190 secuestros nom¨¢s (Alto Baud¨®, Choc¨®)
Secuestrar por razones pol¨ªticas siempre fue aberrante, pero hoy es tan monstruoso como seguir creyendo en la guerra
En Colombia es posible esta frase: ¡°en el 2017 hubo 190 secuestros nom¨¢s¡±. Hubo un tiempo, a comienzos de este siglo, en el que las cifras de secuestrados describ¨ªan nuestra pesadilla y med¨ªan nuestra deshumanizaci¨®n: 3.572 casos al a?o, 297 casos al mes, 9 casos al d¨ªa. Fue el punto m¨¢s alto ¨Co sea el punto m¨¢s bajo¨C en la historia de un delito repugnante que empez¨® a darse en 1933, y que en un principio fue una amenaza para los poderosos, pero que en manos de las guerrillas, de los narcotraficantes y de los paramilitares se fue convirtiendo en un arma pol¨ªtica de fundamentalistas, en un macabro modo de financiamiento y en una industria descarnada y sin atenuantes ¨Cuna profesi¨®n atroz¨C que sigue siendo prueba de que el ser humano es capaz de ya no serlo.
Hubo casos en las primeras planas que seguimos, todos, en el filo de nuestras sillas: para poner contra la pared a los Gobiernos, que sobreviv¨ªan a pesar de las masacres y los actos terroristas y los Estados ajenos al Estado, fueron secuestrados empresarios, pol¨ªticos, periodistas. Y ellos escribieron ¨Cy luego publicaron¨C decenas de testimonios dolorosos de cautiverios que a¨²n son lecciones de horror y de piedad. Pero hubo un momento en el que el secuestro dej¨® de ser el gran temor de las ¨¦lites rurales a ser el gran temor de la sociedad en pleno: ciudadanos de la clase media ca¨ªan por las carreteras del pa¨ªs en las llamadas ¡°pescas milagrosas¡±, y soportaban, si sal¨ªan con vida del pozo, encierros de meses y de a?os, no porque tuvieran el dinero que sus familias trataban de reunir, sino porque simplemente pasaban por ah¨ª: por Colombia.
Fue el negocio cruel del secuestro lo que convirti¨® a las guerrillas, de las Farc al ELN, en una farsa: ¡°el poder¡± pas¨® de ser un anhelo ¨Cel de la redenci¨®n de la tierra y la justicia social¨C a ser una serie de cuentas en el exterior llenas del dinero conseguido a cambio de extorsionar, secuestrar y traficar drogas. Se cree que, para presionar los di¨¢logos con el establecimiento, pero tambi¨¦n para enriquecerse y desdibujarse y parecerse a sus peores enemigos, las Farc secuestraron a 9.447 colombianos: 3.325 ¨C3.325 familias con serias razones para despreciar a las guerrillas y desconfiar de las guerras¨C han sido confirmados. Hace seis a?os, a punto de comenzar a negociar la paz en La Habana, las Farc anunciaron que abandonaban para siempre esa forma de la tortura. Demasiado tarde. Pero mejor demasiado tarde que nunca.
De 3.572 secuestros en el 2000 hemos pasado a 190 secuestros ¡°nom¨¢s¡± en el 2017: es una mala noticia 94% menos mala.
Ha sido as¨ª porque la sociedad colombiana no lo soport¨® m¨¢s, pero tambi¨¦n porque, mientras se iban acabando las Farc, la polic¨ªa refinaba sus estrategias para impedirlo: el a?o pasado fueron capturados 149 secuestradores de peque?as pero sofisticadas bandas. Secuestrar por razones pol¨ªticas siempre fue aberrante, pero hoy es tan monstruoso como seguir creyendo en la guerra. Para creer en la guerra hay que estar viviendo de eso: el martes 21 de octubre de 2017 el ELN secuestr¨® y asesin¨® a Aulio Isarama Forastero, el l¨ªder de un resguardo de Alto Baud¨® ¨Cen el Choc¨®¨C, en pleno cese del fuego de los di¨¢logos. Para despreciar una paz hay que ser un populista en campa?a: el expresidente uruguayo Pepe Mujica vino a Cartagena a verificar la paz ¡°porque lo enmendable es el porvenir¡±, pero el expresidente uribista ?lvaro Uribe lo tild¨® de ¡°criminal¡±, por su pasado ¨Cel de Mujica¨C y porque hoy le sirve considerar ¡°c¨®mplices de la guerrilla¡± a quienes apoyen la implementaci¨®n de los acuerdos.
Es que siempre habr¨¢ vendedores de la idea de que una paz puede ser peor que una guerra: ser¨ªa ¡°infamia¡± si el concepto existiera en la pol¨ªtica.
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