El hombre que luch¨® contra la amnesia hist¨®rica
El escritor acudi¨® cada d¨ªa durante diez a?os a los archivos del KGB para reunir material sobre los escritores represaliados por el estalinismo
"Durante diez a?os iba cada d¨ªa a los archivos del KGB," contaba Vitali Shentalinski (1939¨C2018), "que se abrieron con la perestroika y la glasnost, a buscar y reunir materiales sobre los escritores rusos represaliados por el totalitarismo comunista. Cada ma?ana entraba por la puerta del KGB y pasaba all¨ª las ocho horas de una jornada laboral. Luego escrib¨ª sobre las vidas de esos escritores cuya mayor¨ªa acab¨® mal." Eso contaba Shentalinski, fallecido el 27 de julio en Mosc¨², en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona en 2006 donde presentaba su libro, el primero de los cuatro que iba a publicar en Espa?a, adem¨¢s de dirigir la colecci¨®n "La Tragedia de la Cultura" para Galaxia Gutenberg. Tras su charla me acerqu¨¦ y le ofrec¨ª, a ¨¦l y a su mujer Tania, llevarles a pasear por la orilla del mar en Sitges durante su estancia en la Costa Dorada en casa del profesor Ricardo San Vicente. Ten¨ªa curiosidad por saber qu¨¦ le ocurre a uno despu¨¦s de pasar diez a?os trabajando en los archivos de la KGB, sumergido en el dolor de las vidas ajenas.
"El primer d¨ªa, cuando abr¨ª la? primera carpeta y vi todo el horror que conten¨ªa, ten¨ªa ganas de levantarme y salir para no regresar jam¨¢s. Pero sab¨ªa que era necesario y aguant¨¦. Es como los grabados de Goya: mirarlos es doloroso pero necesario. De modo que cada ma?ana me sumerg¨ªa en diversas tragedias humanas y adem¨¢s, cada d¨ªa tuve que entrar en contacto con los hombres del KGB. Hasta que, pasados los diez a?os, lleg¨® el momento de decir basta. ?No aguanto ni un segundo m¨¢s!" La violencia de su rechazo de aquel momento segu¨ªa viva en la voz de este siberiano pac¨ªfico que disfrutaba caminando por el paseo mar¨ªtimo de Sitges. Una vez fuera del KGB, Shentalinski escribi¨® sobre las vidas de los grandes escritores represaliados como Anna Ajm¨¢tova, Marina Tsvet¨¢ieva, ?sip Mandestam, Isaak Babel, Boris Pasternak, Mikhail Bulgakov. En Rusia sus libros recibieron rese?as elogiosas de Aleksandr Solzhenitsyn, Evgueni Evtushenko y Lev Kopelev, entre otros, en Occidente fueron traducidos a una decena de idiomas y aclamados como mejores libros del a?o.
Luego me explic¨® que entre los agentes del KGB hubo tambi¨¦n buenas personas. "?Pero la mayor¨ªa de ellas eran terribles!" salt¨® otra vez al recordar aquellos a?os. "Sabe, es que los rusos, cuando son malos, lo son mucho. Y lo mismo ocurre al rev¨¦s; las personas buenas son buen¨ªsimas en Rusia; el ¨²nico autor que supo retratar este fen¨®meno fue Dostoievski."
Shentalinski, que dedic¨® su vida a promover la memoria hist¨®rica en Rusia, y se interes¨® mucho por la labor que se hac¨ªa en este sentido en Espa?a, durante una de mis estancias en Mosc¨² me llev¨® al Museo del Gulag. All¨ª me present¨® a mujeres que hab¨ªan sobrevivido a los campos sovi¨¦ticos y que luego protagonizar¨ªan mi libro Vestidas para un baile en la nieve. Al salir se quej¨® amargamente que las piezas expuestas eran insuficientes y mal escogidas para mostrar toda la magnitud del horror; de ello ech¨® la culpa a Putin y a su r¨¦gimen, poco o nada interesados en la memoria de los horrores del estalinismo. Historiador, periodista, poeta, a Shentalinski ¨²ltimamente le gustaba escribir sobre los a?os de su juventud cuando ejerc¨ªa de periodista en el norte de Siberia y en la estaci¨®n polar de la isla Wrangel.
Esta ma?ana he recibido un correo electr¨®nico de Tania, su mujer, en el que me comunicaba la muerte repentina de Vitali. Ten¨ªa 78 a?os. Todas las muertes son prematuras pero algunas lo son m¨¢s que otras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.