Cuando el suelo se hace l¨ªquido y engulle todo
En la ciudad indonesia de Palu centenares de casas desaparecieron en una masa fangosa al desestructurarse la tierra por el fuerte se¨ªsmo
![Ambo Pawe y sus dos hijos rebuscan entre las ruinas de su vivienda en el barrio de Balaroa (Palu).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PMLOE26F4K667AWHOPMCBAS7VI.jpg?auth=818acb64f6a284c8263b8c1f86f93bfb4dc8b03b50d57d127db905be49f31d9b&width=414)
Ambo Pawe, de 50 a?os, y sus hijos Are y Sari hallaron los restos de su vivienda a 100 metros de donde estaba. El potente terremoto (y posterior tsunami) que asol¨® la isla indonesia de C¨¦lebes hace una semana convirti¨® el suelo sobre el que se asentaba su casa en una masa l¨ªquida que la engull¨®. Ocurri¨® con su vivienda, con edificios enteros y las personas que los habitaban.
No solo tembl¨® la tierra, sino que en cuesti¨®n de minutos la fuerte sacudida (de magnitud 7,5) desat¨® un fen¨®meno geol¨®gico que puede afectar a suelos arenosos o saturados de agua y humedad, como los de la ciudad de Palu, la m¨¢s afectada por el desastre. Las capas de terreno bajo la superficie perdieron resistencia por la violenta convulsi¨®n, que elev¨® la presi¨®n del agua, se desestructuraron y se hicieron fangosas, casi l¨ªquidas. Es la licuefacci¨®n, que hundi¨® la tierra y caus¨® deslaves que se llevaron por delante, seg¨²n un recuento de los primeros d¨ªas, al menos 1.700 casas en Balaroa, el barrio de Palu en el que viv¨ªa Pawe.
Siete d¨ªas despu¨¦s de la cat¨¢strofe, este campesino y sus hijos peinan los restos del tercer piso de su casa, el ¨²nico que ha quedado en la superficie despu¨¦s de que el terreno perdiera toda consistencia y se tragara el resto. Pawe intenta recuperar algunos objetos y recuerdos. La familia ha perdido a seis miembros: dos abuelos, tres hijas y una t¨ªa. Quedan dos cuerpos por hallar y es posible que nunca los encuentren.
Los que sobrevivieron tardaron tres d¨ªas en saber ad¨®nde fue a parar su casa. Ayer apenas rescataron una bolsa con ropa y varios documentos, entre ellos, el diploma de graduaci¨®n de la escuela de secundaria de una de sus hijas fallecidas, Siti, de 17 a?os. ¡°Era una estudiante brillante. Hablaba el mejor ingl¨¦s de toda la ciudad¡±, presume el padre. Pawe y sus dos hijos varones se salvaron porque esa tarde estaban en Pasangkayu, a unas tres horas en coche desde Palu.
Cuentan los vecinos de Balaroa que la carretera de acceso al barrio era una cuesta pronunciada, algo dif¨ªcil de imaginar ahora que queda una v¨ªa casi plana. El paisaje es desolador. Ni una de las 500 casas aguant¨® el golpe y los edificios han quedado sepultados. En algunos casos se hundieron 10 metros bajo tierra al abrirse el suelo por la licuefacci¨®n. ¡°Parec¨ªa una olla de sopa removi¨¦ndose¡±, describe el momento en que el terreno perdi¨® toda consistencia Dirman Sandewar, de la Agencia de Rescate de Indonesia.
En Petobo, un pueblo cercano a Palu, ocurri¨® un fen¨®meno similar, con la diferencia de que all¨ª el suelo se levant¨® de forma repentina formando una ola de barro que lo cubri¨® todo. ¡°Ni siquiera sabemos de d¨®nde procede toda esta tierra¡±, dice Awal Hidayat, de 42 a?os y responsable log¨ªstico del operativo de la agencia de rescate en esa zona. Ha pasado una semana, pero el barro sigue blando. ¡°Son condiciones muy dif¨ªciles para trabajar, en algunas zonas incluso necesitamos cuerdas porque es algo similar a unas arenas movedizas¡±, explica Hidayat, sin querer estimar cu¨¢nta gente podr¨ªa estar sepultada. ¡°Har¨¢n falta a?os para que la zona se recupere del desastre¡±, se lamenta.
Las condiciones son dif¨ªciles en todas partes.
En el barrio de Balaroa, los equipos de rescate solo logran recuperar unos pocos cuerpos al d¨ªa a pesar de trabajar m¨¢s de 12 horas. ¡°Tardamos entre una y cinco horas en sacar cada cuerpo. B¨¢sicamente nos guiamos por el olor para saber d¨®nde empezar a buscar¡±, explica Sandewar. Es dif¨ªcil saber cu¨¢nta gente hay bajo tantas toneladas de escombros, pero calculan que cerca de un millar. ¡°Es imposible sacarlos a todos. Trataremos de recuperar el mayor n¨²mero posible hasta que nos tengamos que ir. Pero incluso las tareas de limpieza y reconstrucci¨®n son abismales. Lo m¨¢s probable es que simplemente se cierre el acceso y se quede as¨ª. Se convertir¨¢ en su cementerio¡±, a?ade.
Rahmad Ambo, de 37 a?os, ha viajado desde Makasar, la capital de la isla de C¨¦lebes, para buscar a sus padres y a su hermano en Balaroa. Encontraron hace un par de d¨ªas el cad¨¢ver de su madre. Ahora trata de convencer a los equipos de rescate para que limpien la zona a la que fue a parar su casa para intentar sacar los cuerpos. ¡°Quiero poder enterrarlos con dignidad. No estar¨¦ tranquilo si se quedan aqu¨ª¡±.
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M¨¢s informaci¨®n
![La Agencia de Gesti¨®n de Desastres teme que hayan quedado enterrados entre los escombros de una barrio residencial de Palu](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/N43KBFIZJVEPZEN3ECZAZXT34A.jpg?auth=df546b109c54e81fac643d59c8c707487e96b86c8c263d0af2245fd21a29165e&width=414&height=311&smart=true)