Una tumba sin respuestas en el abismo del oc¨¦ano
Los familiares temen que nunca recuperar¨¢n los cuerpos ni sabr¨¢n qu¨¦ pas¨® en el submarino argentino siniestrado
Casi todo el mundo ten¨ªa prisa en ese submarino por llegar a Mar del Plata. Pero algunos m¨¢s que otros. Fernando Santilli, que se embarcaba por primera vez en el ARA San Juan, se hab¨ªa perdido el primer cumplea?os de su hijo, Stefano, y quer¨ªa recuperar ese momento cuanto antes. Eso le hab¨ªa contado desde Ushuaia a Jessica, su mujer, la ¨²ltima vez que hablaron. Pedro Mart¨ªn Fern¨¢ndez, el capit¨¢n, le hab¨ªa prometido a su madre, Emma Nelly, que ser¨ªa su ¨²ltimo viaje. Despu¨¦s de esto se quedaba en tierra, le jur¨®. Cada uno ten¨ªa sus motivos. Casi todos los 44 tripulantes ten¨ªan hijos esper¨¢ndoles en la base a la que se dirig¨ªan cuando algo sali¨® muy mal.
No les quedaba tanto para llegar. Ya llevaban dos d¨ªas navegando de regreso desde Ushuaia, la ciudad m¨¢s austral del planeta. El mar estaba embravecido. Y algo empez¨® a fallar. El buque se comunic¨® con la base de Mar del Plata por ¨²ltima vez a las 7.30 de la ma?ana del mi¨¦rcoles 15 y transmiti¨® que ten¨ªa un ¡°principio de aver¨ªa¡± en el sistema de bater¨ªas. Les ordenaron seguir camino de la base. Y ah¨ª se perdi¨® toda comunicaci¨®n.
Desde ese d¨ªa, Argentina vivi¨® una semana de angustia. Todo el pa¨ªs, en especial los familiares de esos 44 tripulantes, estaba convencido de que si los encontraban podr¨ªan salvarse. Algunos de ellos estaban tan seguros que se animaban a acudir a la televisi¨®n para imaginar lo que estar¨ªa pasando en ese momento en el submarino. Lo hizo Jorge Bergallo, excomandante del ARA San Juan, que tiene a su hijo Jorge Ignacio en el buque. ¡°Conociendo al comandante y a su segundo, mi hijo, s¨¦ que son dos personas serenas, racionales para tomar las decisiones, seguro que tuvieron siempre en mente la seguridad de sus tripulantes. A lo mejor decidieron no salir a superficie hasta que no se calmara el viento porque era lo mejor para la gente. O pueden estar asentados en el fondo esperando que los vayan a sacar¡±, aseguraba el militar con un enorme aplomo. ¡°Los adiestramientos son duros, las emergencias son practicadas mil veces. Mi hijo es un gran tipo y as¨ª se lo voy a volver a decir¡±, se animaba.
Era una convicci¨®n muy instalada entre los 200 familiares concentrados en la base de Mar del Plata para apoyarse unos a otros, para tranquilizarse. Pero a todos ellos les faltaba una informaci¨®n clave, que lleg¨® el jueves 23, ocho d¨ªas despu¨¦s del ¨²ltimo contacto: diversos sensores colocados a miles de kil¨®metros hab¨ªan detectado una explosi¨®n en la zona donde se perdi¨® el submarino a las 10.31 del mi¨¦rcoles 15, solo tres horas despu¨¦s de esa ¨²ltima comunicaci¨®n en la que se daba cuenta del fallo en las bater¨ªas. De repente, todo cerraba. No hab¨ªa ninguna esperanza. Llevaban una semana con ilusiones falsas. Jessica Gopar, la mujer de Santilli, le hab¨ªa escrito cada d¨ªa en Facebook cont¨¢ndole las novedades, confiando en que ¨¦l estar¨ªa encerrado en el submarino, esperando un rescate. ¡°Hola Fernando. No s¨¦ qu¨¦ estar¨¢ pasando en tu calma o en tu desesperaci¨®n. Ac¨¢ cada d¨ªa se hace m¨¢s duro. Hay momentos de esperanza y otros de mucha congoja. Hay mucha gente orando, rezando por ustedes, no se imaginan cu¨¢nto. Stefano aprendi¨® a decir pap¨¢. ¡°Dale ll¨¢malo hijo as¨ª viene¡±, escribi¨® en uno de esos d¨ªas de angustia.
Mientras las v¨ªctimas se hund¨ªan, dos personas agradec¨ªan su inmensa suerte. Son los dos tripulantes que se bajaron del ARA San Juan en Ushuaia, en el ¨²ltimo momento. Uno, Adri¨¢n Rothlisberger, lo ten¨ªa previsto, le tocaba un ejercicio en Per¨². Otro, Ren¨¦ Humberto Vilte, lo pidi¨® en el ¨²ltimo momento para atender a su madre enferma. Son los ¨²nicos que se libraron de acabar en el abismo.
Muchos familiares no soportaron la idea de que estuvieran muertos desde el primer momento mientras ellos se aferraban cada d¨ªa a la esperanza de la b¨²squeda. Hasta entonces todo era apoyo a los militares que buscaban a sus maridos, hijos, hermanos. Pero la certeza de la muerte lo cambi¨® todo. ¡°?Nos mintieron!¡±, gritaban desgarrados a las puertas de la base de Mar del Plata. ¡°Mandaron una mierda a navegar. Ya tuvieron un inconveniente en 2014 y no pudieron emerger. Son unos desgraciados perversos que nos tuvieron ac¨¢ una semana. ?Por qu¨¦ no lo dijeron antes?¡±, explot¨® Itat¨ª Leguizam¨®n, esposa de Germ¨¢n Su¨¢rez, otro marino atrapado en el ARA San Juan.
Es muy posible que jam¨¢s se encuentre el casco. Los militares reconocen que la tecnolog¨ªa solo permite rescatarlo a un m¨¢ximo de 600 metros, si es que lo localizan. Y podr¨ªa estar incluso a 3.000, porque explot¨® justo al borde de un abismo marino y no se sabe para qu¨¦ lado cay¨®. Pero adem¨¢s del drama humano, la tragedia es ya una crisis pol¨ªtica. Los argentinos se preguntan si el submarino, de 1985, estaba en condiciones de navegar. Mauricio Macri, el presidente, ha prometido una investigaci¨®n a fondo para aclarar por qu¨¦ explot¨®.
Falta de inversi¨®n
Los familiares insisten en que era una chatarra, pero la Armada lo niega. Jorge Zavalla es uno de los hombres que m¨¢s sabe de ese buque porque se fue a vivir a Alemania mientras se constru¨ªa, entre 1982 y 1985, y fue su primer comandante durante un a?o y medio. Para ¨¦l, el barco estaba bien, la edad no era un problema. ¡°Los submarinos se reparan, se actualizan. Este tuvo su reparaci¨®n grande de media vida y volvi¨® a la mar hace dos a?os, estaba operando perfectamente¡±, se defiende.
Si Zavalla fue el primero en dirigir el submarino, Horacio Jaunarena tuvo mucho que ver con su llegada a Argentina. Era secretario de Defensa en 1985, despu¨¦s, ministro hasta tres veces. ¡°Fue tra¨ªdo en el 85 nuevo desde Alemania. Se compraron seis submarinos. Dos se armaban en Alemania, el San Juan y el Santa Cruz, y cuatro se iban a armar en Argentina. Pero nunca se llegaron a terminar¡±, recuerda. Jaunarena dice que no se puede relacionar el bajo presupuesto militar con el accidente, pero s¨ª cree, como se?alan muchos en Argentina, que las Fuerzas Armadas est¨¢n abandonadas. ¡°La edad promedio de los buques es de 30 a?os o m¨¢s, muchos tienen elementos que no pueden ser ya mantenidos por falta de repuestos. Argentina invierte el 0,8% del PIB en Defensa, cuando lo razonable es el 1,5%, y de eso el 85% se va en salarios¡±.
Tras una terrible dictadura militar y una desastrosa guerra de Las Malvinas, nadie quiere gastar en Defensa en un pa¨ªs en crisis y con otras prioridades. Pero despu¨¦s de esta tragedia los argentinos tendr¨¢n que replantearse con qu¨¦ buques mandan a sus miliares al mar. Las familias de los 44, mientras, solo pueden confiar en que alguna vez aparezca el casco. Pero hasta eso dudan. Y eso es lo que m¨¢s tortura a la esposa de Santilli: ¡°No volvieron y no van a volver nunca m¨¢s y no s¨¦ si van a volver sus cuerpos, que es lo que m¨¢s me duele, porque no tendr¨¦ a donde llevarle una flor¡±.
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