El equipo de hockey coreano que une (y divide) al Norte y al Sur
La selecci¨®n femenina intercoreana de este deporte jug¨® este domingo el primer partido desde 1991
El resultado era lo de menos. Lo importante era ver a un equipo de las dos Coreas jugar junto un partido por primera vez desde 1991. En el estadio Seonhak de Incheon, al suroeste de Se¨²l, Suecia venci¨® por 3 a 1 a la selecci¨®n intercoreana de hockey femenino sobre hielo en un amistoso previo a los Juegos Ol¨ªmpicos de Pyeongchang, en Corea del Sur, que se inauguran este viernes. Oficialmente, la unidad del equipo y el esp¨ªritu de compa?erismo entre las jugadoras de los dos lados de la frontera es todo un ¨¦xito. Aunque la realidad es mucho m¨¢s compleja.
En el exterior del pabell¨®n, mientras muchos hac¨ªan ondear globos azules y la bandera blanca de la unidad con la silueta de la pen¨ªnsula, cerca de 200 personas se manifestaban desde horas antes de que diera comienzo el encuentro para protestar ruidosamente contra el equipo conjunto, romper banderas norcoreanas y pisotear im¨¢genes de Kim Jong-un, el l¨ªder supremo del Norte.
?¡°No son los juegos de Pyeongchang ¡ªla localidad principal de la competici¨®n¡ª, sino los juegos de Pyongyang¡±, la capital norcoreana, se lamenta Park Yun-kieuk, mientras agitaba una bandera del sur y otra de Estados Unidos. ¡°No podemos hacer sonar nuestro himno, no nos dejan hacer ondear nuestra bandera. No deber¨ªa ser as¨ª. Son nuestras Olimpiadas¡±.
Junto a ¨¦l protestaba Chai Ho-gang, un veterano manifestante que ha decorado su sombrero con la bandera del sur, y que trataba de hacerse o¨ªr por encima de los altavoces que no dejaban de calificar de ¡°asesino¡± al l¨ªder supremo norcoreano, Kim Jong-un. ¡°Por supuesto que estamos a favor de la unidad. Pero no a favor de que Kim decida un buen d¨ªa que su pa¨ªs participa y que se le permita. Lo hace con un objetivo pol¨ªtico. Quiere conseguir beneficios, ganar tiempo para seguir con su programa nuclear¡±.
Cerca de un 70% de surcoreanos, seg¨²n algunas encuestas, comparten la opini¨®n de Chai sobre el equipo mixto. Un rechazo que ha afectado a los ¨ªndices de aceptaci¨®n del presidente surcoreano, Moon Jae-in, que han bajado cerca de seis puntos porcentuales. Incluso la seleccionadora original del equipo surcoreano, y ahora al mando de la selecci¨®n conjunta, la canadiense Sarah Murray, hab¨ªa expresado sus dudas en un primer momento acerca de que ambos grupos de atletas pudieran integrarse apenas doce d¨ªas antes de la inauguraci¨®n de los Juegos. Una decisi¨®n que se tom¨® en negociaciones de alto nivel entre los dos pa¨ªses despu¨¦s de que Kim Jong-un anunciara contra todo pron¨®stico el 1 de enero que dejar¨ªa a su pa¨ªs acudir a los juegos, abriendo la puerta a un m¨ªnimo deshielo en las relaciones entre los dos pa¨ªses.
En el interior del pabell¨®n, un p¨²blico enfervorizado parec¨ªa tener pocas dudas. Muchos portaban la bandera intercoreana. Otros, la del sur. Gritos de ¡°?Corea! ?Corea! ?Corea!¡± ¡ªen ingl¨¦s, en lugar del Dae-han-min-guk habitual para alentar al Sur¡ª o ¡°?S¨ª a Una Corea!¡±, cada vez que el equipo anfitri¨®n gozaba de una oportunidad de gol. Murray trataba de indicar jugadas a sus pupilas. A su lado, Park Chol-ho, el entrenador norcoreano, que presenci¨® el partido luciendo la insignia de los l¨ªderes Kim Il-Sung y Kim Jong-il que siempre lleva cada ciudadano de su pa¨ªs, miraba en silencio el partido.
El resultado (3-1 frente a Suecia), reconoci¨® Murray, fue mejor de lo esperado. ¡°Las jugadoras norcoreanas aprenden r¨¢pido y seguir¨¢n mejorando¡±, sostuvo, en una rueda de prensa conjunta con el entrenador y una de las jugadoras del norte, Park Chol-ho y Jong Sun-hyon, respectivamente.
¡°Vamos a poner todo nuestro esfuerzo, y esperamos que la gente de todo el mundo nos apoye¡±, declaraba tras el partido, en una rueda de prensa conjunta, el entrenador norcoreano, Park. ¡°Creo que esta competici¨®n mostrar¨¢ la potencia que el norte y el sur juntas pueden lograr¡±, a?adi¨® la delantera Jong Su-hyon, una de las delanteras norcoreanas.
Pese a las buenas palabras, la integraci¨®n entre las dos partes del equipo es complicada. No residen juntas ¡ªdebido al deseo de Pyongyang de no aflojar el f¨¦rreo control que mantiene sobre sus representantes, las norcoreanas se alojan con el resto de la delegaci¨®n de su pa¨ªs, en un edificio separado¡ª y ¨¦ste es el ¨²nico partido de juego real que han podido disputar antes de que los Juegos se inauguren este viernes. Las doce norcoreanas ¡ªseg¨²n el acuerdo, al menos tres tendr¨¢n que figurar en la alineaci¨®n de cada partido¡ª han tenido que ponerse al d¨ªa a marchas forzadas con los sistemas de sus compa?eras del sur.
¡°En un mundo ideal estar¨ªamos juntas, porque somos un equipo y tenemos que crear ambiente de equipo. Desafortunadamente, las cosas no han funcionado as¨ª¡±, ha apuntado Murray. Las reuniones diarias, seg¨²n ha reconocido tambi¨¦n la canadiense, son complicadas, teniendo que combinar el ingl¨¦s, el coreano hablado en el norte y el hablado en el sur. ¡°Es dif¨ªcil cuando hay tres idiomas en un solo equipo¡±, algo que puede multiplicar por tres la duraci¨®n de las reuniones.
Estas Olimpiadas se desarrollan en medio de las crecientes tensiones en torno al programa nuclear norcoreano. Unas tensiones que volver¨¢n a quedar de manifiesto el jueves, cuando el r¨¦gimen de Pyongyang tiene previsto celebrar un desfile militar para conmemorar el aniversario de la fundaci¨®n de su Ej¨¦rcito, para hacer sombra a la inauguraci¨®n de los Juegos.
Y unas tensiones alimentadas tambi¨¦n por la incertidumbre acerca de si el presidente estadounidense Donald Trump, como insin¨²a, planea verdaderamente un ataque preventivo para hacer ¡°sangrar la nariz¡± a Corea del Norte.
Trump se reuni¨® el viernes en el Despacho Oval con un grupo de desertores norcoreanos. Aunque expres¨® su apoyo al incipiente di¨¢logo intercoreano posibilitado gracias a los Juegos, tambi¨¦n indic¨® que ¡°ya no queda ning¨²n camino¡± en la cuesti¨®n norcoreana. Aunque aparentemente alud¨ªa a lo que considera pasividad sobre este asunto por parte de los responsables estadounidenses anteriores, no explic¨® exactamente qu¨¦ implicaciones tiene haber agotado, seg¨²n ¨¦l, los caminos disponibles.
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