¡®Pax macroniana¡¯
El presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, avanza en sus reformas con escasa oposici¨®n y pocas turbulencias tras a?os de inestabilidad y malestar
Hace menos de un a?o Francia daba la imagen de estar cerca del precipicio: la econom¨ªa titubeaba, las divisiones sociales y territoriales eran irreconciliables, la extrema derecha se acercaba como nunca se hab¨ªa acercado al poder, el riesgo de una salida de la UE que desmontase el edificio europeo era una hip¨®tesis que muchos, dentro y a¨²n m¨¢s fuera del pa¨ªs, tomaban en serio. Hoy parece otro pa¨ªs: una isla de estabilidad en una Europa que busca su rumbo entre el Brexit, la ausencia de Gobierno en Alemania y la crisis catalana.
Siete meses despu¨¦s de ganar las elecciones presidenciales, Emmanuel Macron ha convertido Francia en una balsa de aceite. ?El oto?o caliente de los sindicatos? ?La furia de la calle contra el jefe de Estado ¡°neoliberal¡±, ¡°el presidente de los ricos¡±? Nada. La reforma laboral de Macron se aprob¨® con mayor¨ªas claras en la Asamblea Nacional y las protestas ¡ªtanto de los sindicatos como de la izquierda alternativa de Jean-Luc M¨¦lenchon¡ª fracasaron. La econom¨ªa crece y el paro baja. No ha habido nuevos atentados como los que causaron centenares de muertos entre enero de 2015 y el verano de 2016. Y, aunque la popularidad del presidente es mediocre en Francia, ha logrado proyectarse como un l¨ªder internacional en pol¨ªtica europea o en la lucha contra el cambio clim¨¢tico.
No ha surgido ninguna figura de oposici¨®n: ni Marine Le Pen, rival de Macron en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en mayo y ahora en un modesto segundo plano, con signos a¨²n de fatiga tras la agotadora campa?a electoral, ni M¨¦lenchon. Qui¨¦n sabe si Laurent Wauquiez, reci¨¦n elegido presidente de Los Republicanos ¡ªel gran partido de la derecha, ahora dividido y en minor¨ªa¡ª lograr¨¢ ocupar este espacio. De momento, todo el espacio que va desde el centroizquierda de tradici¨®n socialdem¨®crata a la derecha moderada lo ocupa el presidente. Si no hay un l¨ªder capaz de hacer sombra a Macron, tampoco una ideolog¨ªa claramente contrapuesta al liberalismo social del presidente.
¡°La situaci¨®n del nuevo presidente nunca ha existido en Francia. Desde 1958 [a?o de fundaci¨®n de la V Rep¨²blica] el nuevo presidente ha encontrado en seguida una oposici¨®n, m¨¢s o menos fuerte, pero verdadera. Es decir, fuerzas pol¨ªticas capaces de ganar y de gobernar¡±, dice Dominique Reyni¨¦, director general del laboratorio de ideas Fondapol (Fundaci¨®n para la innovaci¨®n pol¨ªtica).
En Francia, poco m¨¢s de medio a?o despu¨¦s de que Macron llegase al poder, no hay alternancia; si hoy Macron desapareciese, es dif¨ªcil pensar qui¨¦n ¡ªqu¨¦ persona, qu¨¦ partido, qu¨¦ ideolog¨ªa¡ª estar¨ªa en condiciones de remplazarlo autom¨¢ticamente. ¡°Los franceses, en su mayor¨ªa, no se adhieren a la pol¨ªtica de Emmanuel Macron, debido a los cambios duros, a veces por los sacrificios que exige¡±, ha escrito el veterano columnista Jacques Julliard en el semanario Marianne. ¡°Pero los mismos se resisten a oponerse a ¨¦l, incluso en los puntos en que les parece cuestionable. Los pueblos, como la naturaleza, sienten horror al vac¨ªo". La ausencia de Macron ser¨ªa un vac¨ªo.
Los dos partidos tradicionales que se alternaron en el poder durante buena parte de la V Rep¨²blica ¡ªel Partido Socialista y la derecha de origen neogaullista, ahora bajo el nombre de Los Republicanos¡ª tienen juntos 130 diputados de 577. La Rep¨²blica en marcha, el partido de Macron, tiene 313. El viejo partido de la ultraderecha, el Frente Nacional, y La Francia Insumisa de M¨¦lenchon tienen ocho y 17 diputados, respectivamente.
La pax macroniana que se ha instalado en la pol¨ªtica francesa es resultado de la desarticulaci¨®n del viejo sistema partidista, precipitada por la aparici¨®n de un pol¨ªtico novato como Macron. En parte puede explicarse por el cansancio tras un quinquenio, el del presidente socialista Fran?ois Hollande, marcado por la contestaci¨®n social, los atentados terroristas y pesimismo que se arrastraba desde hac¨ªa una d¨¦cada como m¨ªnimo. El estilo de Macron ¡ªel liderazgo vertical y el car¨¢cter cuasi mon¨¢rquico de su presidencia, la habilidad a la hora de dividir a los sindicatos para desactivar las resistencias a la reforma laboral, la suerte que le permite colgarse las medallas de la recuperaci¨®n econ¨®mica que comenz¨® con Hollande¡ª contribuye a afirmar su autoridad y anular la contestaci¨®n. Sus ¨¦xitos internacionales tambi¨¦n.
En su libro El momento Macron, el historiador Jean-No?l Jeanneney compara este "momento Macron" con ¡°momentos anteriores de optimismo colectivo que barren con la melancol¨ªa¡±. Y cita la llegada de Enrique IV a Par¨ªs en 1594 que trajo la esperanza del fin de las guerras de religiones, el 11 de noviembre de 1918 que marca el fin de la Primera Guerra Mundial, o la liberaci¨®n de Par¨ªs en 1944. La hip¨¦rbole es seguramente excesiva, pero, escribe Jeanneney, en aquellas ocasiones, como ahora, ¡°cada vez flot¨® la idea en el aire de una pacificaci¨®n de los esp¨ªritus y los cuerpos". Tampoco son ins¨®litos los momentos de calma. "Cuando Francia se aburre...", titul¨® el periodista Pierre Viansson-Pont¨¦ un c¨¦lebre art¨ªculo publicado en Le Monde en marzo de 1968. Poco despu¨¦s estallaba la revoluci¨®n de mayo.
¡°La fuerza de Macron¡±, dice Reyni¨¦, de Fondapol, ¡°se aguanta en poca cosa: en que sus adversarios son inexistentes o muy d¨¦biles, y en que ¨¦l tiene un estilo disruptivo que perturba a sus competidores. Estos no logran anticipar su manera de hacer, una manera de hacer que intriga a los franceses, y los adversarios de Macron tienen miedo de quedar como anticuados en comparaci¨®n con ¨¦l¡±.
La pax macroniana esconde fragilidades. Macron, explica Reyni¨¦, es un presidente con escasos apoyos en la Francia provincial. No existen barones del macronismo, antenas poderosas en la Francia de a pie. Incluso el europe¨ªsmo del que Macron hace bandera tiene bases fr¨¢giles: los partidos euroesc¨¦pticos sumaron en la primera vuelta de las ¨²ltimas presidenciales cerca de un 50% votos, y este sentimiento no ha desaparecido. Y el presidente no ha afrontado una crisis real desde que lleg¨® al El¨ªseo. Todo le ha sonre¨ªdo y el poder a¨²n no le ha puesto a prueba. No ha tenido que responder a un shock econ¨®mico, ni reaccionar bajo presi¨®n a un atentado terrorista.
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