Criptomoneda, criptopol¨ªtica
Maduro y su contagiosa opacidad
Maduro anunci¨® la creaci¨®n del Petro, criptomoneda con la cual espera ¡°avanzar en materia de soberan¨ªa monetaria, hacer transacciones financieras y vencer el bloqueo financiero¡±. El Petro estar¨¢ respaldado por las reservas de crudo, oro y diamantes, agreg¨®. Con ello se busca eludir las sanciones internacionales y acceder a fuentes de cr¨¦dito alternativas.
La criptomonedas son monedas virtuales y privadas que funcionan sin intermediaci¨®n. Las transacciones se realizan directamente entre el comprador y el vendedor, y el valor de la moneda se determina por la oferta y la demanda, sin respaldo ni regulaci¨®n de autoridad monetaria alguna, es decir, sin Banco Central. Su cotizaci¨®n, entonces, depende de su credibilidad, funcionando como medio de pago e instrumento de inversi¨®n al mismo tiempo.
Asombra por cierto la s¨²bita conversi¨®n del chavismo al dogma econ¨®mico liberal. Hayek, por ejemplo, estar¨ªa muy a favor de las criptomonedas. En The Denationalization of Money, de 1976, aboga por un mercado de dineros privados basado en la competencia de las diferentes denominaciones. La demanda converger¨ªa sobre el dinero de reputaci¨®n m¨¢s robusta, contin¨²a el argumento, lo cual redundar¨ªa en estabilidad de precios.
Es improbable que la criptomoneda tenga ¨¦xito. No obstante, es una buena met¨¢fora.?Es por cierto una alegor¨ªa de la pol¨ªtica, de un r¨¦gimen que cultiva la opacidad.
Bastante cerca del Bitcoin y similares, Hayek escribi¨® sobre la privatizaci¨®n del dinero como respuesta a la inflaci¨®n¡ª?de dos d¨ªgitos!¡ªque acosaba a Gran Breta?a en aquellos a?os. Sin embargo, dif¨ªcilmente optar¨ªa hoy por el Petro. Ocurre que credibilidad y reputaci¨®n no es precisamente lo que Maduro tiene para ofrecer.
A saber, la inflaci¨®n no es de dos d¨ªgitos sino de cuatro. La base monetaria crece por encima del 1.000% anual. PDVSA se halla en default selectivo, habiendo incumplido el pago de dos cupones de sendos bonos por 183 millones de d¨®lares este ¨²ltimo viernes. Toda transacci¨®n en Petros equivaldr¨ªa entonces a prestarle a un gobierno que ya destruy¨® una moneda y sobreendeud¨® a un pa¨ªs.
En consecuencia, es improbable que el instrumento financiero en cuesti¨®n tenga ¨¦xito. No obstante, la criptomoneda es una buena met¨¢fora. Su nombre es por el uso de la criptograf¨ªa como mecanismo de seguridad de las transacciones, todas ellas digitales. Cripto, a su vez, proviene del vocablo griego ¡°kryptos¡±, que significa oculto, escondido, secreto. Es por cierto una alegor¨ªa de la pol¨ªtica, de un r¨¦gimen que cultiva la opacidad.
Por ejemplo, se observa un retardo de crecimiento en el 33% de la poblaci¨®n infantil, un da?o de por vida. La mortalidad materna creci¨® 10% entre 2006 y hasta 2016, pero aument¨® un fulminante 65% solo en 2016. Adem¨¢s, el 63% de los hospitales p¨²blicos no tienen agua potable, el 51% no dispone de camas para las operaciones y el 64% no tiene leche para los ni?os. Estos datos seg¨²n C¨¢ritas, instituci¨®n que declar¨® la emergencia sanitaria. El gobierno dice que es mentira.
Los enfermos protestan en las calles. No hay drogas para quimioterapia ni equipos para di¨¢lisis, por citar dos ejemplos. La alternativa a morir antes de tiempo en el pa¨ªs es ir a hacerlo en el exterior. En Venezuela se desaf¨ªan los patrones demogr¨¢ficos tradicionales: tambi¨¦n emigran los ancianos, no para construir un futuro sino en busca de atenci¨®n m¨¦dica. El gobierno sostiene, en contraste, que el pa¨ªs es un modelo de desarrollo social y humano. Practica la criptopol¨ªtica social.
Este domingo se vota en elecciones municipales. Es necesario recordar que doce alcaldes electos est¨¢n fuera de sus cargos, presos, inhabilitados, pr¨®fugos o en el exilio. Esos doce alcaldes representan a diez millones de venezolanos. Es una suerte de criptoelecci¨®n. El gobierno destituye a los alcaldes de forma ilegal y elije sus reemplazantes de manera fraudulenta. Y as¨ª despoja de derechos pol¨ªticos a un tercio del pa¨ªs.
Adem¨¢s, el 80% de los venezolanos vive en la pobreza. La vasta mayor¨ªa de ellos no come tres veces al d¨ªa. El subsidio alimentario oficial, conocido como bolsa CLAP, se distribuye de acuerdo a la preferencia electoral de los distritos. Y por supuesto es obligatorio tramitar el carnet de la patria para ser beneficiario, instrumento de control social. El hambre es pol¨ªtica de Estado y estrategia electoral al mismo tiempo.
Todo esto mientras la MUD dialoga con el gobierno en la Rep¨²blica Dominicana, o una parodia de ello. Siguen aumentando los presos pol¨ªticos, y los voceros m¨¢s importantes del gobierno ya han dicho que no aceptar¨¢n ayuda humanitaria internacional y que no habr¨¢ elecciones presidenciales si no se levantan las sanciones econ¨®micas. Pero la MUD no ha informado a Venezuela y al mundo acerca de qu¨¦ han dialogado. Se trata de un criptodi¨¢logo, la opacidad puede ser contagiosa.
Pero hay algo m¨¢s profundo y m¨¢s tr¨¢gico que se oculta, en buena parte por miop¨ªa, sino irresponsabilidad, de la comunidad internacional. Es esta inexplicable demora en acabar con un r¨¦gimen que representa una amenaza como nunca hemos vivido en el continente. La desventura venezolana pertenece a todo el hemisferio.
N¨®tese, en Venezuela no hay Estado. No hay ley, ni frontera, ni pol¨ªtica fiscal, ni monopolio de la coerci¨®n, ni derecho alguno que la autoridad proteja. La tragedia humanitaria ya pronto se medir¨¢ en hambruna y epidemias, en una ola de refugiados de un pa¨ªs con 30 millones de habitantes. Y en Venezuela se ha militarizado la disputa por el recurso, la explotaci¨®n y el contrabando de la gasolina, virtualmente gratis, y de la miner¨ªa ilegal.
En otro contexto geogr¨¢fico estar¨ªamos hablando de ¡°warlords¡±, de los se?ores de la guerra que controlan una porci¨®n del territorio para acceder a un recurso natural valioso; t¨ªpicamente, caucho, marfil, diamantes¡o petr¨®leo. Esta es la historia, estilizada, de las guerras por el recurso en ?frica. El chavismo ha importado dicha problem¨¢tica pero en paz. Le alcanza con las m¨²ltiples criptoguerras de su r¨¦gimen criminal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.