Brasil, en el vac¨ªo
La incertidumbre electoral se agiganta por la consolidaci¨®n de la condena de Lula
Con el paso de los d¨ªas, la inc¨®gnita sobre la sucesi¨®n presidencial brasile?a, en vez de abreviarse, se agiganta. La semana pasada el Superior Tribunal Federal (STF), m¨¢ximo ¨®rgano judicial de Brasil, ratific¨® el principio por el cual las condenas penales pueden comenzar a ejecutarse despu¨¦s de una sentencia de la segunda instancia judicial. As¨ª rechaz¨® una pretensi¨®n de Luiz In¨¢cio Lula da Silva, quien aspiraba a evitar la prisi¨®n, a pesar de que el Tribunal Regional Federal de la 4? Regi¨®n lo sancion¨® con 12 a?os de c¨¢rcel por dejarse sobornar. Una vez que ese tribunal termine de analizar algunas aclaraciones contables provistas por la defensa del acusado, el expresidente podr¨ªa terminar tras las rejas.
El STF tambi¨¦n orden¨® quebrar el secreto de las cuentas bancarias de Michel Temer. La justicia quiere saber si el actual presidente recibi¨® alguna compensaci¨®n por la firma de un decreto sobre la actividad portuaria que benefici¨® a la firma Rodrimar.
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Estas dos decisiones vuelven todav¨ªa m¨¢s brumoso el horizonte pol¨ªtico de Brasil. La capacidad administrativa del Gobierno tiende a cero. Hay decisiones importantes que dependen del vigor oficialista. La firma del Tratado de Libre Comercio entre Mercosur y la Uni¨®n Europea sigue demor¨¢ndose. En la Argentina, Uruguay y Paraguay ya no lo atribuyen a la reticencia de Francia, sino a que Temer no puede enfrentar la presi¨®n del empresariado automotor de su pa¨ªs. Hay otro frente delicado: la frontera brasile?a con Venezuela se ha convertido en un territorio de emergencia. Nicol¨¢s Maduro exporta su crisis humanitaria a localidades como Boa Vista, que agreg¨® 40.000 venezolanos indigentes a su poblaci¨®n de 300.000 personas. Temer s¨®lo obtiene una gota de popularidad gracias a una iniciativa muy controvertida: la intervenci¨®n militar del Estado de R¨ªo de Janeiro para luchar contra el narcotr¨¢fico que controla las favelas.
El poder del presidente est¨¢ muy diluido. A fines de febrero debi¨® soportar que se reemplace al director de la Polic¨ªa Federal, Fernando Segovia, por haber hecho declaraciones a favor de su inocencia. La opini¨®n p¨²blica est¨¢ hipersensibilizada frente a cualquier atisbo de manipulaci¨®n de las instituciones. Por eso el s¨¢bado se desat¨® otra tormenta: fue a ra¨ªz de que Temer visitara en su domicilio a Carmen L¨²cia Antunes, la presidenta del STF, que dispuso la publicidad de sus cuentas bancarias.
En este contexto sobresale un fen¨®meno misterioso. La econom¨ªa, aunque a un ritmo lent¨ªsimo, se sigue recuperando. El a?o pasado sali¨® de una aguda recesi¨®n y creci¨® al 1,4%. Y en el cuarto trimestre lo hizo a un 2,56% interanual. La vida material parece divorciada de las miserias del poder. Pero es un desacople provisorio. La agon¨ªa de la Administraci¨®n ha liquidado el sue?o de una reforma jubilatoria indispensable para las cuentas p¨²blicas. Las calificadoras de riesgo comenzaron a bajar la nota de Brasil.
Temer se sostiene por una raz¨®n mezquina. No se encuentra alguien disponible para sucederle. Si fuera desplazado, el mando pasar¨ªa a Rodrigo Maia, el presidente de la C¨¢mara de Diputados. Pero, como Maia es candidato a presidente, en abril deber¨ªa renunciar, si es que quiere hacer campa?a. Su reemplazante ser¨ªa Eunicio Oliveira, titular del Senado, que en abril se postular¨¢ para la reelecci¨®n como representante del Estado de Cear¨¢. Ese juego de domin¨® terminar¨ªa dejando la presidencia de Brasil en manos de la jueza L¨²cia, quien lidera el STF. Como nadie desea ese desenlace, Temer se mantiene en el Palacio del Planalto.
El presidente aspiraba a ser un elector en el proceso sucesorio. Lo ser¨¢, por la negativa: cualquier candidato que se le aproxime saldr¨¢ carbonizado. El consenso que se requiere para que el centro pol¨ªtico postule a un candidato se lograr¨¢ contra la oferta de la izquierda, pero tambi¨¦n contra el Gobierno. La falta de solidaridad con el destino penal de Temer, que hab¨ªa sido una debilidad del socialdem¨®crata Geraldo Alckmin (PSDB), se puede transformar ahora en un activo.
El vac¨ªo electoral se agiganta por la consolidaci¨®n de la condena de Lula, que deja vacante tambi¨¦n el otro campo. El expresidente cuenta con un 36% de intenci¨®n de voto. ?Podr¨¢ transferir ese capital al paulistano Fernando Haddad o el bahiano Jaques Wagner? Tal vez la alternativa a Lula no est¨¦ dentro del PT. A eso apuesta Ciro Gomes, l¨ªder del Partido Democr¨¢tico Trabalhista (PDT), quien puso su carrera en manos del polit¨®logo Roberto Mangabeira, antiguo profesor de Barack Obama en Harvard durante los a?os ochenta.
La polarizaci¨®n Alckmin-Gomes todav¨ªa es una hip¨®tesis. Jair Bolsonaro se encarga de bloquearla. Este exmilitar, defensor de la dictadura y condenado por hacer apolog¨ªa de la violaci¨®n, encarna lo peor del sentimiento populista. Pero esgrime dos ventajas. No tiene acusaciones de corrupci¨®n y ha defendido las mismas tesis de ultraderecha desde hace a?os. A los hombres de negocios que temen su avance intent¨® tranquilizarlos: "En materia econ¨®mica voy a poner en pr¨¢ctica lo aprendido en Estados Unidos". Es un gui?o ambivalente. Hoy la doctrina econ¨®mica norteamericana es el nacionalismo proteccionista. Muchos analistas se consuelan pensando que Bolsonaro no superar¨¢ su falta de estructura partidaria. Prefieren no considerar otro factor. Como acaban de demostrar los italianos, los vientos de la ¨¦poca soplan a favor de lo indeseable.
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