Lluvia de d¨®lares para tener influencia en el Capitolio
Las grandes fortunas se movilizan para financiar una de las campa?as que m¨¢s dinero ha movido en la historia
La crucial carrera que libran dem¨®cratas y republicanos por el control del poder legislativo en Estados Unidos bate un r¨¦cord tras otro. No solo por el n¨²mero de mujeres que se presentan a cargos electos, su diversidad y el n¨²mero de aspirantes novatos, sino tambi¨¦n por la cantidad y la rapidez con la que se est¨¢ quemando efectivo. Se calcula que esta campa?a habr¨¢ movilizado cerca de 5.200 millones de d¨®lares (unos 4.570 millones de euros).
A menos de una semana de los comicios se hab¨ªan gastado ya 4.700 millones, seg¨²n datos recopilados de la Comisi¨®n Electoral Federal (FEC). ¡°La importancia de estas elecciones es clara viendo esta masa de dinero¡±, explicaba Sheila Krumholz, directora del Center por Responsive Politics (CPR) en la presentaci¨®n del informe. ¡°El ritmo al que crecieron las donaciones es un indicador muy s¨®lido de la intensidad que domina en esta campa?a¡±, dijo.
Hasta ahora el gasto solo hab¨ªa superado en dos ocasiones los 4.000 millones: en las elecciones al Congreso de 2010 y 2016. Solo que esta vez, a?ade Krumholz, el dinero sale de las chequeras de las grandes fortunas. Las reglas que rigen la financiaci¨®n de las campa?as permiten a las ¨¦lites inyectar dinero en grupos de acci¨®n pol¨ªtica (PAC), que no est¨¢n sujetos a las restricciones que tienen las donaciones directas a los candidatos. Entre los magnates que lideran las aportaciones destaca Sheldon Adelson, patr¨®n de los casinos Las Vegas Sands. Moviliz¨® 113 millones para asegurarse de que los republicanos mantienen el control de las dos C¨¢maras. Le sigue Tom Steyer, gestor de fondos, con 50,7 millones, todos para los dem¨®cratas. El tercer mayor donante es el naviero Richard Uihlein, con 39 millones para los conservadores.
La lista la completan los financieros Donald Sussman, George Soros, James Simons, Fred Eychaner y Michael Bloomberg, el antiguo alcalde republicano de Nueva York que acaba de registrarse como votante dem¨®crata. Jeff Bezos, presidente de Amazon, tambi¨¦n aparece en el grupo de cabeza, con 10,2 millones, pero su aportaci¨®n no la dedica a candidatos con nombre y apellidos sino a causas m¨¢s gen¨¦ricas.
Los candidatos dem¨®cratas van camino de gastar m¨¢s que los republicanos por primera vez en una d¨¦cada, unos 2.500 millones de d¨®lares frente a 2.200 millones de los conservadores. Recaudan m¨¢s dinero entre los donantes individuales, explica Krumholz, que destaca la fuerza que tienen a trav¨¦s de peque?as contribuciones a sus campa?as.
Ante esta situaci¨®n, el Fondo republicano para el liderazgo en el Congreso, una de esas PAC, mand¨® una nota a los donantes en los que advert¨ªa que el partido se enfrentaba a una ¡°ola verde, no azul¡±. Por el color del dinero. El Fondo se?alaba que en 20 contiendas el margen era solo de cuatro puntos, por eso este grupo de acci¨®n pol¨ªtica, uno de los mayores del Grand Old Party, ped¨ªa a las bases que hicieran un esfuerzo adicional y se rascasen el bolsillo.
A dos bandas
En el caso de los empresarios, sol¨ªan jugar tradicionalmente a dos bandas, porque sus clientes y empleados est¨¢n a ambos lados del espectro pol¨ªtico. Es lo que hace Kenneth Frazier, de Merk. Pero con Donald Trump de presidente la situaci¨®n ha cambiado y el 84% dirigieron m¨¢s de 70% de sus donaciones a un partido pol¨ªtico.
Wall Street tambi¨¦n tiene intereses en esta batalla, aunque lo hace de una manera m¨¢s pragm¨¢tica. Por tradici¨®n suelen decantarse por los republicanos. Pero esta vez el dinero de las firmas financieras va dirigido a apoyar a candidatos dem¨®cratas moderados o con una posici¨®n menos dura en cuestiones de regulaci¨®n.
Todo es legal. La regla es que estos comit¨¦s de acci¨®n pol¨ªtica pueden aceptar cantidades ilimitadas de dinero siempre y cuando no coordinen el gasto con las campa?as que apoyan. David Rockefeller fue pionero en el soft money hace un siglo. Esas donaciones sirven para financiar la emisi¨®n de anuncios, diseminar publicidad por las redes sociales y realizar llamadas para movilizar a los electores.
Hay algo tambi¨¦n de inspiraci¨®n en el modelo que llev¨® a Trump a la presidencia. Rick Scott, gobernador de Florida, est¨¢ tirando de su fortuna para hacerse con el esca?o del senador dem¨®crata Bill Nelson por ese Estado. Algo parecido pasa con el empresario Bob Hugin, que financia su propia carrera para batir a Bob Men¨¦ndez como senador por Nueva Jersey.
El rastro del dinero lleva a las batallas m¨¢s re?idas
El dinero que moviliza cada campa?a sirve para identificar las contiendas m¨¢s re?idas, como los suburbios de Pittsburgh en Pensilvania. El torrente de dinero llega tambi¨¦n a Montana, donde los dem¨®cratas quieren romper la racha de victorias republicanas. Otro punto caliente es el distrito 49 en California. Ah¨ª los liberales atraen tres veces m¨¢s contribuciones directas que los conservadores, reflejo del descontento local con Washington.
Algo similar sucede en el distrito 39, que cubre parte de Los ?ngeles. Los dem¨®cratas tambi¨¦n est¨¢n gastando mucho en el distrito 6 de Colorado. El dinero tambi¨¦n fluye por Nueva York entre los nuevos aspirantes. Los dem¨®cratas superan c¨®modamente a los republicanos que luchan por mantener sus cargos en el Congreso, hasta el punto de que en el distrito de Long Island la ventaja al captar fondos es de cinco a uno.
Los comit¨¦s de acci¨®n pol¨ªtica llevaban recaudados 1.100 millones de d¨®lares hasta finales de octubre. Para hacerse con la mayor¨ªa en la c¨¢mara baja, los dem¨®cratas necesitan recuperar 23 esca?os. El bombardeo de anuncios gana potencia en los Estados donde se juega el control del Senado. Hay 35 esca?os en juego, pero solo 10 de ellos son los m¨¢s competitivos y reflejan la divisi¨®n pol¨ªtica reinante.
Hay vacantes que cubrir en Arizona y Tennessee. Y aunque el margen es ajustado para los dem¨®cratas en Virginia Occidental, Misuri, Montana, Indiana y Florida, ganan claramente en donaciones. Si el dinero es una indicaci¨®n, es posible que recuperen Nevada. Incluso Texas, donde fluyeron 70 millones en apoyo al dem¨®crata Beto O?Rourke frente a 40 millones para el republlicano Ted Cruz.
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