El ¡°monstruo de la xenofobia¡± merodea la puerta de entrada de los venezolanos en Brasil
La localidad fronteriza de Paracaima se divide entre el miedo de los refugiados y la indignaci¨®n de sus ciudadanos, que se quejan del aumento de la inseguridad y un colapso de los servicios p¨²blicos
Un nudo diplom¨¢tico se va tensando en la ciudad brasile?a de Pacaraima, frontera con Venezuela, desde que el pasado d¨ªa 18 un grupo de brasile?os destruy¨® los campamentos improvisados de centenares de inmigrantes. Las im¨¢genes grabadas y distribuidas en las redes sociales saltaron al mundo al revelar la tensi¨®n entre los dos pa¨ªses. De un lado, el desesperado ¨¦xodo venezolano. Al otro, la falta de preparaci¨®n de Brasil para lidiar con los nuevos refugiados.
La gota que colm¨® el vaso para justificar el ataque a los inmigrantes fue la noticia de que un comerciante de Pacaraima, Raimundo Nonato, hab¨ªa sido atracado y golpeado presuntamente por cuatro venezolanos. La polic¨ªa investiga el caso. Mientras tanto, 1.200 venezolanos ya fueron expulsados tras los ataques de los habitantes de la zona.
¡°No es que no queramos a los venezolanos. Lo que tenemos que hacer es poner a los delincuentes en su sitio, como a esos que me torturaron. La Polic¨ªa Federal tiene que verificar los antecedentes de los inmigrantes en la frontera¡±, dice Nonato a EL PA?S. Con algunos puntos de sutura en la cabeza y el ojo derecho morado, afirma que la agresi¨®n que sufri¨® es una de las pruebas de que la inmigraci¨®n venezolana en el Estado de Roraima est¨¢ fuera de control.
En Pacaraima viven 12.000 personas. Hace meses que unos 800 venezolanos llegan diariamente, sin que la localidad tenga infraestructura suficiente para atenderlos, lo que ha motivado que el rechazo a los refugiados crezca hasta el extremo del ataque a los campamentos del pasado s¨¢bado. ¡°Yo hubiera hecho lo mismo¡±, asegura el comerciante herido.
Tras el episodio de violencia, el n¨²mero de inmigrantes que ha cruzado la frontera ha disminuido. Seg¨²n el personal que lleva a cabo el filtro, las largas colas, diarias hasta la semana pasada, han desaparecido. El miedo de ser atacado ha sido mayor que el de quedarse en Venezuela. Es lo que cuenta Roger, de 23 a?os, que al lado de su hermano Jos¨¦, de 25, buscaba el jueves pasado un sitio para pasar la noche. Huyendo del flagelo que se instal¨® en el pa¨ªs gobernado por Nicol¨¢s Maduro, los dos emprendieron un viaje de 26 horas desde Puerto La Cruz, en el Caribe venezolano, hasta Pacaraima, pero no llegaron a tiempo de iniciar la solicitud de refugio. El centro del Ej¨¦rcito que realiza la criba de los que llegan ya estaba cerrado. "Vamos a volvernos a la ciudad venezolana de Santa Elena de Uair¨¦n, aqu¨ª al lado, y buscar alg¨²n sitio en la calle para dormir. Mejor no arriesgar, no quiero que me agredan", explica Roger. ¡°Desde el fin de semana, recomiendan que ning¨²n venezolano pase la noche en la frontera o acampado en Pacaraima¡±, comenta. Al d¨ªa siguiente, regresaron.
El ataque a los campamentos ha sido el episodio m¨¢s grave, pero no es el primer caso de discriminaci¨®n a los migrantes en el peque?o pueblo fronterizo. El resentimiento de la poblaci¨®n local se palpa. Sienten que la precarizaci¨®n de los servicios p¨²blicos se ha incrementado con la demanda de los nuevos usuarios, pero tambi¨¦n por una sensaci¨®n mayor de inseguridad. ¡°Cuando vamos a los centros de salud no quedan plazas, est¨¢ todo ocupado por los venezolanos. Los m¨¦dicos hasta te saludan en espa?ol. Los ¨²ltimos an¨¢lisis de mi hijo los tuve que hacer en un laboratorio particular¡±, se queja la brasile?a Fabiana J., camarera en una cafeter¨ªa de la ciudad. Pacaraima solo tiene dos centros de salud y un hospital del Estado con una estructura b¨¢sica, que no realiza operaciones.
Parece poco pero lo m¨ªnimo necesario para venezolanas como Andrea Rodriguez, de 20 a?os, embarazada de 36 semanas. La joven estaba evitando llegar a la ciudad por miedo a la hostilidad, pero no pudo esperar m¨¢s. Ante el colapso de los servicios m¨¦dicos de su ciudad en Venezuela, quiere pedir un permiso de permanencia de 60 d¨ªas en Brasil para dar a luz. ¡°Pese a lo ocurrido, siempre me han tratado bien aqu¨ª. Viendo c¨®mo est¨¢n empeorando las cosas en mi pa¨ªs, es bastante probable que me mude a Brasil¡±.
El polvor¨ªn fronterizo creci¨® ante la indiferencia del Gobierno brasile?o, seg¨²n Jes¨²s Fern¨¢ndez, cura de la parroquia de Pacaraima. ¡°Las autoridades tardaron mucho en reaccionar ante un cambio tan brusco, y el monstruo de la xenofobia fue creciendo¡±, dice el p¨¢rroco que todas las ma?anas prepara el desayuno para los cientos de venezolanos reci¨¦n llegados. El religioso tilda de "metamorfosis terrible" la vivida por la ciudad los ¨²ltimos dos a?os. Para ¨¦l, el municipio, despu¨¦s de que el fin de semana pasado fuera noticia nacional e internacional, vive una falsa calma. ¡°Es como un volc¨¢n que entra en erupci¨®n. Se calma, pero puede entrar en actividad en cualquier momento¡±.
Si entre los venezolanos cunde el miedo, algunos brasile?os no esconden su indignaci¨®n mientras otros hacen amenazas veladas. La noche del mi¨¦rcoles, EL PA?S vio pasar por las principales calles de la ciudad una "caravana por la paz". Eran cerca 30 veh¨ªculos tocando el claxon y agitando globos blancos, pidiendo "tranquilidad" en el municipio. En casi todos los coches hab¨ªa pancartas que cuestionaban el flujo migratorio en la regi¨®n. "No somos xen¨®fobos. ?Y si le dieran una paliza a tu hija?", rezaba una pancarta. ¡°Somos brasile?os con los brazos abiertos, pero no queremos delincuentes. No vamos a matar a nadie pero, en ¨²ltima instancia, haremos una cadena humana¡±, afirma Fernando Abreu, profesor de espa?ol jubilado.
Campa?a y fake news
Es precisamente ese polvor¨ªn con tintes xen¨®fobos y circulaci¨®n de noticias falsas el que explotan tanto la gobernadora de Roraima, Suely Campos, que busca reelegirse en las elecciones de octubre, como el principal senador del Estado, Romero Juc¨¢, ¨ªntimo aliado del presidente Michel Temer que tambi¨¦n aspira a intentar mantener su esca?o en el Senado.
El Gobierno de Temer ya ha descartado cerrar la frontera, pero Campos y Juc¨¢ mantienen que la medida es necesaria y urgente, en una estrategia para sacar partido del sentimiento antivenezolano creciente y tratar de subir puestos en los sondeos. No parece una apuesta descabellada en un Estado en el que el candidato ultraderechista a la presidencia, Jair Bolsonaro, que ya defendi¨® un campo de refugiados para los venezolanos, lidera las encuestas.
Se calcula que cerca de 127.000 venezolanos han cruzado ya la frontera via Paracaima, huyendo de la escasez de Venezuela, entre 2017 y ahora. Algunos vinieron solo para buscar provisiones y medicamentos, pero gran parte ha llegado para intentar rehacer sus vidas en Brasil o usar el pa¨ªs como paso. El Gobierno de Temer mantiene una operaci¨®n para acoger a los que llegan, pero solo hay un albergue para una poblaci¨®n ind¨ªgena, de la etnia Warao. Se est¨¢ construyendo un albergue para los dem¨¢s inmigrantes, pero todav¨ªa no hay una fecha de inauguraci¨®n.
El Gobierno intenta incentivar que los inmigrantes se dirijan a la capital del Estado, Boa Vista, donde hay 10 albergues, pero, muchos, sin recursos, tienen que recorrer los 210 km a pie. Otra estrategia, la de distribuir a los venezolanos por otros Estados de Brasil, funciona a cuentagotas y no hay una perspectiva de cambio. En una visita a Pacaraima el jueves, el ministro de Seguridad P¨²blica, Raul Jungmann, dijo que el Gobierno no puede forzar a los Estados a aceptar venezolanos en plena ¡ªy lenta¡ª recuperaci¨®n econ¨®mica. ¡°No es una cuesti¨®n f¨¢cil¡±. Pero estaba de acuerdo que no se pod¨ªa sacar provecho pol¨ªtico de una tragedia como esa: ¡°La disputa pol¨ªtica tiene un l¨ªmite, y ese l¨ªmite es la dignidad de las personas¡±.
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