Dicen que dijo
M¨¦xico llega a una nueva Navidad con la confusi¨®n recurrente de los pol¨ªticos, la tolerancia siempre endeble por la c¨ªclica corrupci¨®n de los aguinaldos y el despilfarro
Dice que dijo que alguien dec¨ªa lo que dijeron, ahora que todos dicen que lo dicho por aquel es en realidad lo opuesto a lo que dijo de veras. Me dijo entonces que alguien vio lo que ya nadie vio, habiendo visto los que vieron que clarito se ve¨ªa lo que luego se ver¨ªa y escucha: ella oy¨® que alguien vio lo que dijeron que se ve¨ªa cuando ya nadie volteaba a ver lo que se o¨ªa a leguas¡ Y as¨ª, m¨¢s o menos, predomina el mexican¨ªsimo af¨¢n por explicar lo que solo se puede narrar en cantinflismos.
Basta intentar recorrer de punta a punta la Ciudad de M¨¦xico para armarse de una enrevesada bibliograf¨ªa verbal donde m¨¢s de un taxista intenta explicar el estado de la naci¨®n por el color rosa de su unidad o el morado de los autobuses; luego, en el l¨²gubre silencio de un microb¨²s que parece iluminado con neones azules, un adormilado pasajero aprovecha para felicitar al pasaje pr¨®jimo con unas sentidas palabras que se deben m¨¢s a los brindis en la comida de la oficina (de la que acaba de salir huyendo) que a la sinceridad de sus intenciones.
En medio, miles de autom¨®viles desatienden la restricci¨®n de hablar por celular y se conectan con la misma gu¨ªa del tr¨¢fico, esa an¨®nima voz que desde un sat¨¦lite lejano intenta convencerte de que Barranca del Muerto es una alternativa viable para tu destino y en los camellones sirven viandas inesperadas los ni?os abandonados, los payasos de post¨ªn y los vendedores de modern¨ªsimos globos transparentes que qui¨¦n sabe c¨®mo emiten peque?as r¨¢fagas de luces multicolores.
Por el fr¨ªo, parece que han tomado asueto los tragafuegos y los faquires que se acostaban en vidrios rotos, pero el circo de cada esquina parece seguir en franca competencia con los espect¨¢culos de los teatros donde se arremolina la gente con bufandas mal anudadas y un hartazgo maquillado con la ilusi¨®n de olvidarse por unas horas de la inmensa puesta en escena que ronda las pantallas de los televisores, las ondas de la radio y los chismes de sobremesa donde M¨¦xico llega a una nueva Navidad con la confusi¨®n recurrente de los pol¨ªticos, la tolerancia siempre endeble por la c¨ªclica corrupci¨®n de los aguinaldos y el despilfarro¡
Pero pocos, muy pocos, se detienen a ponderar que los mexicanos acabamos de vivir el mes m¨¢s violento de las pasadas d¨¦cadas, que se han sumado nuevos nombres a la imperdonable e impune lista de cr¨ªmenes contra periodistas m¨¢rtires, mujeres asesinadas, desaparecidos por doquier y desamparos acumulados. Dicen que el que dicta dijo lo que dijeron que deber¨ªa decir, al menos eso que se oye en el p¨¢ramo donde nadie escucha, pero todos suponen que lo dicho ha de dictar el remedio infalible para todos los males que esperamos todos que alguien diga que son ya f¨¢cilmente solucionables en el desmadre de los dimes y diretes con los que van y vienen los peregrinos de estas navidades, cantando las posadas y tocando puertas para ver si se nos concede un respiro de solaz, un momento de serena quietud para que de veras pueda decirse lo que dijo alguien que dicen que naci¨® en un an¨®nimo pesebre hace un chorro de a?os, hoy mismo en casa de cualquiera, en medio de las luces que se prenden cuando todo mundo se queda a oscuras, tan s¨®lo para que no olvidemos a los damnificados de todos los sismos y a los desheredados de tanta abundancia.
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