Las tumbas con nombre, un cierre de la guerra de Malvinas 36 a?os despu¨¦s
Las familias de los ca¨ªdos argentinos rinden homenaje a 90 cuerpos identificados tras a?os de tensi¨®n
Esperaron 36 a?os para saber cu¨¢l era la tumba de su hijo, su hermano, su novio. Por eso algunos familiares se agarraban desesperados y entre llantos a la cruz bajo la cual yacen sus seres queridos, en el sobrecogedor paisaje g¨¦lido de las Islas Malvinas. ¡°Te esper¨¦ 35 a?os, Luis. Ay, Dios ?por qu¨¦ me quitaste a mi hijo?¡±, gritaba una madre desconsolada nada m¨¢s llegar al cementerio. Hasta hace poco estaban enterrados como ¡°Soldado argentino s¨®lo conocido por Dios¡±. Ahora, gracias al ADN, un complejo acuerdo entre Argentina y el Reino Unido y el trabajo de la Cruz Roja Internacional, 90 tumbas del cementerio de Darwin tienen nuevo nombre. Al final del d¨ªa, despu¨¦s de pasar unas horas en las tumbas de sus hijos, las familias parec¨ªan aliviadas. ¡°Me encontr¨¦ con mi hijo, pude hablar con ¨¦l, fue un encuentro con mucho amor y mucha paz¡±, contaba, emocionada, la madre de Daniel Massad, uno de los soldados reconocidos en los ¨²ltimos meses.
En un viaje organizado por la embajada brit¨¢nica y el Gobierno argentino, representado por el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, y financiado por Eduardo Eurnekian, el millonario de origen armenio que preside Aeropuertos 2000, 214 familiares llegaron a Malvinas sobrecogidos para vivir un d¨ªa ¨²nico. La guerra de Malvinas conmovi¨® al mundo en 1982. Una dictadura acorralada intent¨® a la desesperada un ¨¦xito patri¨®tico sobre el Reino Unido que fue un desastre. Mandaron a la guerra soldados tan poco preparados que muchos no ten¨ªan siquiera una placa de identificaci¨®n en el cuello. Por eso en Darwin m¨¢s de la mitad de las tumbas figuraban sin nombre.
La de Jos¨¦ Ortega era una de ellas. Se fue a la guerra a los 20 a?os con su novia embarazada. ¡°?l ocult¨® eso para que no lo regresaran, quer¨ªa luchar por la patria. Nunca supo que ser¨ªa padre de mellizas que ahora tienen 35 a?os. Cuando reconocieron el cuerpo nos entregaron su anillo de compromiso, lo llevaba encima todos estos a?os en los que fue soldado s¨®lo conocido por Dios. Su cuerpo se quedar¨¢ aqu¨ª, ¨¦l luch¨® por esto¡±, cuenta emocionada Sonia, su madre, al lado de su tumba.
La paz la firm¨® en 1982 una dictadura humillada. Pero la reconciliaci¨®n de la guerra de Malvinas a¨²n est¨¢ pendiente. El final de esta particular guerra fr¨ªa se empez¨® a escribir en una soleada jornada de oto?o en la que los ca¨ªdos argentinos recibieron los honores de militares escoceses e ingleses como el primer paso a la normalizaci¨®n de relaciones entre los dos pa¨ªses. ¡°Es un gran honor. Los veteranos brit¨¢nicos sienten un gran respeto por los ca¨ªdos argentinos y viceversa. Todos los cuerpos fueron tratados siguiendo la convenci¨®n de Ginebra. Las familias ser¨¢n bienvenidas. Los militares sabemos c¨®mo reconciliarnos¡±, sentencia el brigadier brit¨¢nico Baz Bennett, que dirig¨ªa la ceremonia.
Esta historia ha cambiado la vida de 90 familias, que ahora tienen una tumba para sus ca¨ªdos en las Malvinas, pero tiene tambi¨¦n tres protagonistas que no son v¨ªctimas. Uno es Geoffrey Cardozo, el militar brit¨¢nico que se encarg¨® de enterrar a los soldados en 1982. Hizo un detallado informe que ahora ha facilitado la identificaci¨®n con ADN. Para muchos de ellos es como de la familia. ¡°Yo les cojo de la mano y les digo ¡®yo soy el ¨²ltimo que cuid¨® a tu hijo, yo lo enterr¨¦¡¯. Y eso es muy profundo. Siento una alivio enorme. Las familias entraron con el coraz¨®n pesado a este cementerio y se van tranquilos. Una vez fueron mis chicos, ahora ya est¨¢n con sus padres, en su coraz¨®n¡±, clamaba Cardozo. Muchos familiares llorosos se acercaron a agradecerle su trabajo.
El otro gran protagonista es Julio Aro, un superviviente que localiz¨® a Cardozo e hizo todo lo que pudo para permitir este d¨ªa. ¡°Yo combat¨ª en Malvinas y sobreviv¨ª de milagro. Hoy podr¨ªa ser uno de ellos, se los deb¨ªa. Hoy es un gran d¨ªa¡±, sentencia. Y el ¨²ltimo es la periodista de Infobae Gabriela Cociffi, que fue la que se encarg¨® de mover contactos al m¨¢ximo nivel y lograr incluso que el cantante Roger Waters se interesara, al punto de que fue ¨¦l quien habl¨® con Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner para poner en marcha un proyecto que ha costado casi 10 a?os llevar a la realidad, ya con Mauricio Macri en la presidencia, que le dio un impulso clave. ¡°Yo s¨®lo quer¨ªa acabar con el dolor de estas madres que s¨®lo ped¨ªan una tumba donde recordar a sus hijos¡±, asegura. "A¨²n no hemos acabado, quedan 31", recuerda Cociffi. Son las 31 tumbas a¨²n sin identificar porque el ADN dio negativo. Est¨¢n a la espera de que sus familiares alg¨²n d¨ªa se animen a hacer la prueba, no todos lo hicieron.
Las 90 familias que s¨ª lograron la identificaci¨®n est¨¢n empezando a construir algo que parec¨ªa imposible hace poco. La paz definitiva que deber¨ªa abrir paso, por ejemplo, a los vuelos entre el territorio continental argentino y las Islas Malvinas, algo ahora mismo inviable que obliga a viajar desde Chile. ¡°Le ped¨ª a Dios que me dejara ver este d¨ªa. Me pusieron dos stents hace dos meses, pero he llegado. Aqu¨ª se va a quedar, sacarlo ser¨ªa traicionarlo. Es el cierre de un c¨ªrculo¡±, se emociona la madre de Daniel Ugalde, Raquel. La ceremonia se hizo con mucho respeto, tratando de evitar tensiones, sin banderas argentinas visibles. Solo al final, un grito un¨¢nime de "?Viva la patria!" para recordar que casi todos los argentinos, pero especialmente estas familias, siguen reivindicando como propias estas islas.
En la isla tambi¨¦n hay muchos kelpers que quieren cerrar de una vez la etapa de la tensi¨®n, aunque a¨²n no apoyan que haya vuelos desde Buenos Aires, que para los isle?os son un s¨ªmbolo del lugar donde se decidi¨® el intento por recuperar estas tierras inh¨®spitas para Argentina. El clima es tan duro que en las tumbas los familiares colocan flores de pl¨¢stico, las ¨²nicas que resisten, y las atan a las cruces para que no se vuelen. Por la carretera vac¨ªa apenas se ven algunas ovejas, s¨®lo viven 2.400 personas en este lugar tan lejano de la Gran Breta?a que lo domina. ¡°Los isle?os vemos esto como algo humanitario, todos tenemos padres o hijos. Pero tendremos que esperar generaciones para ver el final de esta guerra. Fue todo demasiado duro¡±, cuenta John Fowler, un periodista local que ejerce como traductor de la comitiva. No ser¨¢ f¨¢cil coser las heridas que dejaron los 649 muertos argentinos, 255 brit¨¢nicos y tres isle?os. Pero esta in¨¦dita ceremonia parece abrir un camino nuevo.
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