La reconquista del Lejano Este de Rusia
El Kremlin impulsa el regreso de descendientes de cristianos rusos perseguidos por sus creencias para repoblar y trabajar las tierras de sus ancestros
Ders¨², una aldea de caba?as de madera cubiertas de nieve, ha sido el principal destino de los inmigrantes de origen ruso procedentes de Latinoam¨¦rica, que se han acogido a los planes de Mosc¨² para la colonizaci¨®n del Lejano Oriente. En Ders¨² viven 74 Viejos Creyentes o miembros de la comunidad cristiana perseguida por oponerse a la reforma lit¨²rgica del patriarca ortodoxo Nikon en el siglo XVII. Los raskolniki, como se les conoce, se dispersaron por la periferia de Rusia y en parte se exiliaron. Los que ahora vienen a Rusia, en su mayor¨ªa, completan un periplo alrededor del mundo que se inici¨® en China, donde se refugiaron de la revoluci¨®n bolchevique y la guerra civil, y sigui¨® en los a?os sesenta en Uruguay, Brasil y Bolivia cuando las relaciones entre Mosc¨² y Pek¨ªn se deterioraron.
Uli¨¢n Murashov, de 53 a?os, es el jefe de la comunidad de Viejos Creyentes de Ders¨² y, junto con su esposa Ksenia y sus 12 hijos, lleg¨® a esta localidad en 2012 en busca de un lugar m¨¢s apto para la agricultura y la ganader¨ªa que los pisos de la guarnici¨®n militar en la frontera con China, donde las autoridades les alojaron durante un a?o tras su llegada desde Bolivia. En aquel pa¨ªs, los Murashov cultivaban decenas de hect¨¢reas en la provincia del Obispo Santistevan, en el departamento de Santa Cruz. Antes de emprender el viaje a Rusia, la patria de sus antepasados, vendieron todo lo que ten¨ªan. Sus actividades en Rusia son las mismas que desempe?aban en Bolivia, con la diferencia de que el clima en esta regi¨®n rusa solo permite una cosecha anual. Los Murashov y los parientes que les han acompa?ado a Ders¨² disponen de casi 2.200 hect¨¢reas de tierras, entre adquiridas y arrendadas. La familia tiene 100 cabezas de ganado y vende productos l¨¢cteos y pan una vez a la semana en el mercado de Roschino, a 36 kil¨®metros de su aldea.?
Los Murashov parecen la reencarnaci¨®n de los abuelos y bisabuelos, cuyos retratos cuelgan en la pared de su izb¨¢. Ksenia lleva un vestido largo y un pa?uelo a la cabeza. Uli¨¢n luce una larga barba rojiza. ¡°En Bolivia me llamaban gringo¡±, bromea en un castellano marcado por el acento portugu¨¦s. Uli¨¢n consigui¨® con celeridad el pasaporte ruso, pero conserva tambi¨¦n el pasaporte de Brasil, pa¨ªs en el que vivi¨® antes de trasladarse a Bolivia. De ah¨ª su particular forma de hablar.
¡°La primera impresi¨®n que nos produjeron, por su ropa y por la manera de expresarse en ruso, fue la de una representaci¨®n teatral de otra ¨¦poca¡±, dice Fedor Kronikovski, que desde el verano pasado es el defensor oficial de los derechos de los Viejos Creyentes inmigrados. Antes de que le nombraran, en Ders¨² ardieron dos casas pertenecientes a los Viejos Creyentes y el metropolita Korniliy trasmiti¨® al presidente Vlad¨ªmir Putin su preocupaci¨®n por los miembros de su comunidad.
El jefe de los Viejos Creyentes y el jefe del Estado ruso se entendieron en los primeros contactos jam¨¢s mantenidos entre el m¨¢ximo responsable del poder civil en Rusia y el m¨¢ximo dignatario de aquella Iglesia. En la Administraci¨®n del Kremlin se ha formado un grupo de trabajo especial dedicado a los Viejos Creyentes y la agencia gubernamental de desarrollo del capital humano del Lejano Oriente planea una gira por Brasil, Bolivia, Uruguay y Argentina en abril para exhortar a las comunidades locales de Viejos Creyentes ¡ªentre 3.000 y 5.000 personas¡ª?a regresar a su patria hist¨®rica: la Rusia oriental. En Mosc¨² temen que la captaci¨®n de nuevos inmigrantes pueda verse afectada por problemas en relaci¨®n con los correligionarios ya emigrados a Rusia.
¡°?Acaso somos tan valiosos? Se me caen las l¨¢grimas y estoy profundamente agradecido cuando pienso en la impresionante atenci¨®n que nos presta el Estado [ruso], pero las autoridades locales no tienen inter¨¦s por este programa de asentamiento y muchos aqu¨ª nos ven como par¨¢sitos y nos rechazan¡±, afirma Uli¨¢n. ¡°Yo s¨¦ que el Gobierno est¨¢ peleando, pero tiene que renovar las alcald¨ªas, que est¨¢n en manos de mafias¡±, afirma el colono, preocupado tambi¨¦n por la hostilidad de parte del vecindario.?
¡°Los Viejos Creyentes destrozan la complicidad entre las autoridades locales que apenas tienen recursos y los empresarios que tratan de influir en ellas mediante el dinero¡±, dice Kronikovski, seg¨²n el cual ¡°los que contemplan a los Viejos Creyentes desde una posici¨®n ego¨ªsta son minor¨ªa¡±. ¡°La mayor¨ªa¡±, dice, ¡°quiere ayudarlos porque piensan que el pa¨ªs los necesita, porque su fe es una garant¨ªa de inmunidad frente a la degradaci¨®n y porque en la Rusia actual no se encuentra gente como esta¡±.
En la espaciosa cocina-sala de estar de los Murashov, los dos hijos menores, Agripina de siete a?os y Filaret, de 12, observan al extranjero con curiosidad. Su escolarizaci¨®n corre a cargo de una maestra que dos veces por semana les da clase a domicilio. Estos d¨ªas se alojan en la casa Fedor Kil¨ªn y su esposa Tatiana, los padres de Ksenia, que han venido de visita desde Svobodna, su lugar de residencia en la vecina provincia del Amur. Estos octogenarios nacidos en China vivieron despu¨¦s en Uruguay. Tras una misi¨®n de reconocimiento por Rusia en 2008, Fedor Kil¨ªn fue uno de los pioneros del retorno al pa¨ªs de los zares. El primer grupo de colonos dispuestos a asentarse en Ders¨² lleg¨® el d¨ªa de Pascua de 2009. Kronikovski y el pope de la iglesia ortodoxa de Roschino los recibieron con un mensaje por encima de las diferencias lit¨²rgicas: ¡°Cristo ha resucitado¡±.
El Gran desaf¨ªo
La colonizaci¨®n del Lejano Oriente y la costa del Pac¨ªfico es uno de los grandes problemas estrat¨¦gicos de Rusia desde la segunda mitad del siglo XIX cuando el imperio zarista se expandi¨® por estos vastos espacios donde hoy la densidad poblacional no llega a un habitante por kil¨®metro cuadrado. De los ocho distritos federales en que la administraci¨®n de Vlad¨ªmir Putin ha dividido a Rusia, el del Lejano Oriente es el m¨¢s extenso (6,2 millones de kil¨®metros cuadrados) y el menos poblado (6,18 millones en 2017).
En 1990 en estos territorios de codiciados recursos forestales, fronterizos con China, Corea del Norte y con Jap¨®n por mar, resid¨ªan m¨¢s de 8 millones de personas. La mengua de casi dos millones experimentada desde entonces es la elocuente respuesta de los rusos a una explotaci¨®n econ¨®mica que ignor¨® las condiciones de vida . En estos parajes donde la jornada laboral acaba cuando Mosc¨² la empieza, solo Yakutia ha tenido tiene un saldo demogr¨¢fico positivo en 2017.
Decidido a atajar la despoblaci¨®n del Este, Putin, inmediatamente despu¨¦s de su ¨²ltima toma de posesi¨®n como presidente, en mayo de 2012, cre¨® un ministerio responsable del desarrollo del Lejano Oriente, entre cuyos objetivos est¨¢ aumentar la poblaci¨®n local hasta 6,5 millones para 2025. Bajo la ¨¦gida de este ministerio se ha lanzado la hect¨¢rea del Lejano Oriente, un programa consistente en el reparto totalmente digitalizado de terrenos gratuitos a todos los ciudadanos rusos que lo deseen. El ministerio fomenta tambi¨¦n el asentamiento de compatriotas, t¨¦rmino con el que se designa a las personas originarias de la URSS o en del imperio zarista. El programa al efecto estaba dirigido sobre todo a ciudadanos de las antiguas rep¨²blicas de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, pero a ¨¦l se incorporaron algo m¨¢s de un centenar de "viejos creyentes" procedente de Am¨¦rica Latina, descendientes de los cristianos rusos perseguidos por oponerse a la reforma del patriarca Nikon en el siglo XVII.
Para estimular el desarrollo de sus regiones orientales Rusia ha creado la universidad del distrito federal del Lejano Oriente en la isla de Russki en terrenos cedidos por los militares, que siguen dominando en esa isla frente a Vladivostok. Pero una cosa son los planes de Mosc¨² y otra las realidades sobre el terreno. Para conocerlas, EL PA?S viaj¨® durante una semana por la regi¨®n de Primorie, una de las nueve integradas en el distrito Federal del Lejano Oriente.
Roschino, de 6.000 habitantes, est¨¢ a 500 kil¨®metros al norte de Vladivostok y en el pasado tuvo un aeropuerto desde el que se volaba a las principales ciudades cercanas. La reanudaci¨®n de comunicaciones a¨¦reas es poco probable por ahora. En la pista de aterrizaje se construyeron casas y la torre de control se transform¨® en una iglesia. Desde Roschino a Ders¨² no hay camino asfaltado y, guiados por Kronikovski, recorremos cerca de 36 kil¨®metros sobre el hielo y atravesamos un r¨ªo congelado.
Ders¨² recibi¨® ese nombre en homenaje al cazador Ders¨² Uzal¨¢, inmortalizado por Akira Kurosawa, el cineasta japon¨¦s que llev¨® a la pantalla el relato del ge¨®grafo y oficial zarista Vlad¨ªmir Ars¨¦nev. La aldea se llamaba antes Lauliu, pero los top¨®nimos chinos o de comunidades aut¨®ctonas del Lejano Oriente fueron sustituidos tras el enfrentamiento militar ruso-chino de 1969 en Zhenbao (Damanski para Rusia), una isla del r¨ªo Usuri, que es frontera entre los dos pa¨ªses. Zhenbao est¨¢ en la zona de m¨¢s de 300 kil¨®metros cuadrados que Rusia cedi¨® a China en virtud de un tratado bilateral ratificado en 2005.
Los viejos creyentes construyen amplias izb¨¢s en Ders¨². Los Murashov disponen de pozo y una bomba, por lo que albergan en su cocina las lavadoras autom¨¢ticas de otras familias de la comunidad.
La familia recela de los periodistas en general, pero se muestra hospitalaria con este peri¨®dico y el idioma castellano alternado con el ruso suena ex¨®tico en estos parajes nevados. Ksenia nos ofrece t¨¦, pan y mermelada caseros, mientras Uli¨¢n y el defensor de sus derechos se enzarzan en un debate sobre el equipo agr¨ªcola que la compa?¨ªa petrolera estatal Rosneft ha regalado a la comunidad. El equipo es para todos, pero debe registrarse a nombre de una sola persona y a Uli¨¢n teme que el titular tenga que asumir las reparaciones de la maquinaria mientras los otros la usan sin responsabilidades.
Kronikovski intenta convencerle de las virtudes del trabajo en com¨²n, pero Uli¨¢n dice sentirse m¨¢s c¨®modo con la cosechadora que ¨¦l construy¨® a partir de chatarra. ¡°Todo lo que necesito es tierra y algo de ayuda para comprar semillas y combustible. Los cr¨¦ditos bancarios, que hay que devolver mes a mes, no est¨¢n pensados para la agricultura, y las becas del Estado son muy burocr¨¢ticas¡±, se?ala el colono, al que el Gobierno ruso pag¨® el traslado y el transporte de enseres desde Am¨¦rica Latina y ayud¨® con una subvenci¨®n financiera.
Uli¨¢n se queja tambi¨¦n de la especulaci¨®n de los intermediarios y Kronikovski admite que ¡°los empresarios chinos son m¨¢s atractivos que los rusos porque ofrecen equipo y cr¨¦ditos a los agricultores a cambio de comprarles toda la cosecha¡±. ¡°Mosc¨² deber¨ªa preocuparse m¨¢s y hacer que fuera m¨¢s ventajoso trabajar para sus empresarios¡±, dice.
Los Viejos Creyentes no fuman ni beben y tienen numerosa prole. Tambi¨¦n son cr¨ªticos y testarudos. Poseen una estricta moral de trabajo y un profundo sentido de la responsabilidad. El Estado desde Mosc¨² los trata como si fueran ejemplares de una rara y apreciada fauna. Los vecinos de estos inmigrantes los ven, sin embargo, de otro modo. Este peri¨®dico oy¨® como Uli¨¢n y uno de sus hijos, barbudo como ¨¦l, eran insultados entre dientes por una mujer que pas¨® junto a ellos en Roschino. Seg¨²n cuentan, la mujer era amiga de la acusada de prender fuego a las casas de Ders¨². Tatiana, jubilada, refunfu?a porque a los nuevos vecinos ¡°se lo dan todo" y ella s¨®lo tiene una pensi¨®n de 11.000 rublos que no le basta "ni para pagar la le?a".?
Venedikt Reutov, de 25 a?os, otro Viejo Creyente asentado en el pueblo de Liubitovka, a dos horas de coche de Ders¨², tambi¨¦n ha tenido choques con los vecinos. Llegado en 2014 desde Bolivia en compa?¨ªa de sus padres y hermanos, Venedikt se cas¨® en Rusia con Faina, criada en una comunidad de Viejos Creyentes de la provincia de Jab¨¢rovsk. Venedikt confiesa que a veces se desespera y tiene ganas de abandonarlo todo. A sus hermanos les pasa lo mismo, pero ¡°no saben ad¨®nde ir¡±. Cuenta que un dirigente local, ahora encarcelado, le rob¨® 5,3 millones de rublos (unos 76.100 euros) y que de su opini¨®n depende ahora que lo dejen en libertad condicional. ¡°Deber¨ªa decir que lo dejen en la c¨¢rcel hasta que me haya pagado lo que me rob¨®¡±. Entre las experiencias negativas, Venedikt Reutov cuenta los 700.000 rublos que se vio obligado a entregar a una persona que inesperadamente reclam¨® derechos de propiedad sobre el terreno de 270 hect¨¢reas que ¨¦l estaba comprando. De los 630.000 d¨®lares que le proporcion¨® la venta de su patrimonio en Bolivia apenas le queda nada, dice.
Venedikt y Faina se consideran gente moderna y se distancian de las tradiciones de su comunidad de Viejos Creyentes, reticente a los tel¨¦fonos, los ordenadores e incluso la electricidad. De hecho, se conocieron a trav¨¦s de la red social Facebook, y tienen WhatsApp e Instagram en sus m¨®viles. Sonr¨ªen para las fotos y sue?an con ir de vacaciones a Estados Unidos, donde viven sus parientes, miembros de la di¨¢spora de los Viejos Creyentes rusos. De Am¨¦rica Latina, Venedikt a?ora los cocos, los mangos y las tres cosechas al a?o.