El vac¨ªo de las palabras
El asesinato de los estudiantes desaparecidos en Jalisco revive los fantasmas de Ayotzinapa y desnuda a los candidatos en sus propuestas contra la violencia
Salom¨®n Aceves Gast¨¦lum, Daniel D¨ªaz y Marco ?valos est¨¢n muertos. Los tres estudiantes desaparecidos en Tonal¨¢ (Jalisco) en marzo fueron disueltos en ¨¢cido sulf¨²rico. Los cineastas en ciernes, de entre 20 y 25 a?os, pasar¨¢n a ser estad¨ªsticas de una macabra rutina a la que los mexicanos nos hemos acostumbrado. Se hablar¨¢ de carpetas de investigaci¨®n, de homicidios intencionales, de delincuencia organizada y de un alza en la tendencia. De algo de eso hablaron el domingo los cinco candidatos presidenciales. Cambio de estrategia, sali¨® de la boca de algunos. La necesidad de reforzar la guerra, respondieron otros.
El brutal homicidio de los j¨®venes, asesinados por habitar una propiedad de un grupo del narcotr¨¢fico, revive los fantasmas de Ayotzinapa y desnuda a los cinco aspirantes a mandatarios de este pa¨ªs. Desde sus podios enlistaron estrategias y dispararon estad¨ªsticas sin reparar en el complejo pero simple problema de la violencia: los mexicanos nos estamos matando los unos a los otros en niveles nunca antes vistos.
Denise Maerker, una de las moderadoras del primer debate, pregunt¨® precisamente eso a Margarita Zavala. La idea hizo titubear a la aspirante independiente por primera vez, de muchas, en el contraste entre candidatos. La estrategia de seguridad parece cocinarse por una serie de expertos. Sus diagn¨®sticos en fr¨ªo parecen estar completamente alejados del terreno, donde los estudiantes pueden ser disueltos en una sustancia corrosiva despu¨¦s de hacer ejercicios en video.
La dimensi¨®n del problema es may¨²scula. Ninguno de los candidatos parece entender que el pr¨®ximo sexenio cada uno de ellos puede vivir su propio Ayotzinapa. Ha sido el Gobierno de Enrique Pe?a Nieto el que tendr¨¢ que cargar el fardo hist¨®rico de haber gestionado tan pobremente esa crisis. Pero pudo haber sido un pol¨ªtico de cualquier otro partido. Hoy no hay nada sobre el horizonte que garantice que el pr¨®ximo presidente de M¨¦xico evitar¨ªa un desastre similar.
A principios de marzo, algunos d¨ªas antes de que los j¨®venes desaparecieran en Jalisco, M¨¦xico pudo olvidar moment¨¢neamente sus problemas para celebrar. Guillermo del Toro, uno de sus cineastas m¨¢s queridos, hab¨ªa triunfado en los Oscar. El director que abandon¨® Jalisco en 1998 por la inseguridad abarrot¨® tres veces una clase magistral con estudiantes de cine en Guadalajara para hablar del ¨¦xito y la ambici¨®n. Lo que dijo all¨ª retumba hoy con m¨¢s potencia: ¡°Es importante atenernos a nosotros, no a las instancias gubernamentales. ?Qu¨¦ podemos hacer el uno por el otro? Lo importante no es lo que aprendan con los maestros, son los compas. Los compas y el coraje que tienen con el mundo de decir ¡®chingue su madre¡¯, yo quiero hacer. Es lo m¨¢s importante de estudiar cine. Si te juntas con tres compas y tienen una camarita, eso es. No va a bajar el arc¨¢ngel San Gabriel de una instituci¨®n federal a arreglar el pedo¡±.
Qu¨¦ vac¨ªas suenan hoy las palabras y promesas recitadas por los pol¨ªticos solo 24 horas antes. M¨¦xico se ve obligado nuevamente atender, con urgencia, el desastre que est¨¢ consumiendo a nuestros j¨®venes.?
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