M¨¦xico: la ratificaci¨®n democr¨¢tica
Si en el pa¨ªs nos despertamos con alternancia es porque la democracia ya estaba aqu¨ª
El domingo 1 de julio 56,6 millones de mexicanos acudieron a las urnas (el 63,4% del electorado). M¨¢s de la mitad, 30 millones (53%) dio su apoyo al opositor Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. De las cuatro elecciones presidenciales que M¨¦xico ha celebrado en lo que va del siglo XXI, en tres se han producido alternancias: en 2000 hacia el centro derecha despu¨¦s de 70 a?os de gobiernos del PRI; en 2012 se le dio una nueva oportunidad al PRI ubicado en el centro, y ahora en 2018 con claridad se opta por la izquierda. En menos de 20 a?os, todo el espectro pol¨ªtico ha estado en condiciones de hacerse, a trav¨¦s de v¨ªas institucionales y pac¨ªficas, con el poder.
En M¨¦xico entran nuevos actores, que incluso pueden hacerse con el gobierno nacional, y se van los que no tienen suficiente respaldo
As¨ª que, m¨¢s all¨¢ de la sorpresa que pudo causar la contundencia del triunfo de L¨®pez Obrador, lo cierto es que las condiciones para un cambio de gobierno estaban dadas por un sistema electoral que desde fines del siglo XX permit¨ªa una y otra vez hechos pol¨ªticos que solo ocurren en democracia. A partir de 1997 el presidente de la Rep¨²blica, otrora v¨¦rtice y ¨¢rbitro de la vida nacional, hab¨ªa perdido el control de la C¨¢mara de Diputados; lo mismo ocurri¨® con el Senado desde el a?o 2000, lo que hizo efectiva la divisi¨®n de poderes y los contrapesos del Legislativo al Ejecutivo. En 1989 por primera vez gan¨® la oposici¨®n una gubernatura (Baja California), mientras que entre 2014 y 2018 de 33 elecciones a gobernadores en 21 casos ganaron candidatos opositores, lo que arroja un ¨ªndice de alternancia de 63,63%, el m¨¢s alto de la historia, por lo que el federalismo pol¨ªtico y la autonom¨ªa local respecto a los designios presidenciales son una realidad.
M¨¦xico, entonces, no adquiri¨® su condici¨®n democr¨¢tica con la elecci¨®n de este 1 de julio, sino que la preexistencia de normas e instituciones democr¨¢ticas permitieron que la ciudadan¨ªa ejerciera su voto de castigo una vez m¨¢s ante un gobierno de resultados insatisfactorios y que las minor¨ªas pudiesen convertirse en mayor¨ªa. De nuevo, cosas que solo suceden en democracia.
El partido pol¨ªtico que llev¨® a L¨®pez Obrador al gobierno, Morena, obtuvo su registro apenas en 2014 y se present¨® por primera vez a las urnas en la elecci¨®n federal de 2015, obteniendo el cuarto lugar con 8,3% de los votos a la C¨¢mara de Diputados por detr¨¢s de los tres partidos que protagonizaron la transici¨®n: PRI, PAN y PRD. Con los resultados de 2018, dos partidos pol¨ªticos nacionales est¨¢n por perder su registro por no alcanzar al menos el 3% de los votos: Nueva Alianza y Encuentro Social. De esta forma, se confirma que en M¨¦xico el sistema de partidos est¨¢ abierto a trav¨¦s de una puerta giratoria: entran nuevos actores, que incluso pueden hacerse con el gobierno nacional, y se van los que no tienen suficiente respaldo.
Los comicios de 2018 en M¨¦xico fueron organizados por el Instituto Nacional Electoral, que convoc¨® a un mill¨®n 400 mil ciudadanos voluntarios, que primero fueron sorteados y despu¨¦s capacitados, para instalar 156.000 mesas de voto y contar los sufragios. La elecci¨®n fue un ¨¦xito organizativo gracias a la confluencia entre el trabajo de una instituci¨®n electoral aut¨®noma y una ciudadan¨ªa responsable y participativa.
En el M¨¦xico predemocr¨¢tico, se citaba con mucha frecuencia el c¨¦lebre y breve cuento del genial Tito Monterroso: ¡°Cuando despert¨®, el dinosaurio todav¨ªa estaba all¨ª¡±. Para bien, ahora podemos decir que si en M¨¦xico nos despertamos con alternancia es porque la democracia ya estaba aqu¨ª.
Ciro Murayama es economista y consejero electoral del Instituto Nacional Electoral de M¨¦xico.
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