Balazos frente a las Suburban: el crimen que ti?¨® de sangre el oasis de la clase alta mexicana
El asesinato de una joven estadounidense y el intento de homicidio de un afamado cadenero de la capital desvelan las grietas de seguridad en el refugio empresarial y pol¨ªtico del pa¨ªs
¡ª?S¨ª supiste lo del cadenero, g¨¹ey?
¡ª Ah, s¨ª, no mames, el de Love, ?verdad?
¡ªNo, g¨¹ey. El Chepe, g¨¹ey.
Tres j¨®venes engullen unos tacos en una de las avenidas m¨¢s poderosas de la capital mexicana. Un puesto donde el taquero va vestido con filipina, tiene p¨¢gina de Facebook y traduce el men¨² al ingl¨¦s. 30 pesos la unidad, el triple que en cualquier otra esquina de la ciudad. Han estacionado su coche de lujo frente a una plaza comercial con las discotecas m¨¢s exclusivas. Es jueves, doce de la noche. El desfile est¨¢ a punto de comenzar.
Por la avenida Presidente Masaryk (en el coraz¨®n de Polanco), la Rodeo Drive mexicana, rugen decenas de camionetas Suburban negras, blindadas, unos imponentes veh¨ªculos m¨¢s propios de un jefe de Estado. Tienen capacidad para ocho personas, pero en la parte trasera viaja generalmente una: el mirrey. A veces con un s¨¦quito de chicas guapas y amigos ricos. Tacones, gomina y litros de perfume. Se detienen junto a la entrada de un edificio. Y el entramado de seguridad, infranqueable para casi cualquier civil, se derrite. Seis hombres fornidos, uniformados de negro, les abren el paso. La ¨²nica contrase?a que sirve ah¨ª es el dinero.
El que era hasta hace poco el jefe de todos ellos, fue acribillado a balazos el pasado s¨¢bado en una zona cercana. Jos¨¦ Manuel Serrano, El Chepe, de 46 a?os, recibi¨® cinco tiros. Sobrevivi¨®. El famoso cadenero de Polanco, el San Pedro de las discotecas de lujo, el hombre que solo con un vistazo decid¨ªa qui¨¦n era digno y qui¨¦n no para abrirle las puertas del cielo. Un veterano trabajador de la noche mexicana que se hab¨ªa codeado con la crema y nata nacional, tanto en la capital como en la joya de la corona del Pac¨ªfico (el Acapulco nice de los noventa), un empleado de seguridad convertido en leyenda. Iban a matarlo a ¨¦l, concluy¨® la Fiscal¨ªa. Y el crimen fallido, termin¨® con una joven estadounidense de 27 a?os muerta en la entrada de un restaurante con una bala perdida en el cr¨¢neo. 12 tiros son muchos.
Tatiana Mirutenko hab¨ªa viajado a M¨¦xico para celebrar su primer aniversario de bodas con su marido y unos amigos. Trabajaba en una compa?¨ªa farmac¨¦utica de San Francisco (California) y poco antes de morir hab¨ªa hablado con su madre: "Me dec¨ªa lo maravilloso que era, lo seguro que era el pa¨ªs", record¨® Natalie Mirutenko en una entrevista para la cadena estadounidense ABC News. Su cad¨¢ver, tendido sobre la entrada de la taquer¨ªa El Califa, en el barrio residencial Lomas de Chapultepec ¡ªdonde vive gran parte del poder econ¨®mico y pol¨ªtico de la capital¡ª hizo saltar todas las alarmas.
Si la escalada de violencia en M¨¦xico (90 homicidios al d¨ªa) y su extensi¨®n a la capital (4 al d¨ªa) pod¨ªa tener una excepci¨®n, esta era Lomas de Chapultepec o Polanco (ambas colonias colindantes). El terror del narco se hab¨ªa asociado habitualmente a la periferia, a los barrios m¨¢s pobres. Pero estos d¨ªas, muchos habitantes de la zona se preguntan si hay un solo lugar en la Rep¨²blica a salvo de la violencia.
La Polic¨ªa de la capital ha registrado decenas de denuncias de extorsi¨®n a due?os de restaurantes y locales en este acomodado barrio, seg¨²n han asegurado esta semana. Y la l¨ªnea de investigaci¨®n principal del intento de homicidio a El Chepe apunta al narcotr¨¢fico. Una guerra abierta entre un cartel local, Uni¨®n de Tepito, que pretende instalarse en los principales puntos de venta de droga, frente a los que regentaban antes el poder, es la responsable de que escenas violentas como esta, m¨¢s propias del norte del pa¨ªs, sucedan a pocos metros de la residencia del presidente de M¨¦xico.
Consultados por este diario, diferentes hosteleros de Polanco desmienten la versi¨®n oficial. "No hemos recibido ninguna amenaza del narco ni tampoco por derecho de piso [el pago de una cuota al cartel a cambio de seguridad] y no conocemos a nadie que lo haya sufrido. Puede que la Polic¨ªa informe sobre eso para simular que est¨¢n trabajando", aseguran. Niegan que el barrio sea m¨¢s inseguro que antes: "Si toman Polanco, estamos perdidos todos". Pero reconocen que no es la primera vez que al crimen organizado, que ha operado tradicionalmente en cada rinc¨®n de la capital ¡ªaunque con pr¨¢cticas generalmente m¨¢s discretas en otras ciudades del norte del pa¨ªs¡ª "se le va de las manos". Consideran tambi¨¦n que la presi¨®n sobre los locales de fiesta debe ser mucho mayor que la que soportan ellos. "Aqu¨ª todo se resuelve con dinero", sentencian. Los gerentes de tres de las principales discotecas de Polanco no han querido hacer declaraciones a este peri¨®dico.
Seg¨²n un informe de seguridad de la Polic¨ªa obtenido por EL PA?S, que recoge los delitos registrados entre el 1 de enero y el 7 de julio de este a?o en la zona de fiesta de Polanco, conocida como Polanquito (que agrupa unas 14 calles peque?as), los asaltos han disminuido un 17% ¡ªcon seis casos menos que el mismo periodo del a?o anterior, aunque sucede casi uno al d¨ªa¡ª, no se ha cometido ning¨²n homicidio en esas fechas (en 2017 hubo tres), aunque s¨ª cuentan con un herido por arma de fuego. Se han contabilizado siete robos a negocios, una cifra similar a la del a?o anterior. Y han detenido a 12 personas por posesi¨®n de armas.
Hasta ahora Polanco hab¨ªa sorteado discretamente la guerra del narco por las plazas de la capital. Las cifras oficiales la describen como una de las pocas zonas de fiesta que hab¨ªa resistido los embates del crimen organizado. En otros lugares, como la Condesa, muchas discotecas y bares han sido clausurados por las autoridades o han cerrado por presiones de?los criminales. La reciente pugna entre los c¨¢rteles locales que azota la ciudad ha provocado un aumento en el n¨²mero de homicidios de un 61% en solo tres a?os. En 2015, de enero a mayo murieron asesinadas 341 personas; en ese mismo periodo este a?o han muerto 550.
El asesinato de Mirutenko y el intento de homicidio de El Chepe han marcado con sangre el refugio del poder empresarial y pol¨ªtico de la ciudad. La bala que mat¨® a la joven estadounidense advierte de que el pr¨®ximo puede ser cualquiera. Los hijos de los ricos mexicanos, ajenos al peligro latente de sus calles, desfilan escoltados como un jueves cualquiera por la imponente avenida Masaryk. "?Y qui¨¦n es el que est¨¢ ahora en la entrada?", se preguntan los que comen tacos en la esquina. La fiesta contin¨²a.
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