El Gobierno de Trump fracasa en frenar la legalizaci¨®n de la marihuana
A los tres meses de que el Departamento de Justicia alentara la persecuci¨®n de la droga, m¨¢s Estados apuestan por la descriminalizaci¨®n y se afianza el viraje social en EE UU
La rutina no se ha alterado en la tienda Wash Hydro, en Washington. A cambio de comprar una camiseta por 42 d¨®lares, el cliente puede escoger entre cuatro ¡°regalos¡± con marihuana: un cogollo de hierba, un chocolate, un parche o una sustancia para inhalar. La transacci¨®n es posible gracias a una ingeniosa explotaci¨®n de los resquicios legales. En la capital de Estados Unidos, la compraventa y el consumo p¨²blico de marihuana siguen estando prohibidos, pero est¨¢ autorizada la plantaci¨®n y posesi¨®n. Eso hace que dar un obsequio con la droga no sea punible.
¡°Ya no me preocupa romper la ley¡±, cuenta Peter, de 35 a?os, en la puerta de la tienda, en el barrio de Adams Morgan y rodeada de bares y restaurantes. Antes compraba marihuana a trav¨¦s de un amigo. Ahora, ironiza, tiene un sinf¨ªn de camisetas adquiridas en el establecimiento -al que acude una o dos veces al mes- a cambio de cogollos de marihuana. Sostiene que el refer¨¦ndum de 2014, que permiti¨® la legalizaci¨®n parcial en Washington, ha cambiado ¡°toda la din¨¢mica¡± de la compraventa de cannabis y ha hecho que se ¡°respete m¨¢s¡± el consumo.
La tienda ilustra la oleada de despenalizaci¨®n de la marihuana en los ¨²ltimos a?os en EE UU. Ahora, sin embargo, vive bajo una amenaza latente. El Gobierno del republicano Donald Trump fulmin¨® en enero la pol¨ªtica amigable de la anterior Administraci¨®n dem¨®crata de Barack Obama. El Departamento de Justicia acab¨® con la doctrina que desde 2013 desalentaba a los fiscales a perseguir delitos relacionados con la marihuana en los Estados -actualmente son nueve- que la han legalizado.
Quedaba en jaque el viraje social que ha disparado la aceptaci¨®n de la droga, espoleado por un menor temor a sus riesgos, y despu¨¦s de que d¨¦cadas de mano dura no hayan rebajado dr¨¢sticamente el consumo y el llenar las c¨¢rceles de personas con delitos menores por drogas haya golpeado sobre todo a minor¨ªas raciales.
Tres meses despu¨¦s del aviso lanzado por el Departamento de Justicia, la revoluci¨®n social no se ha frenado. Si el objetivo de Trump y de su fiscal general, Jeff Sessions, era paralizar el domin¨® de despenalizaci¨®n, han fracasado. M¨¢s Estados, incluidos feudos conservadores, han dado pasos para legalizar el uso recreativo o medicinal de la marihuana. Y las autoridades farmac¨¦uticas estadounidenses dieron la semana pasada su primera revisi¨®n positiva a una medicina elaborada con extractos de cannabis e ideada para el tratamiento de ni?os con epilepsia. Ser¨ªa la primera vez que se aprueba en EE UU un f¨¢rmaco originario de la marihuana.
Como ep¨ªtome del nuevo paradigma, la creciente tolerancia a la droga empieza a vislumbrarse entre destacadas voces conservadoras. El republicano John Boehner, que fue presidente de la C¨¢mara de Representantes entre 2011 y 2015 y que se hab¨ªa declarado un ¡°opositor inalterable¡± a la legalizaci¨®n de la marihuana, ha cambiado de opini¨®n. Boehner se incorpor¨® a principios de abril a la junta de asesores de Acreage Holdings, una empresa de cannabis presente en 11 Estados, y dijo que ha llegado el ¡°momento de una consideraci¨®n seria sobre un giro en la pol¨ªtica federal de marihuana¡±.
Un ¡®boom¡¯ econ¨®mico
La venta legal de cannabis, ya sea para fines m¨¦dicos o recreativos, se ha convertido en una enorme fuente de ingresos para las arcas p¨²blicas, productores y distribuidores. El mercado legal de marihuana en Am¨¦rica del Norte creci¨® un tercio el a?o pasado hasta los aproximadamente 10.000 millones de d¨®lares, seg¨²n la consultora ArcView Market Research, que prev¨¦ que se haya duplicado en 2021. La producci¨®n legal de cannabis tambi¨¦n ha ayudado a dar nuevas oportunidades econ¨®micas a municipios en declive.
Y el pasado mi¨¦rcoles un destacado congresista republicano -Bob Goodlatte, presidente del Comit¨¦ Judicial de la C¨¢mara de Representantes- anunci¨® que ser¨ªa el coautor de una propuesta de ley para facilitar la investigaci¨®n m¨¦dica del cannabis, lo que dispara las posibilidades de aprobaci¨®n de la norma. Parte del giro se explica por la promoci¨®n de la marihuana como un analg¨¦sico contra los dolores de soldados retirados y como sustituto de opi¨¢ceos, responsables de una feroz epidemia de adicci¨®n y muerte en EE UU.
Un 64% de los estadounidenses apoya legalizar la marihuana, seg¨²n una encuesta de Gallup a finales de 2017. Es el porcentaje m¨¢s alto desde el inicio de la serie estad¨ªstica. El sondeo tambi¨¦n indic¨® que por primera vez tambi¨¦n es mayoritario el respaldo entre republicanos: es del 51% frente al 42% de un a?o antes. Entre los votantes dem¨®cratas, un 72% son partidarios de la legalizaci¨®n.
La marihuana es ilegal bajo la ley federal. EE UU contin¨²a consider¨¢ndola una droga de alto riesgo que no puede usarse con fines m¨¦dicos, como la hero¨ªna o el LSD. Con la nueva hoja de ruta del Departamento de Justicia, cualquier establecimiento o consumidor de cannabis puede ser objeto de denuncias, aunque de momento no se ha percibido un giro significativo de los fiscales. EE UU es el segundo mayor consumidor mundial de marihuana por habitante, seg¨²n datos de la ONU.
Ecos del pasado
Hay ecos del pasado. En los a?os ochenta, el presidente republicano Ronald Reagan describ¨ªa la marihuana como ¡°probablemente la droga m¨¢s peligrosa en Estados Unidos¡±. El fiscal general Sessions bebe de ese discurso. Ultraconservador y partidario de endurecer los castigos por el uso de drogas, es el arquitecto de la nueva pol¨ªtica. ¡°Es la misi¨®n del Departamento de Justicia aplicar las leyes y la anterior directriz socava la ley¡±, argument¨® al dar carta blanca a sus fiscales. Defendi¨® que es la mejor v¨ªa de luchar contra el narcotr¨¢fico y el crimen violento. En cambio, Trump se ha quedado en un segundo plano. Como candidato electoral se mostr¨® ambivalente: dijo que pod¨ªa entender el uso medicinal de la marihuana, sugiri¨® que cada Estado deb¨ªa poder decidir sobre la legalizaci¨®n pero tambi¨¦n advirti¨® del riesgo de fomentar un comercio ilegal.
Tras la amenaza de Sessions, destacados republicanos criticaron la nueva pol¨ªtica y varios Estados no se amendrentaron. Vermont se convirti¨® en el noveno Estado en legalizar la posesi¨®n de marihuana con fines recreativos (la venta sigue vetada). Y lo hizo con dos matices relevantes: bajo el apoyo de su gobernador republicano y siendo el primer Estado que aprueba la legalizaci¨®n en el Congreso y no mediante un refer¨¦ndum.
Al margen de la ciudad de Washington, los otros Estados que han legalizado el uso recreativo del cannabis son Washington, Oreg¨®n, Nevada, California, Alaska, Colorado, Massachusetts y Maine. En paralelo, Carolina del Sur, Utah y Oklahoma, de dominio republicano, tambi¨¦n han avanzado en las ¨²ltimas semanas hacia la autorizaci¨®n del uso medicinal de la marihuana, permitida en 29 de los 50 Estados de EE UU.
Kate M. Bell, responsable legislativa de Marijuana Policy Project, una organizaci¨®n que promueve la legalizaci¨®n de la marihuana en EE UU, cree que la nueva pol¨ªtica de Justicia puede acabar limit¨¢ndose a endurecer aquellos principios que ya pod¨ªan perseguir los fiscales durante el Gobierno de Obama, como por ejemplo evitar que la marihuana que se produce legalmente en un Estado se transporte a otro Estado donde no est¨¢ permitida la venta.
Su tesis es que la ola de despenalizaci¨®n del cannabis no tiene marcha atr¨¢s porque sostiene que los argumentos de los cr¨ªticos no se han cumplido. ¡°Las estad¨ªsticas demuestran que la legalizaci¨®n no lleva a un aumento del uso por parte de adolescentes o de las muertes en accidentes de tr¨¢fico, tampoco a utilizar otras drogas¡±, asegura. ¡°Tambi¨¦n existen los enormes beneficios de no atrapar a gente en el sistema judicial porque crea todo tipo de consecuencias colaterales para ellos, como dificultades para encontrar una vivienda o empleo¡±.
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