Prohibido re¨ªrse de Stalin
Rusia veta la difusi¨®n de una pel¨ªcula sat¨ªrica sobre el dictador tras las quejas de los descendientes de los jerarcas comunistas
La prohibici¨®n de la pel¨ªcula La muerte de Stalin, del director brit¨¢nico Armando Iannucci, por parte del Ministerio de Cultura de la Federaci¨®n Rusa ha provocado una reacci¨®n negativa entre ciudadanos de este pa¨ªs que, adem¨¢s de ser contrarios a la censura, est¨¢n inquietos por la degradaci¨®n intelectual y los juegos pol¨ªticos en los c¨ªrculos dirigentes.
La cinta es una s¨¢tira sobre la lucha por el poder entre los l¨ªderes de la Uni¨®n Sovi¨¦tica tras el fallecimiento de Josef Stalin en 1953. Su estreno estaba previsto para el jueves 25 de enero, pero el 23 de enero el Ministerio de cultura le revoc¨® la licencia de exhibici¨®n ya concedida y eso sucedi¨® un d¨ªa despu¨¦s de que el consejo asesor del ministerio (grupo de diversos profesionales de la cultura y tambi¨¦n pol¨ªticos) fuera invitado a un pase restringido.
El dictamen del consejo fue negativo: ¡°La muerte de Stalin est¨¢ dirigida a aventar el odio y la hostilidad, a humillar la dignidad de la persona rusa (sovi¨¦tica), a hacer propaganda de la inferioridad de la persona, en funci¨®n de su pertenencia social y nacional, y eso es una manifestaci¨®n de extremismo¡±, afirmaron en una carta.
Entre los firmantes estaba la hija del mariscal George Zh¨²kov (uno de los personajes satirizados en la cinta), y el director de cine Nikita Mijailkov, as¨ª como el jefe del comit¨¦ de Exteriores de la Duma Estatal, Leonid Slutski. La pel¨ªcula, dijeron, es una supuesta ¡°comedia¡± ¡°mal¨¦vola e inadecuada¡±, que empa?a la memoria de los que vencieron al fascismo¡±. Tanto el consejo como el ministro se opusieron a su proyecci¨®n, alegando la proximidad del 75 aniversario de la batalla de Stalingrado, que se celebra el pr¨®ximo febrero.
Bas¨¢ndose en los mensajes que dijo haber recibido, el ministro de cultura, Vlad¨ªmir Medinski calific¨® la pel¨ªcula como una ¡°burla ofensiva de todo el pasado sovi¨¦tico¡±. ¡°Existe una frontera moral entre los an¨¢lisis cr¨ªticos de la historia y mofarse de ella¡±, sentenci¨® el funcionario. El consejo asesor del Ministerio se dirigi¨® a la fiscal¨ªa del Estado para que examine la pel¨ªcula ¡°por si contiene extremismo¡± y por si supone un ¡°peligro para el orden p¨²blico durante su exhibici¨®n¡±. No est¨¢ claro si el veredicto de la fiscal¨ªa repercutir¨¢ en el futuro de la licencia.
Hasta donde recuerdan los expertos, nunca en la Rusia postsovi¨¦tica se hab¨ªa retirado una licencia de exhibici¨®n a una pel¨ªcula, lo que permite hablar del primer caso de censura cinematogr¨¢fica.
El suceso ha ocurrido poco despu¨¦s de que el Ministerio de cultura de Rusia intentara retrasar el estreno (ya anunciado) de Paddigton 2, una pel¨ªcula extranjera sobre un oso de ficci¨®n para permitir que se proyectara primero una cinta rusa centrada en personajes de historia medieval. En las circunstancias que rodean de La Muerte de Stalin hay coincidencias con el caso de Matilda, un filme sobre un romance de juventud del zar Nicol¨¢s II, a cuyo estreno que se opon¨ªan sectores conservadores ortodoxos alegando que supon¨ªa una ¡°ofensa para los sentimientos de los fieles¡±. En 2012 Rusia promulg¨® legislaci¨®n que permite castigar penalmente por ese concepto, sin embargo el comunismo oficialmente no es una religi¨®n.
Pese a la prohibici¨®n, en la cartelera de Mosc¨² por lo menos hasta la tarde del mi¨¦rcoles, La muerte de Stalin segu¨ªa estando programada en cines que ten¨ªan entradas disponibles para el fin de semana. En el Internet, el largometraje circula ya para quien desee contemplarlo por su cuenta.
El incidente se produce sobre el tel¨®n de fondo de la campa?a presidencial, que culmina el 18 de marzo, y, seg¨²n curtidos observadores, podr¨ªa estar relacionado con la estrategia electoral del equipo de Vlad¨ªmir Putin. Pese a que el actual presidente es el favorito incuestionable a gran distancia de los otros candidatos, miembros de su equipo han mostrado entre bastidores un temor exacerbado ante el candidato comunista Pavel Grudinin, y han iniciado una campa?a propagand¨ªstica contra ¨¦l, se?alan fuentes informadas.
El temor es real, aunque pueda ser infundado, y parece basarse en el simple hecho de que Grudinin, un empresario agr¨ªcola, proyecta una buena imagen personal y produce la sensaci¨®n de ¡°novedad¡± en los sectores de izquierda. Grudinin es un personaje vivo, que se expresa bien, razona con sentido com¨²n y sin recurrir a clich¨¦s acartonados. Los comunistas defienden la memoria de Stalin y el pasado sovi¨¦tico y hab¨ªan pedido la prohibici¨®n de la pel¨ªcula que, a su juicio, ofende al dirigente y al pa¨ªs. Al atender su petici¨®n, el Kremlin est¨¢ complaciendo a aquellos veteranos que cultivan el recuerdo de Stalin.
Aunque en el pasado en Rusia se han proyectado cintas contra Stalin, tanto serias como grotescas, en las circunstancias actuales la prohibici¨®n contribuye tambi¨¦n proteger los mitos sobre el pasado (arraigados con ayuda de la televisi¨®n p¨²blica con objeto de fomentar y fortalecer la conciencia nacional del Estado ruso) del efecto destructivo de la s¨¢tira. La muerte de Stalin ha sido elogiada por varios cr¨ªticos cinematogr¨¢ficos, entre ellos el respetado Andr¨¦i Pl¨¢jov, seg¨²n el cual los actores sat¨ªricos de la cinta, premiada internacionalmente, son ¡°de primera clase¡±.
¡°Los pitec¨¢ntropos pueden dejar con su porra una huella en la nave espacial, pero esto ser¨¢ su ¨²nica huella en la historia. Se puede felicitar a los actuales censores, ya la han dejado, y ahora, por favor, dejen el palo con cuidado y vayanse al basurero de la historia¡±, escribi¨® el pol¨ªtico Dmitri Gudkov.
Por su parte, el galerista y especialista en arte Marat Gelman recuerda que recientemente se ha aprobado en primera lectura una ley seg¨²n la cual una persona puede ser declarada ¡°agente extranjero¡± y limitada en sus derechos. Esta ley, se?ala, abre las posibilidades de que Rusia, donde est¨¢ prohibida hasta ahora la censura, se transforme en Corea del Norte. ¡°Quiero ver esta pel¨ªcula y tengo derecho constitucional a ello¡±, ha dicho Gelman.
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