Los minutos clave en el milagro de Durango
Cuatro supervivientes del accidente a¨¦reo en el norte de M¨¦xico relatan c¨®mo fueron aquellos instantes entre el p¨¢nico y las llamas y de qu¨¦ forma consiguieron algo incre¨ªble: que una aeronave estrellada y calcinada poco despu¨¦s de despegar no registrara ni una sola v¨ªctima mortal
Nadie not¨® que llov¨ªa. Cuando los motores del avi¨®n apenas comenzaban a rugir, nada hac¨ªa sospechar que unos minutos m¨¢s tarde aquel artefacto se convertir¨ªa en un infierno. Que en cuesti¨®n de un instante estar¨ªan todos sobre el lodo y las afiladas espinas de los mezquites y los huizaches, una vegetaci¨®n end¨¦mica del desierto de Durango, que hab¨ªan frenado un centenar de muertes, pero que a cambio no lo iban a poner f¨¢cil. En un pa¨ªs donde la gracia divina se ha asomado poco recientemente, han sobrevivido 103 personas a una muerte m¨¢s que probable. En Durango se ha producido un milagro. En eso coinciden hasta los no creyentes.
Cuatro supervivientes del accidente de un avi¨®n comercial de la compa?¨ªa Aerom¨¦xico que se desplom¨® la tarde del martes en ese Estado del norte de M¨¦xico relatan c¨®mo vivieron aquellos minutos entre el p¨¢nico y las llamas. Y de qu¨¦ forma consiguieron algo incre¨ªble: que una aeronave estrellada y calcinada poco despu¨¦s de despegar no registrara ni una sola v¨ªctima mortal.
Ezequiel S¨¢nchez, el "padrecito bi¨®nico"
Est¨¢n a punto de pasarlo a quir¨®fano. Su voz pesa toneladas y apenas se escucha por el efecto de los analg¨¦sicos. El sacerdote Ezequiel S¨¢nchez, de 50 a?os, tiene una mu?eca rota y el brazo izquierdo fracturado por diferentes puntos. Le han dicho que le van a colocar una placa de metal. Le hace gracia: "Ahora ser¨¦ el padrecito bi¨®nico".
S¨¢nchez hab¨ªa viajado a M¨¦xico desde Chicago (EE UU), donde vive y trabaja desde hace a?os como p¨¢rroco en una iglesia, para celebrar su cumplea?os. Muchos conocidos viajaban en ese avi¨®n ¡ª¨¦l calcula que eran unos 15¡ª para acudir a la fiesta que le hab¨ªan preparado en un peque?o municipio de Durango, su tierra natal. Este martes ten¨ªan el regreso a Estados Unidos, con escala en la capital mexicana.
En ese avi¨®n del milagro viajaba un cura que adem¨¢s es piloto, seg¨²n cuenta. S¨¢nchez todav¨ªa no se explica c¨®mo est¨¢n vivos: "Hab¨ªa una posibilidad muy peque?a de sobrevivir", reconoce. ?l, sentado en el primer asiento del avi¨®n, se percat¨® desde el despegue de que la aeronave no ten¨ªa la suficiente fuerza como para resistir a aquel viento. Y sospech¨® que algo no andaba bien en los motores: "Si el avi¨®n hubiera seguido subiendo, hubiera requerido m¨¢s maniobra, probablemente habr¨ªa tenido que girar y hubi¨¦ramos acabado todos atrapados dentro con todo ese combustible".
El sacerdote tiene grabada la imagen del avi¨®n calcinado. "Yo intent¨¦ sacar a toda la gente que pude. Pero no sab¨ªa si hab¨ªa todav¨ªa alguien m¨¢s ah¨ª quem¨¢ndose y en ese momento ni te pod¨ªas acercar porque solo respirar ese aire te quemaba los pulmones". "Fue un milagro, claro que s¨ª. Pero yo no me considero un privilegiado, porque hay gente que tiene accidentes y no sale. Es un error decir que Dios me hizo a m¨ª o a nosotros nada m¨¢s el milagro. Fue simplemente una oportunidad".
Delia Arrieta, una mujer sobre las llamas
La profesora e investigadora de Administraci¨®n P¨²blica en la Universidad de Ju¨¢rez (en Durango), Delia Arrieta, acaba de dejar a un agente de la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica esperando en su habitaci¨®n de hospital. Quiere que su historia no solo la cuenten las autoridades. "Porque los que lo vivieron saben realmente lo que pas¨®", explica. Y habla con este diario para asentar que aquello fue m¨¢s obra de los pies del hombre que de Dios. Y, aunque ella tampoco negar¨¢ el milagro, reconoce que lo que los salv¨® de las llamas fue principalmente una decisi¨®n: correr, huir desesperadamente de aquella bomba de relojer¨ªa.
Arrieta nunca se hab¨ªa imaginado capaz de algo as¨ª. "Descubr¨ª que ten¨ªa m¨¢s fuerza, que a lo mejor soy m¨¢s veloz de lo que pensaba", cuenta. La profesora, de 55 a?os, brinc¨® desde una de las puertas de emergencia hacia un ala del avi¨®n que estaba casi completamente cubierta por las llamas. Tampoco se explica c¨®mo es posible que no tenga ni una quemadura en su cuerpo. "El ¨²nico momento en que sent¨ª p¨¢nico fue cuando comenc¨¦ a ver que la gente se gritaba, trataba de encontrar un lugar a la fuerza y empujaba por hallar un hueco en la puerta de emergencia. Adem¨¢s, no se ve¨ªa nada. Supe que ten¨ªa que salir como fuera de ah¨ª".
Y contin¨²a: "Afortunadamente logr¨¦ arrastrarme hasta la zona del ala donde no hab¨ªa llamas y ah¨ª rod¨¦ y ca¨ª al piso. Me pareci¨® que estaba muy alto, pensaba que me iba a fracturar. Pero sab¨ªa que ten¨ªa que correr por mi vida porque el avi¨®n en cualquier momento explotaba. Si ya llevaba dos turbinas incendiadas, aquello era cuesti¨®n de tiempo. Entonces corr¨ª y corr¨ª. Ni siquiera sab¨ªa a d¨®nde. Despu¨¦s, cuando vi las llamas del avi¨®n y lo escuch¨¦ explotar, ah¨ª s¨ª me desmoron¨¦. Dije: "?Dios sant¨ªsimo, podr¨ªa haber estado yo tambi¨¦n en la explosi¨®n!"".
"Ayer te hubiera dicho que jam¨¢s en la vida me vuelvo a subir a un avi¨®n. Pero hoy me doy cuenta de que no puedo huir de mi realidad ni perder mi trabajo por eso. Entonces, seguir¨¦ haci¨¦ndolo como lo he hecho durante a?os", sentencia. Arrieta presenta traumatismos no muy graves en la cabeza y en la espalda y este mi¨¦rcoles segu¨ªa ingresada en el hospital con analg¨¦sicos para combatir el dolor.
Tely Nagle-Rivera, gritos y llantos al despertar
Tegly Nagle-Rivera, de 54 a?os, se ha despertado este mi¨¦rcoles gritando. Ella misma cree que lo peor ha venido despu¨¦s. Encerrada en ese avi¨®n del terror con sus dos nietas peque?as ¡ªde un a?o y de 12¡ª y su hija, no tuvo ni siquiera tiempo de procesar el p¨¢nico. Este la alcanz¨® unas horas despu¨¦s. No pod¨ªa desprenderse de una imagen: "Record¨¦ llorando las flamas ah¨ª cerca, el avi¨®n incendiado y la gente gritando. Todo. Es terrible. Es terrible...".
Nagle naci¨® en Durango pero vive en Chicago y hab¨ªa venido para celebrar la fiesta de cumplea?os del padre Ezequiel con parte de su familia. En Estados Unidos est¨¢ su marido y su negocio, un hotel. Sin embargo, este mi¨¦rcoles no sabe ni siquiera c¨®mo va a regresar. No encuentra las fuerzas para volver a subirse a un avi¨®n.
Repite c¨®mo sufrieron los embates de la aeronave cuando se desplom¨® por primera vez contra la pista y rebot¨® otras veces m¨¢s antes de frenarse entre los arbustos. Ella solo ve¨ªa un humo negro y espeso y nada m¨¢s. Ni rastro de su hija y su nieta de un a?o, quien sufri¨® algunos golpes al salir disparada al techo con la primera ca¨ªda. "Afortunadamente nosotros est¨¢bamos pr¨¢cticamente en la parte trasera del avi¨®n. Ni siquiera hubo necesidad de saltar. Para empezar, el tobog¨¢n no se pudo extender porque hab¨ªa ¨¢rboles, adem¨¢s no fue necesario porque el avi¨®n qued¨® completamente en el suelo".
Cuando se alejaron en una camioneta de la Polic¨ªa de la escena del accidente, vieron sobre la pista de aterrizaje las dos turbinas que se hab¨ªan desprendido del avi¨®n y una columna de humo gigante a lo lejos. Nagle ya ha sido dada de alta en el hospital y debido a un esguince en el cuello tiene que usar collar¨ªn.
R¨®mulo Campuzano, un coraz¨®n de hierro
El secretario general del Partido Acci¨®n Nacional (PAN) de Durango no pensaba morir el martes. R¨®mulo Campuzano, de 61 a?os, se dirig¨ªa a la capital del pa¨ªs para que le practicaran una operaci¨®n de coraz¨®n. El domingo hab¨ªa rezado en la iglesia para que todo saliera bien este jueves. "En cualquier momento nos podemos morir. Yo pensaba que donde iba a correr peligro era en el quir¨®fano y la verdad es que ayer a las tres y media de la tarde estuve a punto de morirme", cuenta.
Campuzano iba en la parte delantera de la aeronave y consigui¨® salir de los primeros por la puerta de emergencia que abri¨® una azafata a la que llama "un ¨¢ngel de la guarda" ¡ªno recuerda su nombre¡ª. Tambi¨¦n agradece la labor del piloto, Carlos Galv¨¢n, el m¨¢s grave de todos los pasajeros lesionados, junto con una ni?a que sufri¨® quemaduras en las piernas, que hasta este mi¨¦rcoles se encontraba en terapia intensiva: "Debemos darle las gracias a Dios porque ilumin¨® al piloto, que supo c¨®mo maniobrar en un momento dif¨ªcil y encima es el m¨¢s lastimado".
Convencido de que lo que ha ocurrido en su tierra es todo un milagro, reconoce sentirse contento, pese a la tragedia: "Puedo decir que todos estamos vivos. No me sentir¨ªa igual si hubiera habido un solo muerto. Pero si esto me toc¨® vivirlo a m¨ª, pues bendito sea Dios. Qu¨¦ bueno que me hizo parte de este milagro".