La irrupci¨®n del odio en la campa?a pone a prueba a Trump
Su reacci¨®n tras el masivo env¨ªo de paquetes bomba y el atentado antisemita en Pittsburgh lleva el foco a la autoridad moral del presidente en momentos cr¨ªticos y su efecto crispador
El odio ha irrumpido en el final de la ya crispada campa?a de las legislativas de EE UU, y ha provocado un escrutinio p¨²blico del polarizador estilo del presidente. Un d¨ªa despu¨¦s de que la polic¨ªa arrestara a un forofo de Donald Trump por el env¨ªo de paquetes bomba a destacados cr¨ªticos, un radical antisemita mataba a 11 personas en una sinagoga de Pittsburgh. Pero, para el presidente, ¡°el enemigo del pueblo¡± es la prensa. La reacci¨®n de Trump dirige el foco hacia su autoridad moral en momentos cr¨ªticos y su tendencia a ahondar en las divisiones que lastran el pa¨ªs en lugar de contribuir a la unidad.
Ya el domingo por la noche, al d¨ªa siguiente del m¨¢s mort¨ªfero atentado antisemita de la historia del pa¨ªs, el dedo acusador del presidente se?alaba con dureza a los medios de comunicaci¨®n. Este lunes, a primera hora, volv¨ªa a la carga: ¡°Hay una gran indignaci¨®n en nuestro pa¨ªs, causada en parte por el inexacto y a menudo incluso fraudulento trabajo de las noticias. Los medios de las noticias falsas, el verdadero enemigo del pueblo, deben parar la hostilidad abierta y obvia y contar las noticias de manera exacta y justa. Eso har¨¢ mucho por apagar la llama de la indignaci¨®n y furia y entonces podremos unir a todas las partes en paz y armon¨ªa. ?Las noticias falsas deben terminar!¡±.
Trump conden¨® con rapidez el ¡°acto antisemita¡± el s¨¢bado, pero no encontr¨® motivos para cambiar su agenda y, solo despu¨¦s de que intercedieran su hija y su yerno, Ivanka Trump y Jared Kushner, ambos jud¨ªos, realiz¨® planes para viajar a Pittsburgh. En sus primeros mensajes de condena del ataque, durante un encuentro con periodistas en Indiana, aprovech¨® para mostrar su voluntad de ¡°reforzar las leyes relacionadas con la pena de muerte¡±.
Poco tard¨® Trump en entrar en su particular modo partidista. En un mitin en Illinois, la misma noche del s¨¢bado, arremeti¨® duramente contra la congresista dem¨®crata Maxine Waters, que fue uno de los objetivos de la oleada de paquetes bomba, que no llegaron a detonar, enviados por un seguidor del presidente a destacadas figuras cr¨ªticas con su figura. A otro de los destinatarios de los paquetes, el millonario progresista Tom Steyer, le toc¨® el domingo por la ma?ana ser el foco de la ira de Trump. Entre uno y otro ataques, en medio del duelo por las 11 personas asesinadas en la sinagoga, el presidente tuite¨® sobre b¨¦isbol.
Igual que tras el ataque antisemita de Pittsburgh, el presidente tambi¨¦n se?al¨® a la prensa como responsable de la crispaci¨®n que sirve de caldo de cultivo a actos como el que perpetr¨® supuestamente su seguidor. Y opt¨® por una ins¨®lita lectura en clave electoral de unos hechos que incluyeron ataques frustrados a dos expresidentes, un exvicepresidente y una ex secretaria de Estado. ¡°Los republicanos lo estamos haciendo tan bien en el voto anticipado, y en las encuestas, y ahora esta cosa de las ¡®bombas¡¯ pasa y la inercia se frena¡±, tuite¨®.
Su err¨¢tica y moralmente discutible respuesta a los dos episodios violentos ha llevado a muchos, incluso dentro de las propias filas republicanas, a cuestionar la capacidad de Trump de desplegar un liderazgo responsable en momentos de crisis. Su encendida ret¨®rica vuelve al centro del debate a solo una semana de las elecciones. Sus m¨¢s incondicionales acusan a los cr¨ªticos de aprovechar estos actos aislados de extremistas para atacar al presidente. Lo que es evidente es poco han contribuido las palabras de Trump para sanar las heridas de las que los ¨²ltimos episodios violentos constituyen manifestaciones extremas.
De manera m¨¢s o menos deliberada, Trump ha construido su movimiento coqueteando con los elementos m¨¢s extremistas de la sociedad y con las teor¨ªas conspirativas de la derecha. Tras los disturbios racistas en Charlottesville, Virginia, el a?o pasado, el presidente exhibi¨® una ins¨®lita equidistancia entre los grupos neonazis y aquellos que se concentraron para contrarrestarlos. En sus m¨ªtines se mofa del concepto mismo de ¡°presidencial¡± y su equipo sufre para lograr que haga lo que se considera que un presidente debe hacer. Uno de los pilares de su discurso se basa en despreciar todo lo que suene a correcci¨®n pol¨ªtica. Sus bases quieren pelea y ¨¦l se muestra dispuesto a d¨¢rsela.
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