Posconflicto y dejaci¨®n de armas para principiantes
Los procesos de reincidencia son normales, pero la cifra depende de lo bien o mal que salga el proceso de reincorporaci¨®n
Un nuevo debate se ha abierto paso en un pa¨ªs polarizado y con analistas sesgados. Es como si la campa?a presidencial no hubiese terminado, aunque tal vez esta sea la marca de las democracias contempor¨¢neas. Desde hace cuatro semanas nada se sabe de cuatro jefes importantes de la entonces guerrilla de las FARC: Iv¨¢n M¨¢rquez, quien fue el l¨ªder negociador, El Paisa, Roma?a y el Zarco. Estos ¨²ltimos tres fueron importantes l¨ªderes militares. Adem¨¢s, en las ¨²ltimas horas se supo que otro jefe militar, Albeiro C¨®rdoba, hijo de uno de los fundadores de las FARC, tambi¨¦n dejo su esquema de seguridad y como dice un campesino ¡°cogi¨® r¨ªo abajo¡± en el sure?o departamento del Guaviare. Varios pol¨ªticos del partido de Gobierno, el Centro Democr¨¢tico, analistas y periodistas de derecha reaccionaron en dos l¨ªneas de an¨¢lisis.
Algunos dijeron que era un ¡°conejo¡± de las FARC, una expresi¨®n que se utiliza popularmente y significa que una de las partes incumpli¨® y lo ten¨ªa planeado. Este argumento es peligroso. De hecho, en varios periodos de tiempo ha servido para justificar masacres y asesinatos a la oposici¨®n pol¨ªtica. A esto se le ha llamado la combinaci¨®n de las formas de lucha, una estrategia de movimientos armados de izquierda que significa que en lo urbano tiene un partido pol¨ªtico, participan del juego electoral y en lo rural un brazo armado. Esta estrategia fue utilizada por movimientos de izquierda radicales, pero en la actualidad no hay ninguna evidencia que muestre que est¨¦ ocurriendo. Durante muchos a?os a sectores de la oposici¨®n se les acusaba de un doble juego para justificar sus asesinatos: narcotraficantes, paramilitares, pol¨ªticos y agentes estatales participaron en este ba?o de sangre. Ahora, se est¨¢ sugiriendo lo mismo, en un momento en el que en Colombia, cada tres d¨ªas asesinan a un l¨ªder social.
La segunda l¨ªnea de reacci¨®n sugiere que todo se debe a un problema en la forma en la que se hizo el acuerdo de paz. Es decir, que existe un falla de origen, en la cual el Estado perdi¨® su capacidad represiva frente a los ex miembros de las FARC. Se trata de una afirmaci¨®n igualmente falsa, pues el acuerdo de paz no le quit¨® ninguna capacidad investigativa, represiva o de administraci¨®n territorial al Estado.
Es extra?o que esto acurra en Colombia, un pa¨ªs con tanta experiencia en temas de guerras internas, acuerdos de paz y amnist¨ªas. Pero para estos analistas y pol¨ªticos la explicaci¨®n es la siguiente. El acuerdo de paz se firm¨® entre un Estado, en este caso Colombia, y una organizaci¨®n guerrillera, las FARC. La conclusi¨®n hasta el momento es sencilla: En lo fundamental, las FARC cumplieron, pues dejaron las armas, entregaron m¨¢s de 9.000 armas, el ¨²nico proceso de paz en el mundo que entreg¨® m¨¢s armas que combatientes. No debe olvidarse que los guerrilleros en armas fueron cerca de 7.000, los otros 6.000 fueron milicianos y prisioneros. Por ello, el hecho que alg¨²n excombatiente reincida no puede significar que la organizaci¨®n como un todo incumpli¨®, incluso si varios de ellos fueron altos mandos.
Por los lados del Estado la valoraci¨®n es m¨¢s compleja, pues sobre ¨¦l reca¨ªa la mayor parte del cumplimiento de los acuerdos de paz. El resultado, despu¨¦s de casi dos a?os de firmarse el acuerdo, es desalentador. La pol¨ªtica de reincorporaci¨®n es un gran fracaso. En materia de reincorporaci¨®n f¨ªsica la cifra es que cerca de 70 exguerrilleros han sido asesinados, los excombatientes afirman que los est¨¢n matando y nadie los protege. En materia de reincorporaci¨®n socioecon¨®mica, de los 13.000 guerrilleros desmovilizados, apenas 1.000 han resuelto un proyecto de vida. Los dem¨¢s est¨¢n sin hacer mucho y desesperados. En materia de reincorporaci¨®n jur¨ªdica, la situaci¨®n es igualmente compleja, m¨¢s de 300 exguerrilleros siguen en c¨¢rceles pues la ley de amnist¨ªa no funciona, y el tema de extradici¨®n hacia los Estados Unidos espanta a los jefes guerrilleros.
Por otro lado, cuando el 22% de los paramilitares desmovilizados reincidieron luego del proceso de di¨¢logo con el entonces gobierno de ?lvaro Uribe, eso no signific¨® que los paramilitares segu¨ªan existiendo. Los procesos de reincidencia son normales, pero la cifra depende de lo bien o mal que salga el proceso de reincorporaci¨®n. Tanto en el proceso con las FARC, como en el de los paramilitares no hubo ning¨²n proceso de reincorporaci¨®n para mandos medios y todo indica que ser¨¢ un gran dolor de cabeza.
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