Un arancel que hace m¨¢s da?o a la econom¨ªa de EE UU que protegerla
Los analistas advierten de las consecuencias de la medida por los efectos colaterales en otras industrias
Con la aplicaci¨®n de un arancel a las importaciones de acero y de aluminio, el presidente Donald Trump lleva a la pr¨¢ctica las pol¨ªticas proteccionistas que defendi¨® durante la campa?a electoral. El anuncio no es del todo una sorpresa pero crea una ola de incertidumbre entre los analistas. Advierten que es uan "gran error" y que los da?os colaterales de la medida ser¨¢n mayores que los beneficios para los productores locales.
Los estrategas de United Capital recuerdan que los aranceles son ¡°una tasa¡± adicional al consumo y por eso consideran que su impacto econ¨®mico no debe ser ignorado. La Reserva Federal, a?aden, puede verse a su vez ser m¨¢s agresiva en su plan de subida de tipos de inter¨¦s porque el proteccionismo comercial crea riesgos inflacionistas, al elevar el coste de los productos que llegan desde fuera.
El economista Robert Shiller se?ala por su parte que los aranceles hacen la producci¨®n m¨¢s ¡°ineficiente¡±, porque elevan los costes a las empresas que necesitan la materia prima en sus procesos manufactureros y eso puede acabar da?ando a su vez al empleo. Admite que en el caso concreto del acero y del aluminio hay un exceso de capacidad en el mercado. Pero teme que este sea un primer ca?onazo.
¡°No me preocupa la cantidad de aluminio que haya en una lata de un refresco¡±, dice, ¡°sino las medidas de retorsi¨®n¡±. Los analistas de Baird se?alan en este sentido que los metales suelen representar de media el 15% de un producto. El efecto de un arancel m¨¢s alto, por tanto, no ser¨ªa mayor en el precio final que paga el consumidor. El problema, coincide, es el grado de la repuesta, de qui¨¦n llega y por d¨®nde.
Relaci¨®n con aliados
El gran riesgo, se?alan los analistas, es que el arancel a estos dos metales, sumado al que hace un mes se anunci¨® contra los paneles solares y las lavadoras, envenene la relaci¨®n con importantes aliados. Desde el banco de inversi¨®n B. Riley FBR no creen que Donald Trump vaya a llevarlo tan lejos como para desencadenar una guerra comercial, para as¨ª evitar que le ataquen donde m¨¢s le duele pol¨ªticamente.
La asociaci¨®n que representa a la industria aeroespacial, que depende enormemente de los metales de calidad, no oculta su preocupaci¨®n con lo que hay sobre la mesa. Eric Fanning, su presidente, explica que el arancel ¡°elevar¨¢ los costes y distorsionar¨¢ la cadena de suministro, poniendo en riesgo la competitividad¡±. ¡°Afectar¨¢ a empresas peque?as y grandes¡±, se?ala, ¡°pero la mayor amenaza son las represalias¡±.
Trump quiere proteger esencialmente a una industria que es peque?a cuando se compara con el conjunto de las empresas que cotizan en Wall Street, como indica Erin Gibbs desde Standard & Poor?s Capital. ¡°El sector sider¨²rgico es la mitad que el de la automoci¨®n¡±, insiste. Los expertos de CFRA entiende que las tarifas busquen elevar la capacidad de la industria local, pero no comparte la manera.
Los efectos se sentir¨¢n en todos los sectores, anticipa James McBride desde Council on Foreign Relations. Los m¨¢s afectados de lejos son el de la construcci¨®n y la automoci¨®n, seguidos de lejos por la energ¨ªa y la industria de equipamiento. "Decenas de miles de empleos est¨¢n a riesgo", asegura la Business Rountable. El impacto es menor para la defensa, la industria que utiliza la Administraci¨®n de Donald Trump para justificar la medida bajo el argumento de la seguridad nacional.
Innovaci¨®n
Darren Woods, consejero delegado de la petrolera Exxon Mobil, teme que el arancel acabe deshaciendo los beneficios que se est¨¢n logrando para las empresas con la rebaja de impuestos y de la regulaci¨®n. ¡°Es un paso que va en la direcci¨®n opuesta¡±, valora el sucesor de Rex Tillerson. Caterpillar, Harley-Davidson y Whrilpool tambi¨¦n advierten que les crea una desventaja competitiva.
Los economistas coinciden al concluir que estas tarifas dif¨ªcilmente ayudar¨¢n a los productores locales de acero y aluminio. La innovaci¨®n en la industria, no las importaciones, son el factor primordial que explica la p¨¦rdida de empleo. Tambi¨¦n la ca¨ªda en la demanda de metales, que est¨¢ a la mitad cuando se compara con los niveles de hace cuatro d¨¦cadas porque EE UU es una econom¨ªa madura.
La alternativa pasa, indican, porque EE UU adopte medidas para potenciar las exportaciones de sus productores locales hacia pa¨ªses en desarrollo en Asia y ?frica. Actualmente los env¨ªos de acero y aluminio estadounidense representan solo el 2% del total que se mueve a escala global, frente al 24% que mueve China. Una guerra comercial, advierten, tiene precisamente el efecto opuesto.
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