Otra victoria sin goles de L¨®pez Obrador
Las t¨¢cticas fallidas de sus rivales propiciaron, de nuevo, que al l¨ªder de Morena le bastase con contemporizar
Lo suyo es el b¨¦isbol, pero Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador se ha erigido en un buen boxeador en los debates presidenciales. Tres combates en los que Anaya fue quien lanz¨® los golpes m¨¢s certeros, pero ninguno sirvi¨® para tumbar al l¨ªder de Morena. A menos de tres semanas de la cita con las urnas, la sensaci¨®n de que en su tercer intento se impondr¨¢ con holgura, resulta cada vez m¨¢s evidente.
Que el debate con m¨¢s sustancia fuese el m¨¢s aburrido da una idea del punto al que ha llegado esta elecci¨®n. Los candidatos lograron por fin copar de promesas y buenas intenciones el encuentro, eso s¨ª, sin que estas fuesen novedosas ni argumentando c¨®mo las desarrollar¨¢n. Un terreno m¨¢s favorable para Meade y Anaya, duchos en la materia, que termin¨® por beneficiar a L¨®pez Obrador. Cuanto m¨¢s propon¨ªan sus rivales, m¨¢s se alejaban de lograr un golpe de efecto con el que revertir la ventaja del puntero.
En ¨¦poca mundialista, Anaya confi¨® en la m¨¢xima de que el mejor ataque es una buena defensa, cuando lo que en realidad necesita es un empacho de goles para poder remontar en el ¨²ltimo suspiro. El aspirante del Frente perdi¨® mucho tiempo en tratar de demostrar que no est¨¢ manchado por la corrupci¨®n, una sombra que se ha instalado sobre ¨¦l y de la que no da la impresi¨®n que vaya a poder despegarse. Cuando se enfrent¨® a L¨®pez Obrador, la defensa del l¨ªder de Morena se agrietaba con facilidad.
M¨¢s frustrante result¨® el debate de Jos¨¦ Antonio Meade. El aspirante del PRI llegaba a la tercera cita como esos equipos que titubean en el arranque del torneo pero que logran engrasarse en la fase final. Esa sensaci¨®n qued¨® tras la anterior cita, en Tijuana, de la que sali¨® victorioso. Esta vez dio la impresi¨®n de que no se sent¨ªa c¨®modo sobre el terreno de juego. Una vez m¨¢s, la versi¨®n del Meade funcionario, acaso la m¨¢s solvente, se comi¨® a la del candidato, la m¨¢s d¨¦bil, pero la que, en realidad, opta por la presidencia. Los intentos por hacer pasar a Ricardo Anaya por alguien corrupto se diluyen en la medida en que esa es la carga que m¨¢s pesa sobre el partido al que representa.
Las t¨¢cticas fallidas de sus rivales propiciaron, de nuevo, que a L¨®pez Obrador le bastase con contemporizar. Poco parece costarle que sus propuestas sean las menos desarrolladas y que para todos los males ¨¦l encuentre la soluci¨®n en acabar con la corrupci¨®n. Sin decir c¨®mo, m¨¢s all¨¢ de confiar en su honestidad. La ventaja que lleva ya no es solo num¨¦rica. En estos tiempos en los que las emociones son el mejor aliciente para ganar, L¨®pez Obrador ha vuelto a trasladar la sensaci¨®n de haber logrado otra victoria sin anotar un gol.
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