Jineth Bedoya: ¡°Mi trabajo ha devuelto a la vida a much¨ªsimas mujeres¡±
Periodista. Fue secuestrada y violada en una c¨¢rcel de Bogot¨¢. Se ha convertido en una de las principales voces de las v¨ªctimas de violencia sexual en Am¨¦rica Latina
La empat¨ªa es una herramienta clave en periodismo. Hay que ponerse en la piel del otro. Jineth Bedoya, subeditora del peri¨®dico colombiano El Tiempo, lo aprendi¨® de la forma m¨¢s terrible que se pueda imaginar. Estaba en la c¨¢rcel Modelo de Bogot¨¢, en 2000, cubriendo una informaci¨®n. Fue secuestrada, torturada y violada por paramilitares. ¡°Cuando me soltaron, yo estaba casi muriendo, lo que quer¨ªa era decirle a mi mam¨¢ que estaba viva¡±, cuenta. Estaba buscando un tel¨¦fono, una ayuda para llegar hasta su madre. Se le acerc¨® otro reportero: ¡°Deme r¨¢pido un resumen, que tengo que mandar a Bogot¨¢¡±. Ella se vio reflejada: ¡°Preguntar sin pensar en la v¨ªctima era algo que hab¨ªa hecho muchas veces¡±. Sinti¨® asco del periodismo. Y decidi¨® que, si sobreviv¨ªa, no le volver¨ªa a pasar.
Denunciar y dar voz a las v¨ªctimas de violencia sexual se convirti¨® en la causa de esta periodista nacida en 1974 y vuelta a la vida en 2009, cuando cont¨® al mundo su propia violaci¨®n. Inici¨® una campa?a, bajo el lema ¡°No es hora de callar¡±, con la que ha entrado en los estadios de f¨²tbol, ha influido en los acuerdos de paz de Colombia y se ha transformado en altavoz de quienes claman justicia. A finales de julio particip¨® en unas jornadas de Oxfam en Bogot¨¢, a las que fue invitado EL PA?S. All¨ª acudi¨® con sus guardaespaldas y tuvo lugar esta entrevista, apenas unos d¨ªas despu¨¦s de que Bedoya recibiera nuevas amenazas de muerte.
¡°Estamos en un momento ¨²nico para el feminismo; las mujeres tenemos que subirnos a esta ola¡±
PREGUNTA. ?C¨®mo est¨¢?
RESPUESTA. Me encuentro muy golpeada emocionalmente, muy triste. Las amenazas de las ¨²ltimas semanas han sido revictimizantes, contundentes, pero espero al final de estos d¨ªas sentir que he vivido un d¨ªa m¨¢s y que no he desfallecido.
P. ?Se acostumbra una a vivir amenazada?
R. Hasta la semana pasada cre¨ªa que me hab¨ªa acostumbrado a vivir en medio de las amenazas porque son constantes. Pero esta vez ha sido diferente porque el lenguaje ofensivo te lleva a naturalizar eso. Lo antinatural es que no te amenacen y lo natural es que s¨ª. Cuando te sientas a reflexionar sobre el tema te das cuenta que te est¨¢ quitando un ox¨ªgeno impresionante. Es incre¨ªble que lleve 18 a?os viviendo con escoltas, que no pueda ver mientras voy en el coche la hermosa luz de Bogot¨¢ porque los cristales est¨¢n tintados de oscuro para resguardarme.
"El Me Too sali¨® con mucha fuerza pero empieza a desdibujarse"
P. Tras ofrecer su valiente testimonio en 2009, pas¨® de preguntarse por qu¨¦ me han violado a para qu¨¦ me han violado.
R. Me violaron y no activaron la pistola de 9 mil¨ªmetros que ten¨ªa en la cabeza para poderle dar voz y vida a miles de mujeres. Hoy puedo decir con cifras en la mano que no es hora de callar, que mi trabajo ha devuelto la vida a much¨ªsimas mujeres, les ha hecho creer en ellas mismas y denunciar. Yo tengo un gran reto que no s¨¦ si podr¨¦ cumplir o tendr¨¢n que hacer otras personas. Quiero que muchos hombres se pongan de este lado, que entiendan que nos tienen que ayudar a cambiar esa realidad. Son nuestros derechos, nosotras los hemos ganado. Pero creo que es necesario que tambi¨¦n sea el espacio de ellos para que asuman responsabilidades.
P. ?Cree que el feminismo est¨¢ en un momento sin vuelta atr¨¢s o es una moda?
R. Estamos en un momento definitivo. Si las mujeres no nos subimos a esta ola, vamos a tener que asumir la responsabilidad frente a la historia de lo que no fuimos capaces de hacer. Es un momento ¨²nico que, como los cometas, solamente volver¨¢ a pasar en much¨ªsimos a?os. Dentro de esta ola s¨ª hay tendencias que se vuelven moda, como el MeToo. Sali¨® con mucha fuerza, denunci¨® cosas muy graves, pero empieza a desdibujarse. Quienes tenemos una voz p¨²blica tenemos la obligaci¨®n de empujar a quienes est¨¢n haciendo un trabajo que no es tan p¨²blico, pero que est¨¢ cambiando realidades.
¡°Hoy puedo decir que no es hora de callar, que mi trabajo ha devuelto la vida a muchas v¨ªctimas¡±
P. ?Agota ser una voz p¨²blica?
R. M¨¢s que agotar, pesa mucho. Lo hablo con mi equipo de trabajo, en el que hay una persona maravillosa que ayuda a las v¨ªctimas de violencia sexual. Le digo: ¡°Hoy quisiera ser completamente an¨®nima, haber estudiado costura y dedicarme a hacer camisas¡±. Lo que pesa es la responsabilidad. Cuando la gente te ve como una voz p¨²blica que no se apaga, conlleva responsabilidad. Mi miedo no es por las balas, con estos se?ores que me han mandado amenazas ahora. Mi miedo es no cumplir con las personas que creen en m¨ª.
P. La violencia sexual qued¨® incluida en los acuerdos de paz de Colombia. ?Espera justicia y reparaci¨®n para esas mujeres?
R. Esa fue mi motivaci¨®n para aceptar formar parte de la mesa en el grupo de v¨ªctimas y de las organizaciones que se personaron para que la violencia sexual fuera reconocida como un delito de lesa humanidad. Este agosto, tres mujeres que hemos sobrevivido a la violencia sexual, en representaci¨®n de otras muchas, vamos a entregar a la jurisdicci¨®n especial para la paz m¨¢s de 3.000 casos de mujeres violentadas en el marco del conflicto armado. Hay de todo: v¨ªctimas de guerrilla, de paramilitares, de agentes del Estado. Much¨ªsimos casos quedar¨¢n en la impunidad, pero tenemos una ¨²ltima instancia que es la Corte Penal Internacional. All¨ª s¨ª nos van a escuchar.
P. ?Habr¨¢ justicia y reparaci¨®n para usted?
R. No [pausa]. De todos los casos que manejamos, y esto es lo m¨¢s parad¨®jico, el que est¨¢ m¨¢s a las puertas de quedar impune es el caso de Jineth Bedoya. Tras 18 a?os, la justicia de este pa¨ªs no ha sido capaz de llamar a los estrados judiciales a los autores intelectuales, conociendo qui¨¦nes son. No creo que ning¨²n fiscal, ninguna autoridad en este pa¨ªs tenga el suficiente coraje para presentar ante un estrado a quienes ordenaron mi secuestro, mi violaci¨®n y mis torturas.
P. Usted asegura que nunca podr¨¢ escribir su propia historia.
R. Es muy dif¨ªcil volver a bajar al infierno. Necesito m¨¢s a?os para terminar de asimilar lo que ha ocurrido. Es imposible tratar de relatarla con una amenaza encima, cuando sabes que posiblemente vas a tener que salir de tu pa¨ªs o que no llegas al d¨ªa siguiente.
P. ?Cu¨¢l es su reflexi¨®n sobre el perd¨®n?
R. Lo que conlleva perdonar solo lo sabe quien ha sufrido una afectaci¨®n. Lo que pas¨® durante el proceso de paz me ense?¨® que el perd¨®n es ¨²nico e individual, est¨¢ amarrado a lo que cada persona ha sentido y ha vivido. ?Que si yo he podido perdonar? No. ?Que si voy a acabar de perdonar? Tal vez no. Pero tengo claro que no me voy a cargar esa rabia que conlleva el no terminar en el perd¨®n. La he ido soltando. He transformado ese dolor en cosas positivas y de alguna manera eso es perdonar. Mi madre me dice que ella nunca podr¨¢ y estoy convencida de que es cierto. Ella va a odiar hasta su ¨²ltimo d¨ªa a quienes me hicieron todo este da?o y lo respeto inmensamente. Lo que yo tengo claro es que, si yo odiara, no podr¨ªa recorrerme todo el pa¨ªs amando como amo a todas esas mujeres que ponen sus vidas en mis manos.
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