Jugando con candela
Algunos en el c¨ªrculo m¨¢s cercano del presidente Iv¨¢n Duque juegan a despertar los fusiles silenciados
A pesar de un buen equilibrio para no caer en trampas dial¨¦cticas, electoreras y b¨¦licas por parte del presidente Iv¨¢n Duque, algunos de su c¨ªrculo m¨¢s cercano juegan a despertar los fusiles silenciados. No parecen advertir que est¨¢n dejando crecer, como bola de nieve, problemas fronterizos adentro y afuera.
Los responsables son nada menos que ciertos miembros del propio partido de gobierno, el Centro Democr¨¢tico, que no sin raz¨®n reclaman el valor del disenso interno. Pero son m¨¢s los que saben detr¨¢s de qu¨¦ van y lo hacen aprovech¨¢ndose de sus habilidades pol¨ªticas y otros por su notoria inexperiencia en el manejo del Estado que, con la calculadora de d¨¦ficit presupuestal en mano, quieren impedir el curso de algunos programas de Estado.
Es peligrosa la palabra que se convierte en balas, como la amenaza de no descartar una intervenci¨®n militar en Venezuela en bocas con poder y mentes sin mayor equilibrio, como las de Donald Trump y sus halcones.
Lo dijo primero el embajador en Washington, Francisco Santos, al pedir que no se descartara ninguna opci¨®n contra el r¨¦gimen de Nicol¨¢s Maduro. Lo dijo el expresidente y senador, ?lvaro Uribe, cuando plante¨® que las tropas venezolanas deb¨ªan moverse hacia el Palacio de Miraflores y no hacia la frontera con Colombia, a lo que el vicepresidente Mike Pence remat¨® anunciando que Estados Unidos siempre apoyar¨ªa a sus aliados ante una agresi¨®n.
S¨ª, son expertos en esos apoyos. Lo han sido siempre, sobre todo cuando de intervenir naciones y dejarlas destruidas se trata. ?Tan varones! Tan cobardes los hombres de la guerra que no saben del sufrimiento del pueblo, del miedo que lo corroe con solo ver rondar por la frontera a esos guardias bolivarianos vestidos con sus boinas de color sangre dizque para controlar el contrabando con el que alimentan su corrupci¨®n aqu¨ª y all¨¢.
Pero no es la ¨²nica guerra con la que juegan o la que creen que juegan para advertirle a Venezuela que se le cierra el cerco. Tambi¨¦n cometen la irresponsabilidad de echarle le?a al reci¨¦n apagado fuego del conflicto interno colombiano. Peligrosa es la palabra que se vuelve realidad, aunque se haya negado una y otra vez que iban a volver trizas los acuerdos de paz. Y entonces aparece la excusa de la falta de presupuesto, para no cumplir con los compromisos pactados en momentos en que toman fuerza los grupos disidentes de las FARC, y varios de sus m¨¢ximos l¨ªderes se esconden, en vez de dar ejemplo.
Debe haber una coherencia entre el discurso de la legalidad del nuevo gobierno y los programas que la garantizan, como la pol¨ªtica de sustituci¨®n de cultivos a los que m¨¢s de setenta mil familias campesinas han apostado para cambiar la siembra de coca por cultivos alternativos. ¡°Nuestro gobierno trabajar¨¢ para que el proceso de desmovilizaci¨®n, desarme y reinserci¨®n salga adelante con ¨¦xito¡±, fueron las palabras del presidente Duque en la ONU. Le creo, el problema est¨¢ en que sus escogidos funcionarios no le dinamiten la voluntad.
La coherencia se le debe exigir tambi¨¦n a los encargados de impartir justicia. Obligado est¨¢ el fiscal general N¨¦stor Humberto Mart¨ªnez a demostrar la culpabilidad de Jes¨²s Santrich para no darles motivos innecesarios a los reci¨¦n desmovilizados para abandonar sus compromisos con el Estado, con la excusa de que est¨¢n siendo perseguidos u objeto de montajes por parte del ente investigador y todo para ir haciendo m¨¢s fr¨¢gil el proceso.
Ya est¨¢ demostrado que hacer trizas los acuerdos no era frase de caj¨®n. Mucho de lo que se acord¨®, hoy es distinto y mucho m¨¢s se pretende con la reci¨¦n anunciada reforma a la Justicia Especial para la Paz, cuando incluso ya los militares y terceros lograron tener un sistema distinto de juzgamiento.
Adem¨¢s de jugar con candela, aparecen en el escenario las amenazas jur¨ªdicas a opinadores y periodistas. Y una a¨²n m¨¢s delicada, la de regular la tutela, el ¨²nico mecanismo de defensa de los derechos ciudadanos, la gran conquista desde la Constituci¨®n del 91, a la que le ha aparecido un fantasma del siglo antepasado, la carta de 1886.
?Vamos para adelante hacia la paz y los derechos o vamos hacia atr¨¢s a las guerras, a la prohibici¨®n y a la censura? Por lo menos es hora de empezar a pregunt¨¢rselo.
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