Un rascacielos ocupado se derrumba en pleno centro de S?o Paulo
Los inquilinos del edificio que colaps¨® en el centro de la ciudad dudan de la ayuda que recibir¨¢n de las autoridades
Leandro Renitz Oliveira, un hombre rubio de 29 a?os y ojos enrojecidos sentado en el suelo de una calle en el centro de S?o Paulo, tiene un peque?o ritual para todo aquel que le dirija la palabra esta ma?ana. Deja de sollozar y saca una cartera negra del bolsillo de sus vaqueros; rebusca en ella y extrae un cart¨®n arrugado que tiene una serie de sellos. Indican cada pago que ha realizado por vivir en el rascacielos donde ha estado con su mujer desde -seg¨²n el primer sello- el 16 de diciembre de 2016. Ese edificio es ahora un mont¨®n de escombros llameantes y una columna de humo bordeada por vecinos tan confusos como ¨¦l. Todo esto est¨¢ f¨ªsicamente delante de Leandro pero ¨¦l no aparta la mirada del cartoncito. ¡°?Ve? Est¨¢ todo en orden¡±, le muestra a quien quiera escucharle, con cierta esperanza. ¡°?Ahora usted es de los que viene a ayudar?¡±. La respuesta generalmente es no, pero Leandro no desiste. "Voy a quedarme sentado hasta que alguien me d¨¦ algo, no s¨¦ qu¨¦ m¨¢s hacer", confiesa.
Leandro forma parte de las 150 familias que ocupaban un edificio en el centro de S?o Paulo hasta que ayer, en cuesti¨®n de segundos, se derrumb¨®. Sus 24 pisos de metal y hormig¨®n se vinieron abajo de golpe, como los castillos de naipes: el incidente m¨¢s espectacular y probablemente evitable de la historia paulistana reciente. Si se salv¨® a todos los inquilinos menos a uno (cuya muerte a¨²n no se ha confirmado) es porque el derrumbamiento fue consecuencia de un incendio que hab¨ªa estallado a la una y media de la ma?ana y que dur¨® horas, durante las cuales los bomberos tuvieron tiempo de desalojar a los 400 vecinos. ¡°A todos menos a esa persona¡±, explica a EL PA?S Max Mena, coronel del cuerpo de bomberos de S?o Paulo y uno de los responsables de las operaciones de rescate. ¡°A esa persona la est¨¢bamos rescatando cuando se derrumb¨® el incendio. Ahora solo queda rebuscar entre los escombros y si en las pr¨®ximas 48 horas no encontramos nada, entramos con m¨¢quinas a retirarlo todo¡±. No muy lejos, el capit¨¢n Marcos Palumbo admite: ¡°En mi experiencia no es f¨¢cil encontrar gente con vida a estas alturas¡±.
La pregunta del mill¨®n para las autoridades es c¨®mo se ha llegado hasta aqu¨ª: c¨®mo un edificio, inaugurado en 1966 en pleno centro de la mayor ciudad latinoamericana, durante el boom de la construcci¨®n de estilo internacional, puede derrumbarse sin m¨¢s. La polic¨ªa sospecha que el fuego se inici¨® con una explosi¨®n en una cocina del quinto piso, pero eso no explica el mal estado de la construcci¨®n. Fue sede de la Polic¨ªa Federal entre 1980 hasta 2003, momento en el que se qued¨® vac¨ªo y desatendido. Fue ocupado y desalojado varias veces desde entonces; en la ¨²ltima oleada, quien gestionaba la ocupaci¨®n era un grupo llamado Movimento de Luta por Moradoria Digna (Movimiento por la Vivienda Digna, MSLM por sus siglas en portugu¨¦s), el cual cobraba a las familias un precio simb¨®lico por vivir ah¨ª: entre 80 reales (19 euros) y 250 (59 euros), que es lo que indicaban los sellos en el cartoncito de Leandro. Pero la propiedad segu¨ªa siendo del Gobierno brasile?o, que insiste en que se lo cedi¨® al ayuntamiento de S?o Paulo el a?o pasado.
El caso es que nadie revis¨® ni mucho menos restaur¨® las estructuras del edificio. Preguntado por ello, un empleado del gobierno del Estado de S?o Paulo que prefiere no ser citado protesta: ¡°Hay casi cien edificios ocupados en S?o Paulo, ?qu¨¦ quiere usted que hagamos? Es problema de la ciudad¡±. Las cifras que maneja el ayuntamiento son 70 edificios ocupados con 4.000 familias. De repent, no hay motivo para pensar que cualquiera de ellos no pueda derrumbarse ma?ana.
Para los supervivientes, la pregunta del mill¨®n es otra: no tanto c¨®mo han llegado hasta aqu¨ª sino qu¨¦ van hacer despu¨¦s. Lo han perdido todo. ¡°Y todo es todo¡±, alerta estoicamente Lorraine, de 37 a?os, hasta ayer inquilina de un apartmento y hoy sentada entre bolsas de basura en las escaleras de una iglesia cercana. "Todo es la casa, mis documentos, mis cosas y la vida entera¡±. No tienen claro hasta qu¨¦ punto las autoridades se van a ocupar de ellos. ¡°Nos llevan a albergues ahora pero no s¨¦ hasta cu¨¢ndo ni c¨®mo vamos a recuperarnos¡±, insiste.
Como proponiendo una respuesta, Aliane una administradora est¨¢ al otro lado de las escaleras: una mujer de un barrio lejano que ha llegado con ropa usada de marca recolectada entre sus vecinos. La est¨¢ regalando a quien la quiera. ¡°Es lo m¨ªnimo¡±, aduce. ¡°Antes no ten¨ªan nada y ahora no tienen ni d¨®nde caer muertos. Hablando en portugu¨¦s claro, est¨¢n en un estado de mierda en una ciudad de mierda¡±.
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