El da?o ya est¨¢ hecho
Sea cual sea el resultado, Brasil deber¨¢ encontrar la forma de lidiar con una parte del pa¨ªs que ve en Bolsonaro una esperanza leg¨ªtima
En la recta final de la campa?a brasile?a varios sectores de la ¨¦lite han puesto en marcha la normalizaci¨®n de los graves riesgos de un Gobierno del populista de ultraderechas Jair Bolsonaro. Primero, fueron los operadores del mercado financiero, despu¨¦s llegaron los apoyos formales de las bancadas conservadoras en el Congreso y luego el aval del candidato que fue presidente de la poderosa federaci¨®n de las industrias de S?o Paulo. Sin hablar del apoyo t¨¢cito que implica el silencio. Un proceso veloz que ha hecho pasar a Bolsonaro de outsider a candidato del establishemnt en pocos d¨ªas. Nadie serio cree que el plan presentado por el excapit¨¢n el Ej¨¦rcito brasile?o, lleno de exclamaciones y delirios, sea cre¨ªble, o que ¨¦l tenga equipo. Sea c¨®mo sea, para muchos es mejor ir acomod¨¢ndose. Tal vez de ah¨ª la prisa de Xico Graziano, ex jefe de gabinete del Gobierno socialdem¨®crata de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), en declarar su apoyo al extremista, pese a matizar que no concuerda "con varias de sus ideas¡±. A lo mejor le sobra un espacito para Graziano en el palacio...
Graziano ilustra el cinismo de amplios sectores de las ¨¦lites pol¨ªticas y econ¨®micas que se pretenden adherir al bolsonarismo sin demasiados problemas. Ocurre, sin embargo, que "varias de las ideas" de Bolsonaro representan riesgos concretos para muchas vidas. Implican caminar en la profundizaci¨®n de nuestra barbarie. Las ¨¦lites deben saber de eso, pero tener las manos sucias de sangre parece ser un da?o colateral. No ser¨¢ las vidas de ellos, desde luego.
No se trata de decir que el bolsonarismo es un fen¨®meno solo de ¨¦lites. La intenci¨®n de voto por Bolsonaro se expande en todas las franjas de renta. Pero el punto aqu¨ª es qui¨¦n va a ganar m¨¢s y qui¨¦n va a perder m¨¢s con esa configuraci¨®n. Para el 1% m¨¢s rico de uno de los pa¨ªses m¨¢s desiguales del mundo, puede ser un mal menor esperar un experimento con tintes pinochetistas, ya que el candidato ultraconservador es un converso en el ultraliberalismo econ¨®mico. Nuestras instituciones, mermadas por el s¨¢lvese qui¨¦n pueda de nuestra crisis pol¨ªtica cr¨®nica, no ser¨¢n un muro de contenci¨®n. No hace falta ir tan lejos para entender que el proyecto de Bolsonaro no necesita ley alguna para hacer da?o.
El discurso violento de candidato es un aval para agravar los problemas que ya tenemos: machismo, intolerancia a la comunidad LGBTQ+, y algo transversal a todo eso y potencialmente explosivo: la violencia policial. No debemos aburrirnos en repetir que el proyecto de Bolsonaro no se parece tanto al de Donald Trump como al de Rodrigo Duterte , el presidente de Filipinas. No estamos hablando solo de tristes enfrentamientos como el de antifas y racistas en Charlottesville. Ni de lo indigno que es separar ni?os inmigrantes de sus padres en Estados Unidos. En un pa¨ªs con 63.000 muertos al a?o, el resultado puede ser catastr¨®fico. El otro aqu¨ª no es necesariamente el inmigrante. El otro, que no merece el mismo estatus, es solo la empleada dom¨¦stica o el conserje de la clase media alta de S?o Paulo en el momento en que salen rumbo a los m¨¢rgenes de la ciudad.
Todos los d¨ªas, el polic¨ªa medio brasile?o se ve arrojado a un campo de guerra, sin ninguna estrategia, para matar y morir con otros que cobran tan poco como ¨¦l. Ese polic¨ªa es v¨ªctima de la violencia, pero tambi¨¦n sabemos que hay quienes practican tortura y la graban y distribuyen por WhatsApp. La tortura, herencia de la esclavitud y de la dictadura, jam¨¢s ha desaparecido de nuestras comisar¨ªas y prisiones. Ahora, aquello que era tolerado, casi nunca investigado o condenado, puede ganar un respaldo total. Es el torturador el que saldr¨¢ fortalecido, porque el h¨¦roe del favorito en las elecciones tambi¨¦n es un torturador: Bolsonaro y repite una y otra vez que se inspira en el coronel Carlos Brilhante Ustra (1932-2015), el primer militar reconocido por la justicia como torturador durante el r¨¦gimen que gobern¨® el pa¨ªs.
Aunque el candidato ultraconservador no gane, el da?o ya estar¨¢ hecho. El reto de nuestra sociedad ser¨¢ encontrar la forma de lidiar con una parte del pa¨ªs que ve en Jair Bolsonaro una esperanza leg¨ªtima.
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