La cartilla de racionamiento de Maduro
Millones de venezolanos, incluso opositores, se cobijan en el paraguas del carnet de la patria para tratar de paliar los estragos de la crisis
Gladys Judith Aular exhibe una peque?a tarjeta, similar a un documento de identidad. De este carnet dependen los exiguos beneficios con los que el aparato chavista busca asegurarse el control de la poblaci¨®n venezolana. El pasado 20 de mayo, d¨ªa en que se celebraron unas elecciones presidenciales rechazadas por la oposici¨®n y la mayor¨ªa de la comunidad internacional, esta caraque?a de 62 a?os sali¨® de un centro de votaci¨®n del barrio de Petare y se dirigi¨® a uno de los puestos del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), conocidos como puntos rojos. Lo hizo para certificar su asistencia a las urnas y su fidelidad al chavismo a trav¨¦s del llamado carnet de la patria, la versi¨®n venezolana de una cartilla de racionamiento.
En vigor desde enero del 2017, se trata de un instrumento digital de transferencia de recursos, presentado por el Gobierno de Nicol¨¢s Maduro como un veh¨ªculo para agilizar, en medio de la escasez y una hiperinflaci¨®n sin freno, el acceso de la poblaci¨®n a determinados programas de subsidios, bonos y servicios sociales.
La oposici¨®n denuncia que es una herramienta de control social enfundado en un programa de asistencia, y que su puesta en pr¨¢ctica constituye un chantaje orquestado en el cual se oficializa la discriminaci¨®n pol¨ªtica. Un an¨¢lisis extendido compara el carnet de la patria con instrumentos frecuentes en la Cuba de Fidel Castro, como las famosas cartillas de racionamiento. Existen diferencias, aunque el fin ¨²ltimo que persiguen converge sobre un objetivo estrat¨¦gico: informaci¨®n que permita el control pol¨ªtico y condicione las ayudas estatales.
Ese uso qued¨® demostrado en las ¨²ltimas elecciones, cuestionadas por fraudulentas dentro y fuera de Venezuela, y que oficializaron la reelecci¨®n de Nicol¨¢s Maduro. Unas 15 millones de personas, seg¨²n las cifras oficiales, tienen ese carnet. Es decir, alrededor de la mitad poblaci¨®n antes del ¨¦xodo masivo de los ¨²ltimos meses. Se trata sobre todo de militantes chavistas, aunque la cat¨¢strofe econ¨®mica lleva a solicitarlo incluso a los que no tienen simpat¨ªas con Maduro.
Gasolina subsidiada
Con el paso del tiempo y el agravamiento de la situaci¨®n Maduro ha procurado fortalecer un sistema de subsidios que dependen de este documento. El Ejecutivo trabaja a toda velocidad para ampliar su cobertura. El ¨²ltimo pelda?o ha sido el anuncio en el cual queda oficializado que su tenencia garantiza el combustible a precios subsidiados, as¨ª como el pago del transporte p¨²blico, y el acceso al programa de vivienda.
Estos d¨ªas hay en las filas de la oposici¨®n un acalorado debate en torno a la moralidad del uso del carnet de la patria. Siguen existiendo importantes sectores sociales de ciudadanos, especialmente en las clases medias y altas, que rechazan de plano la posibilidad de sac¨¢rselo, al considerarlo un instrumento de esclavitud. Pero un n¨²mero creciente de dirigentes, ubicados a la izquierda del amplio espectro de la oposici¨®n, como Henrique Capriles Radonski, han justificado que los ciudadanos m¨¢s humildes recurran al carnet para poder alimentarse y tratar de hacer frente a la escasez, y han pedido comprensi¨®n para quienes se ven obligados a acudir a sus beneficios, que en definitiva siguen siendo muy magros frente a la magnitud de la crisis.
Los servicios del carnet de la patria incluyen varios bonos lanzados por el Gobierno y el acceso te¨®rico a programas como el ¡°plan parto humanizado¡±, el ¡°plan chamba juvenil¡± y el acceso a las bolsas de comida repartidos por los Comit¨¦ Locales de Abastecimiento y Producci¨®n (CLAP). Estas cajas contienen un pu?ado de productos b¨¢sicos y suelen llegar con retraso a las familias.
Conforme el panorama econ¨®mico del pa¨ªs se fue deteriorando, el acceso a los servicios del carnet de la patria pas¨® a convertirse en un dilema fundamental para parte importante de la poblaci¨®n. Mientras los precios aumentaban descontroladamente, los productos comenzaron a escasear, y los funcionarios chavistas aprobaban sus in¨²tiles operativos de fiscalizaci¨®n comercial, esta tarjeta ofrec¨ªa un m¨ªnimo de ox¨ªgeno. Pero tambi¨¦n dependencia del chavismo.
El documento tiene un c¨®digo QR que le permite al r¨¦gimen disponer de un mapa con informaci¨®n sobre la poblaci¨®n beneficiada. En una de sus alocuciones para justificar su creaci¨®n, Nicol¨¢s Maduro afirm¨®: ¡°El Carnet de la Patria nos permitir¨¢ llegar a donde no estamos llegando. Para llegar a las catacumbas de los hogares venezolanos, con amor, con la mano, con la protecci¨®n de una revoluci¨®n que tiene que renovarse¡±.
Protestas de jubilados por el pago de la pensi¨®n
Jubilados venezolanos protestaron ayer frente a las entidades bancarias y bloquearon avenidas de Caracas para exigir el pago de sus pensiones en efectivo. Las protestas se producen en medio de un corralito de facto y despu¨¦s de que el presidente, Nicol¨¢s Maduro, anunciara el jueves que a partir de ayer podr¨ªan cobrar una parte del total, el 25% del nuevo monto de las pensiones, es decir, 450 bol¨ªvares soberanos, que equivalen a 7 d¨®lares seg¨²n la tasa oficial. Debido al proceso de reconversi¨®n monetaria que le quit¨® cinco ceros a la moneda y tras el abrupto aumento de las jubilaciones, el presidente anunci¨® que este mes el pago se har¨ªa de forma fraccionada.
El anuncio de Maduro provoc¨® que cientos de pensionistas amanecieran haciendo largas filas frente a las agencias de los bancos p¨²blicos y privados, que no abren durante los fines de semana. Los jubilados venezolanos piden cobrar sus pensiones en efectivo porque aseguran que los precios de los productos son m¨¢s altos si se pagan por transferencia o con tarjeta bancaria. Entre consignas como ¡°basta ya de enga?os, queremos la pensi¨®n¡± y letreros en los que se pod¨ªa leer ¡°hay hambre¡±, algunos usaron escombros para bloquear avenidas.
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