La Iglesia argentina proh¨ªbe a los curas tocar a los ni?os para prevenir abusos
La Arquidi¨®cesis de Paran¨¢, involucrada en al menos dos casos graves de pedofilia, elabora un crudo protocolo de comportamiento
Los curas bajo el mandato del Arzobispado de Paran¨¢, en la provincia argentina de Entre R¨ªos, no pueden tener contacto f¨ªsico con ni?os, tienen prohibido compartir con ellos habitaciones de hotel o cualquier otro sitio y cuando escuchen sus confesiones tendr¨¢n que dejar la puerta de la sacrist¨ªa abierta. Si deben viajar en auto con un menor, el sacerdote procurar¨¢ la presencia de otro adulto. El listado pertenece a un protocolo de buena conducta elaborado por las autoridades eclesi¨¢stica para prevenir abusos sexuales, una soluci¨®n de emergencia ante la sucesi¨®n de hechos de pedofilia grave en esa arquidi¨®cesis del interior del pa¨ªs, donde se agrupa casi medio mill¨®n de fieles.
El protocolo no tiene antecedentes en la Iglesia argentina y tiene como objetivo limitar al m¨¢ximo la posibilidad de contacto f¨ªsico entre los sacerdotes y los ni?os de la comunidad. Las normas rigen tambi¨¦n para la protecci¨®n de adultos vulnerables. El listado es directo y crudo en sus recomendaciones, para que no queden dudas. Se titula Normas arquidiocesanas de comportamiento en el trato con menores de edad y adultos vulnerables, y uno a uno enumera los comportamientos que est¨¢n prohibidos. Fue presentado por el obispo de Paran¨¢, Juan Alberto Puiggari, sin mucha pompa, pero su contenido fue publicado en la web para que todos puedan verlo.
Los sacerdotes saben ahora que no podr¨¢n ¡°realizar cualquier insinuaci¨®n, comentario o chiste sexual¡±, ¡°poseer o exhibir cualquier material sexual o pornogr¨¢fico¡± o ¡°involucrarse en conductas sexuales secretas o manifiestas¡±, con menores de edad. El contacto f¨ªsico tambi¨¦n est¨¢ terminantemente prohibido, y si ¡°es el menor o el adulto vulnerable quien inicia gestos como un abrazo, la respuesta debe ser sobria, breve y apropiada, y siempre en lugares p¨²blicos y delante de otras personas¡±.
¡°Son temas muy delicados y es bueno que aquellos que trabajen con menores sepan estas cuestiones de manera simple. Es para que todo adulto sepa qu¨¦ hacer para prevenir un abuso y ante la sospecha¡±, dijo la abogada Mar¨ªa In¨¦s Franck, miembro de la Comisi¨®n Arquidiocesana para la Protecci¨®n de los Menores, una unidad creada por monse?or Puiggari en 2017 ante la sucesi¨®n de casos en su comunidad. Puiggari tuvo motivos suficientes. La semana que viene comienza en Paran¨¢ el juicio oral contra el cura Juan Jos¨¦ Ilarraz, acusado de abusar de medio centenar de seminaristas de 10 a 14 a?os, entre 1984 y 1992. La Justicia de la ciudad tambi¨¦n ha debido intervenir en el caso del cura colombiano Juan Diego Escobar Gaviria, condenado en agosto del a?o pasado a 25 a?os de c¨¢rcel por cuatro casos de abuso contra cuatro monaguillos, uno de ellos el de Renzo, el hijo de 11 a?os de Silvia Mu?oz.
La mujer est¨¢ al tanto del protocolo de buena conducta porque monse?or Puiggari se lo anticip¨® personalmente en octubre pasado. ¡°Le dije que estaba bien, pero que a la vez lo ve¨ªa tarde. El problema es el encubrimiento¡±, dice al EL PA?S. Sobre la efectividad de las nuevas normas contra los abusos, Mu?oz tiene sus dudas. ¡°Los curas le buscan la vuelta y por m¨¢s que les digan que hay que evitar el contacto en alg¨²n momento lo tienen. Buscan la forma de acercarse a los chicos y de intimar con ellos. Los chicos les tienen miedo, es lo que les inculcan, y los sacerdotes seguir¨¢n abusando por m¨¢s que haya un protocolo¡±, dice.
Desde el Vaticano, el papa Francisco exigi¨® a?os atr¨¢s "tolerancia cero" contra los curas pederastas. La Conferencia Episcopal Argentina recomend¨® entonces a cada di¨®cesis que elabore un c¨®digo de abordaje de las denuncias. Puiggari cumpli¨® con la orden y sum¨® adem¨¢s el listado de normas de convivencia entre curas y menores. El protocolo no ha pasado desapercibido entre los abogados que impulsan las causas por pedofilia contra miembros de la Iglesia, como Carlos Lombardi, de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesi¨¢stico. ¡°A nosotros nos da argumentos para elaborar las denuncias, pero el problema es que en el fuero eclesi¨¢stico nadie controla esto¡±, dice Lombardi. En cualquier caso, el abogado lee el protocolo como una confesi¨®n de parte: ¡°La Iglesia considera los abusos m¨¢s como una falta moral que como un delito y esa falta moral es consecuencia de la debilidad de los sacerdotes, que se convierten en v¨ªctimas que no pueden contenerse ante la tentaci¨®n. La crudeza del protocolo refleja esta mirada¡±.
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