Prestidigitaciones electorales
Las autoridades que surjan de un proceso trucado no pueden ser reconocidas como democr¨¢ticas.
Si revisamos los modos como hist¨®ricamente se pasa de un r¨¦gimen democr¨¢tico a otro autoritario o totalitario, lo com¨²n es advertir rupturas. Golpes de estado civiles o militares, revoluciones, levantamientos o fen¨®menos sociales semejantes. La narrativa usual, y por lo dem¨¢s verificable emp¨ªricamente en muchos casos, es considerar que la muerte de las democracias se produce violentamente. A este modo ordinario de entender las cosas, debe agregarse otro, menos com¨²n pero no infrecuente. El de quienes arriban al poder mediante v¨ªas democr¨¢ticas y de ellas se valen para destruirla. As¨ª, desde los congresos, las administraciones o los tribunales, de a poco o de a mucho, se van erosionando los elementos que sustentan y hacen posible la democracia. Mediante normas de diversa jerarqu¨ªa y resoluciones de distintos tipos, se van cancelando las posibilidades de expresarse, creer, circular, escribir o, inclusive, votar. Al cabo de un tiempo, quienes podr¨ªan actuar social y pol¨ªticamente, se ven impedidos de hacerlo. As¨ª, tambi¨¦n, mueren las democracias. Lo que de com¨²n tienen los dos momentos con los que usualmente se describe el fin de las democracias, suponen lo traum¨¢tico. La revoluci¨®n y el golpe de estado o el ejercicio antidemocr¨¢tico del poder. En el imaginario, los bolcheviques o los nazis, por ejemplo, r¨¢pidamente depredaron el poder y establecieron sus dictaduras.
Aqu¨ª surge un problema. ?C¨®mo calificamos a aquellos reg¨ªmenes que a partir de un ascenso democr¨¢tico al poder, peri¨®dicamente celebran elecciones y de un modo u otro renuevan a los titulares de los ¨®rganos representativos? En principio y evidentemente, como democr¨¢tico. Sin embargo, ?todos los reg¨ªmenes que celebran elecciones deben ser tenidos como tales o es preciso agregar algo m¨¢s? En los tiempos que corren, en varios pa¨ªses se realizan elecciones, ordinarias o anticipadas, para renovar autoridades y, a pesar de ello, no suelen ser tenidos como democr¨¢ticos. ?Qu¨¦ es lo que diferencia lo que se hace en unos pa¨ªses y lo que se hace en otros para finalmente calificarlos de maneras diversas? Desde luego, el criterio no puede ser el mero ejercicio electoral, el mero mecanismo de depositar, contar votos y declarar electas a ciertas personas. La diferencia tiene que estar en otro lugar. Necesariamente, en las condiciones en las que el proceso electoral ha de realizarse. Hablando de este tiempo, en garantizar la posici¨®n de diversas corrientes de opini¨®n, est¨¦n o no articuladas en partidos pol¨ªticos; en respetar todos los derechos humanos que directa o indirectamente constituyan a los electores y a los elegibles; en el establecimiento de poderes confiables; en la autonom¨ªa de los ¨®rganos electorales y en el respeto a los resultados, por ejemplo.
Es importante no llamar democr¨¢ticos a los reg¨ªmenes que no cumplan con las condiciones materiales indicadas.
S¨¦ que lo acabado de se?alar es conocido. Bien conocido. Sin embargo, en momentos en los que el pedigr¨ª democr¨¢tico de diversos reg¨ªmenes pol¨ªticos quiere sustentarse s¨®lo en la celebraci¨®n de elecciones, es importante recordarlo. Las autoridades que surjan de un proceso trucado no pueden ser reconocidas como democr¨¢ticas. No satisfacen la condici¨®n b¨¢sica para serlo y as¨ª deben ser consideradas y tratadas por la comunidad internacional. Si ello alcanzar¨¢ o no a producir efectos y cu¨¢les sean ¨¦stos, es otro asunto. En un mundo en el que las palabras van perdiendo sentido por el uso, desde luego interesado que quiere d¨¢rseles, es importante no llamar democr¨¢ticos a los reg¨ªmenes que no cumplan con las condiciones materiales indicadas.
El mero procedimentalismo electoral no es suficiente para hablar de democracia. Quererlover as¨ª, es interesante. En las pr¨®ximas semanas asistiremos a tristes justificaciones para decirnos que s¨ª hay democracia ah¨ª donde se ha maltratado, coaccionado, acallado o encarcelado a quienes quisieron votar o ser votados. Mal estaremos si nos tragamos tales cuentos con tan b¨¢sicos malabares sem¨¢nticos.
Ministro de la Suprema Corte de Justicia de M¨¦xico
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