliaci¨®n nacional y menciona abiertamente a los culpables de la cat¨¢strofe revolucionaria, insinuando que esos culpables pueden de nuevo precipitar al pa¨ªs en el caos. El patriarca Kiril acus¨® a los intelectuales de hace 100 a?os de haber provocado una ¡°carnicer¨ªa¡± y de cometer ¡°terribles cr¨ªmenes contra la fe, contra Dios, contra su pueblo y contra su pa¨ªs¡±.
Los debates, de grado o por fuerza, plantean temas clave, tales como cu¨¢l fue la aportaci¨®n de la revoluci¨®n a Rusia y al mundo y el precio de ese gran experimento social. Es inevitable comparar el proyecto sovi¨¦tico, que muchos pol¨ªticos consideran un error de sus padres y abuelos, con el proyecto postsovi¨¦tico, cuyos ¨¦xitos no son evidentes a¨²n en lo que se refiere a la transici¨®n del pa¨ªs a una nueva civilizaci¨®n, algo que la Rusia de 1917 tambi¨¦n pretend¨ªa.?
Guennadi Bordiugov,historiador, es presidente de la Asociaci¨®n de investigadores de la sociedad rusa (AIRO-XXI).
Traducci¨®n de Pilar Bonet.
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