El carrusel en el que gira y gira Macri
Por momentos, el presidente parece atrapado en una interminable calesita, que es como en la Argentina se le llama al carrusel

Ser presidente de un pa¨ªs no es recomendable para ning¨²n ser humano. Vida hay una sola y debe haber mejores maneras de vivirla. Pero ser presidente de la Argentina es, directamente, un suplicio, un martirio, una condena.
Desde que se desat¨® la corrida contra el peso, a fines de abril de este a?o, Mauricio Macri padece ese destino. Hace ya dos meses que se acuesta cada d¨ªa con una obsesi¨®n: c¨®mo frenar la estampida del d¨®lar. Ha intentado todo para lograr su objetivo: subir tasas, vender m¨¢s de 10.000 millones de d¨®lares en reservas, pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI), cambiar hombres clave de su Gabinete, subir encajes bancarios. Y no hay caso. La devaluaci¨®n del peso se profundiza.
Por momentos, el presidente parece atrapado en una interminable calesita, que es como en la Argentina se le llama al carrusel. Da vueltas y vuelve siempre al mismo punto, cada vuelta es m¨¢s r¨¢pida que la anterior y la calesita entera, entonces, cruje. Un ejemplo puede aclarar esto. En estos d¨ªas, el Gobierno argentino ofrece papeles que pagan al 70% anual en pesos. Si no ofreciera tama?a fortuna de intereses, decenas de miles de millones podr¨ªan derivarse a la compra de d¨®lares. Y esa demanda har¨ªa volar el precio del billete norteamericano. Es un recurso desesperado, pero recurso al fin.
El problema es que esa decisi¨®n genera un sinn¨²mero de patolog¨ªas paralelas. Por un lado, frena la econom¨ªa porque encarece el cr¨¦dito. Adem¨¢s, tambi¨¦n hace subir el d¨®lar, porque cuando la limosna es grande hasta el santo desconf¨ªa. Si un Gobierno ofrece tanta plata para que los inversores no se vayan a la moneda extranjera, est¨¢ claro que est¨¢ en problemas. Para algunos amantes del riesgo, puede ser atractivo. Pero la mayor¨ªa ve eso y huye.
Desde hace dos meses estamos as¨ª. Sube el d¨®lar. El Gobierno entonces sube la tasa. Por un par de d¨ªas, el d¨®lar baja, pero solo para tomar envi¨®n. Y entonces el Gobierno sube la tasa. As¨ª las cosas, el d¨®lar estaba a 20 y ahora casi a 30 pesos. Y la tasa estaba a treinta y pico y ahora a casi a setenta.
Ese carrusel no es divertido. Una devaluaci¨®n descontrolada tiene efectos recesivos e inflacionarios. Hace apenas dos meses, los expertos calculaban que en 2018 la Argentina crecer¨ªa alrededor de un 3% y los precios crecer¨ªan alrededor de un 20%. Ahora casi nadie cree que la Argentina crezca este a?o y los precios subir¨¢n por encima del 30%.
?Cu¨¢ndo parar¨¢ el carrusel? Nadie lo sabe. El Gobierno celebra que en las ¨²ltimas 72 horas el temido billete verde no haya pegado nuevos respingos. Cada hora es cada hora: as¨ª de fr¨¢gil se ha vuelto todo.
Los economistas han estudiado mucho un fen¨®meno que se llama sudden stop, o sea freno repentino. Un funcionario de Macri explic¨® en estos d¨ªas: ¡°Lo que nunca estudiamos es un caso en el que el freno haya sido tan repentino¡±. Y fue as¨ª. A mediados de abril, se realiza habitualmente la Spring meeting del FMI y el Banco Mundial en Washington. En uno de los eventos laterales se le pregunt¨® a los inversores cual era el mejor lugar para invertir el a?o que segu¨ªa. La Argentina arras¨®: era la estrella. Una semana despu¨¦s, arranc¨® la huida en masa con una fuerza tremenda, que no para y no para. Los amores y odios de los ni?os de Wall Street son demasiado fugaces y dejan un tendal. Este tipo de situaciones puede servir para entender por qu¨¦ los pueblos de distintos lugares ¡ªen Italia, en M¨¦xico, en Estados Unidos¡ª se inclinan para votar opciones que se presentan como antisistema. Es prematuro a¨²n imaginar el destino pol¨ªtico de la Argentina. El presidente Macri ha soportado y sobrevivido a mucha presi¨®n en su carrera pol¨ªtica. Pero lo que era, hasta hace poco, un lugar seguro, se ha transformado en un carrusel, de esos que tan bien funcionan en las pel¨ªculas de terror hollywoodenses.
Y el presidente, montado en un ajado caballito de madera, da vueltas y vueltas sin encontrar la sortija.
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