¡°El miedo ahora es volver y que no est¨¦ nuestra casa¡±
Miles de familias han abandonado la costa este de Estados Unidos para refugiarse del hurac¨¢n Florence en las ciudades del interior
Pat Knight, de 77 a?os, est¨¢ nerviosa. Despu¨¦s de bombardear con preguntas a la recepcionista de un camping donde se aloja sobre cu¨¢n terrible cree que ser¨¢ el hurac¨¢n Florence, enciende un cigarrillo. "Es la primera vez en 30 a?os que tenemos que evacuar nuestra casa. Fue muy dif¨ªcil tomar la decisi¨®n. Pero ya sabes, se pueden construir edificios, no personas", dice mientras se fuerza a sonre¨ªr. La inminente llegada del cicl¨®n a la costa este de Estados Unidos la oblig¨® a ella y a su marido a abandonar su hogar en South Beach, Carolina del Norte. La pareja es una de las 180 familias que desalojaron las playas para refugiarse en Charlotte, una ciudad a las espaldas del borde costero. Se espera que entrada la noche de este jueves las marejadas cicl¨®nicas y las lluvias toquen tierra y produzcan "catastr¨®ficas inundaciones".
Charlotte Motor Speedway, una pista de carreras de coches, anunci¨® el martes que abrir¨ªa sus puertas a los evacuados. Desde entonces han llegado diariamente decenas de caravanas muy bien equipadas y algunas familias con tiendas de campa?a. La zona gratuita est¨¢ apartada de las instalaciones ¨Cjuegos infantiles, zona para perros, duchas¨C, por lo que la mayor¨ªa est¨¢ pagando 30 d¨®lares (25,6 euros) por noche, que incluyen energ¨ªa el¨¦ctrica, wifi y otros beneficios.?Pat Knight muestra orgullosa el interior de su casa rodante: un plasma en la zona del comedor, otra tele en la habitaci¨®n, el refrigerador copado de provisiones y cuatro asientos de cuero. "Intent¨¦ traer todas las cosas valiosas", cuenta emocionada mientras ense?a los ¨¢lbumes de fotos. "Espero que mi casa est¨¦ en pie cuando volvamos, porque esa no es mi casa, es mi hogar", sostiene entre l¨¢grimas.
Florence tiene a 10 millones de estadounidenses viviendo en zonas bajo alerta de hurac¨¢n o tormenta. Aunque la noche del jueves el cicl¨®n baj¨® un nuevo escalaf¨®n hasta llegar a la categor¨ªa 1 sobre 5, las autoridades no lo interpretan como una buena se?al. "Cuanto m¨¢s grande y m¨¢s lenta es la tormenta, mayor es la amenaza y el impacto, y eso es lo que tenemos aqu¨ª", advirti¨® el director del Centro Nacional de Huracanes, Ken Graham. Para Eddie Green, de 59 a?os, la decisi¨®n de dejar su casa no fue dif¨ªcil precisamente por el riesgo que supon¨ªa quedarse. "Era demasiado peligroso, todo mi vecindario se fue. Yo simplemente saqu¨¦ algunas cosas de valor, cerr¨¦ con llave y me vine con mi esposa y mis tres perros", narra mientras saca sus pertenencias de la camioneta: madera, generadores el¨¦ctricos, ropa¡ "Estoy preparado para ver la peor tormenta de mi vida", afirma tranquilo.
Una mujer interrumpe la conversaci¨®n de una pareja. Les comunica que est¨¢n preparando una comida en la entrada del camping. "?Qu¨¦ van a ofrecer?", pregunta ¨¦l. "Hamburguesas e informaci¨®n sobre los eventos automovil¨ªsticos que tendremos pr¨®ximamente", responde ella, dejando entrever que en las cat¨¢strofes tambi¨¦n hay oportunidades comerciales. El matrimonio invitado viaj¨® cinco horas desde un peque?o pueblo de Carolina del Sur. "Realmente no sab¨ªamos a d¨®nde ir", explica Jimmy Thomas, de 56 a?os. Su mujer est¨¢ afectada. Cada vez que interviene no consigue terminar la frase por la angustia. Trajeron a su peque?o perro, pero dejaron a sus dos gatos en la casa. "Pensamos que si los tra¨ªamos se iban a perder". Su hogar est¨¢ justo frente a la playa. "El miedo ahora es volver y que ya no est¨¦ nuestra casa", dice Tammy Thomas.
La peligrosa marejada cicl¨®nica causar¨¢ que ¨¢reas que son normalmente secas cerca de la costa "se inunden por un aumento del nivel" del mar, que podr¨ªa alcanzar entre 2,7 y 4 metros de altura desde Cabo Fear a Cabo Lookout, con posibles "grandes y destructoras olas", han resaltado los meteor¨®logos del CNH (Centro Nacional de Huracanes). Se espera que Florence produzca acumulaciones totales de lluvia de entre 50 y 76 cent¨ªmetros.
En Charlotte la gente est¨¢ ansiosa. Los mayores tienen vivo el recuerdo de Hugo, que caus¨® 34 muertes y millonarias p¨¦rdidas materiales en 1989. Antes de su llegada, la alerta estaba puesta en la costa, pero finalmente fue esta ciudad del interior una de las m¨¢s afectadas. Para Nelson Lima, de 73 a?os, la ¨²nica frase que vale ahora es la que dice: "El tiempo para preocuparte por la tormenta es antes de la tormenta".
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