¡°Le clav¨¦ una navaja. Varias veces¡±: La biograf¨ªa del pandillero mexicano que hoy da clases de ingl¨¦s a ni?os
El periodista Federico Mastrogiovanni aborda en 'El asesino que no seremos' el pasado pandillero de Snoopy hasta el presente de Edwin como maestro en Ciudad de M¨¦xico
¡ª??Hiciste qu¨¦?
¡ª?Saqu¨¦ una navaja. Y me pareci¨® que este tipo me iba a someter. So I get the shank and¡ I started sticking him. (Entonces cojo el pincho¡ Y se lo empec¨¦ a clavar)
¡ª??Lo picaste?
¡ª?Le clav¨¦ una navaja. Varias veces.
Aquella noche, Snoopy dej¨® de ser Snoopy. Acababa de apu?alar en Burbank (California, Estados Unidos) a un hombre negro, un delito por el que acab¨® preso en una c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad. Diez a?os despu¨¦s, cuando recuper¨® la libertad, se desvaneci¨® el pandillero mexicano y naci¨® Edwin Mart¨ªnez, hoy profesor de ingl¨¦s para ni?os en la Ciudad de M¨¦xico. Pero la historia que narra el periodista italiano Federico Mastrogiovanni (Roma, 1979) en El asesino que no seremos: biograf¨ªa melanc¨®lica de un pandillero (Debate, 2017) no es un relato de ¨¦xito ni redenci¨®n. No suena una m¨²sica de victoria cuando Mart¨ªnez sale de la c¨¢rcel. ¡°Nuestra vida se compone de todo lo que hacemos y de todos los momentos malos, tristes y dolorosos, y el Edwin de hoy no hubiera sido posible sin todo lo absurdo y sin todo lo enredado que fue su pasado¡±, afirma en una entrevista telef¨®nica Mastrogiovanni, autor de Ni vivos ni muertos (Grijalbo, 2014), un libro sobre la desaparici¨®n forzada de personas en M¨¦xico por el que ha sido galardonado con varios premios internacionales.
Tampoco la historia de Edwin Mart¨ªnez es la autobiograf¨ªa de un expandillero, sino una ¡°novela de no ficci¨®n de un periodista¡±. Mastrogiovanni, afincado en M¨¦xico desde 2009, hilvana su propia mirada con el relato del emigrante mexicano que creci¨® en Estados Unidos, basado en las entrevistas que mantuvo con ¨¦l entre 2014 y 2016. ¡°Edwin me encarg¨® que fuera sus ojos en Pelican Bay¡±, la c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad en la que estuvo preso y uno de los lugares que Mastrogiovanni visit¨® para reconstruir la historia del expandillero. ¡°Pero yo no puedo ser ¨¦l jam¨¢s, aunque me dejara arrestar para pasar seis meses en esa prisi¨®n mi visi¨®n no ser¨ªa la misma que la de un chicano de piel morena que est¨¢ ah¨ª por todo lo que hizo¡±, afirma el periodista, que el pr¨®ximo lunes participa en el Congreso Internacional de Americanistas de Salamanca (ICA) con una ponencia sobre periodismo y migraciones.
Es la contraposici¨®n de lo atroz frente al sentimiento del ¡°orgullo de acabar en prisi¨®n, una especie de ritual que generaba respeto¡± en el ambiente de la banda. Para el reportero, que cubri¨® el terremoto de Hait¨ª y ha viajado clandestinamente con los migrantes centroamericanos que atraviesan M¨¦xico sobre el techo del ferrocarril conocido como La Bestia, Pelican Bay es ¡°uno de los lugares m¨¢s aterradores¡± en los que ha estado, ¡°por todo lo aberrante que ocurre all¨ª, que es la aniquilaci¨®n de la mente de las personas¡±. ¡°Yo ahora as¨ª me imagino el horror¡±, asegura. En cambio, para Edwin Mart¨ªnez, es una especie de ¡°monasterio¡± en el que ¡°encuentras paz¡±. ¡°Est¨¢s en una pinche caja, pero s¨ª llegas a encontrarte a ti mismo, a aprender cosas, a forzarte, a leer, a desarrollarte. Son situaciones que tal vez sean un poco exageradas, pero nos mir¨¢bamos como warriors ah¨ª adentro, como guerreros¡±, relata el mexicano en El asesino que no seremos.
Tambi¨¦n se enfrentan en el texto de Mastrogiovanni el uso del espa?ol y del ingl¨¦s, al que Mart¨ªnez recurre ¡°en los momentos m¨¢s delicados de su narraci¨®n¡±. ¡°No pod¨ªa prescindir del ingl¨¦s, porque esta manera de expresarse es un dato period¨ªstico, algo t¨ªpico de los biling¨¹es emigrantes, que sacan su dolor y su enojo en su idioma materno¡±, admite el periodista italiano. Y el resultado es, como se?ala el acad¨¦mico y escritor Oswaldo Zavala en el posfacio del libro, ¡°un contenido biling¨¹e, bicultural¡± que, sin embargo, ¡°nunca se nos presenta como una mezcla feliz: es la violencia de la calle trasladada al lenguaje, no la celebraci¨®n ingenua de una falsa cultura h¨ªbrida¡±.
En esa violencia callejera se crio Edwin Mart¨ªnez. Creci¨® en una banda, una vida en la que solo hay dos caminos: ¡°Terminas muerto o en la c¨¢rcel¡±. ?l no muri¨®, pas¨® m¨¢s de una d¨¦cada en una prisi¨®n de m¨¢xima seguridad, pero el hombre al que apu?al¨® tampoco perdi¨® la vida. Ha sido un pandillero, ¡°pero no es un asesino¡±, y hoy, profesor de ingl¨¦s en una escuela infantil de Ciudad de M¨¦xico, ense?a en ese ingl¨¦s en el que solo pod¨ªa expresar ¡°su dolor¡± la importancia del honor y de conducirse en la vida con ¨¦tica.
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