La frustraci¨®n que expulsa de Marruecos a los j¨®venes
La cifra de marroqu¨ªes que cruzaron el Mediterr¨¢neo occidental este a?o casi dobla a la registrada en 2017
Ayub Mabruk, un deportista marroqu¨ª de 21 a?os, triple campe¨®n de kick boxing, muri¨® ahogado en una patera en noviembre junto a medio centenar de personas mientras intentaba cruzar de forma ilegal a Espa?a. Su cad¨¢ver fue arrastrado por una ola hasta la playa de Los Ca?os de Meca y fue identificado por un amigo gracias a una fotograf¨ªa publicada al d¨ªa siguiente por el Diario de C¨¢diz. Mabruk viv¨ªa en Sal¨¦, una ciudad de 900.000 habitantes lindante con Rabat, y hab¨ªa salido 25 horas antes de Kenitra. La embarcaci¨®n encall¨® en un arrecife a solo 150 metros de la costa. Se salvaron 22 personas y el mar fue devolviendo cad¨¢veres durante varios d¨ªas hasta sumar 24.
La migraci¨®n marroqu¨ª a Europa ha crecido a un ritmo sin precedentes los ¨²ltimos dos a?os. Incluso ciudadanos con un futuro te¨®ricamente prometedor, como el deportista Mabruk o la estudiante de Derecho Hayat Belkacem, que perdi¨® la vida en septiembre en una patera por un disparo de la Marina Real marroqu¨ª, arriesgan sus vidas ante la falta de oportunidades. La llegada de personas con nacionalidad marroqu¨ª que cruzaron de forma ilegal a Espa?a, a trav¨¦s de la ruta del Mediterr¨¢neo occidental, se multiplic¨® por m¨¢s de seis en 2017 respecto al a?o anterior, hasta un total de 4.704 cruces de frontera, seg¨²n datos de Frontex (agencia de control de fronteras exteriores de la UE). Ese r¨¦cord se ha batido ya con creces en los diez primeros meses de este a?o, con 7.120 entradas irregulares de marroqu¨ªes.
Frontex se?ala dos posibles razones: la oleada de protestas que se desencaden¨® en el Rif desde noviembre de 2016 y el empleo de embarcaciones de mayor capacidad que inician su viaje incluso desde Kenitra. El incremento m¨¢s notable se produjo justo despu¨¦s de que la polic¨ªa marroqu¨ª detuviera a Nasser Zafzafi, l¨ªder de las protestas en el Rif, y encarcelara a otros 400 rife?os, a partir del 28 de mayo de 2017.
Jalid Zeruali, director de Migraciones y Vigilancia Fronteriza, con rango de gobernador en el Ministerio del Interior, se?al¨® a este diario en octubre que, en los 10 primeros meses de este a?o, Marruecos ha interceptado a 70.000 ¡°candidatos a la emigraci¨®n irregular¡±, de los cuales ¡°entre 12.000 y 13.000¡± eran marroqu¨ªes.
Hay quienes creen que la causa de ese af¨¢n por marcharse se debe al paro juvenil. El propio Mohamed VI lamentaba en un discurso el pasado agosto: ¡°No es razonable que de cada cuatro j¨®venes, uno est¨¦ en el paro, a pesar del nivel de desarrollo econ¨®mico que, por lo general, conoce Marruecos. (...) Muchos j¨®venes, sobre todo con titulaci¨®n superior, cient¨ªficos y t¨¦cnicos, se plantean emigrar al extranjero¡±.
Los ultras del Gruppo Aquile, del club de f¨²tbol Raja De Casablanca, difundieron un c¨¢ntico en septiembre titulado Estoy oprimido en mi propio pa¨ªs, que en apenas un mes fue visto m¨¢s de un mill¨®n de veces en YouTube. ¡°Nos han drogado con el hach¨ªs de Ketama / (¡) Hab¨¦is robado la riqueza de nuestro pa¨ªs / Hab¨¦is destruido a toda una generaci¨®n¡±, coreaban.
Un economista europeo que pide el anonimato apunta: ¡°El crecimiento del pa¨ªs no logra absorber la mano de obra juvenil que sale al mercado laboral¡±. El desempleo se situaba en 2008 en el 9,6% y ahora contin¨²a en el 10%. Sin embargo, entre los j¨®venes de 15 a 24 a?os, el paro subi¨® del 18,3% al 27,5% en el mismo periodo. En las grandes ciudades, ese porcentaje llega al 45%. En ese contexto, el Palacio Real impuls¨® en agosto y por decreto la instauraci¨®n del servicio militar obligatorio, suspendido desde 2006, para hombres y mujeres de entre 19 y 25 a?os. La medida, que podr¨ªa entrar en vigor el pr¨®ximo a?o, ha suscitado muchas cr¨ªticas en las redes sociales.
Adem¨¢s, una encuesta publicada por el diario marroqu¨ª L¡¯Economiste el 14 de noviembre revelaba que seis de cada diez marroqu¨ªes entre 15 y 24 a?os est¨¢n dispuestos a abandonar el pa¨ªs en cuanto se presente una oportunidad. Otro sondeo del mismo diario revelaba d¨ªas antes que tres de cada cuatro inform¨¢ticos est¨¢n preparados para emigrar.
Un artista marroqu¨ª, que prefiere no dar su nombre, esgrime sus razones para marcharse: ¡°Tengo la misma sensaci¨®n de asfixia moral que hab¨ªa en los a?os noventa con Hassan II, cuando yo era peque?o. Es cierto que la gente ahora no muere de hambre. En los zocos se tiran tomates al acabar el d¨ªa. Pero no se trata de hambruna, sino de falta de horizontes. Aqu¨ª solo se manifiestan en la calle los que el Estado quiere, a trav¨¦s de sus sindicatos. Si no eres uno de ellos te meten en la c¨¢rcel, como ha quedado demostrado en Alhucemas o en el pueblo minero de Yerada¡±.
Lemas por la emigraci¨®n
El historiador, soci¨®logo y economista Mohammed Ennaji cree que el deseo de partir a causa de razones econ¨®micas siempre existi¨®. ¡°Pero ahora es como si los j¨®venes se hubieran topado frente a un muro. No ven esperanzas, dicen que quieren huir de ¡®este infierno¡¯. En Marruecos hay un sentimiento patri¨®tico muy fuerte. Y, sin embargo, es la primera vez que se escuchan lemas en favor de la emigraci¨®n¡±.
Ennaji se refiere a las manifestaciones que se produjeron en septiembre en Tetu¨¢n tras la muerte de Hayat Belkacem, la joven de 19 a?os tiroteada por la Marina Real de Marruecos cuando intentaba emigrar hacia Espa?a en una lancha. J¨®venes de la pe?a Los Matadores se manifestaron de negro en la ciudad, expresaron su deseo de emigrar y algunos portaron banderas de Espa?a. Soufian Al Nguad, el activista de 27 a?os que convoc¨® la manifestaci¨®n, fue condenado en octubre a dos a?os de c¨¢rcel.
La encuesta de L¡¯Economiste revel¨®, precisamente, que las mujeres son las m¨¢s determinadas a marcharse. Cinco de cada diez partir¨ªan en cuanto llegue la ocasi¨®n, frente al 31% de los hombres. El investigador y soci¨®logo Jean Zaganiaris, profesor del Colegio de Gobernanza y Econom¨ªa de Rabat, se?ala que ese es el dato que m¨¢s le sorprendi¨® del sondeo. Pero advierte que hay una gran distancia entre el deseo de partir y pasar a la acci¨®n. Sobre las posibles causas por las que los j¨®venes quieren marcharse, Zaganiaris se?ala: ¡°Arriesgan sus vidas porque sienten que hay algo que les impide avanzar. Son conscientes de que hay sentencias sociales que ya est¨¢n dictadas. Cuando has crecido en un barrio de una ciudad grande de Marruecos donde sabes que el 90% de los adultos no trabajan o est¨¢n muy mal pagados, sientes el deseo de probar suerte en otra parte¡±.
Por qu¨¦ son las mujeres quienes m¨¢s desean emigrar
Stephanie Willman, fundadora en Rabat de la ONG Mobilising For Rights Associates, no se sorprende de que cinco de cada diez mujeres marroqu¨ªes confiesen que abandonar¨ªan el pa¨ªs en cuanto llegue la ocasi¨®n, frente al 31% de los hombres. ¡°La pregunta que deber¨ªamos hacernos es por qu¨¦ algunas mujeres quieren quedarse en un pa¨ªs que no cumple con ellas su contrato social. Aqu¨ª las mujeres no son libres para disfrutar de su vida amorosa. Las relaciones fuera del matrimonio est¨¢n prohibidas. Sufren acoso constante en las calles. Y a pesar de estar mejor formadas que muchos hombres, y de que hay mucha inversi¨®n destinada a la formaci¨®n de las mujeres, despu¨¦s sufren m¨¢s paro que los hombres¡±.
Saida Kouzi, fundadora igualmente de la misma organizaci¨®n, a?ade: ¡°Las mujeres se educan con los mismos derechos que un ni?o hasta los 10 ¨® 12 a?os. Despu¨¦s se les dice: ¡®T¨² no vas a poder hacer lo mismo que los hombres¡¯. Y la realidad es que no hacen lo mismo, sino mucho m¨¢s que ellos. Hoy, la mayor¨ªa de los hogares est¨¢n sostenidos con el trabajo de las mujeres. Que, adem¨¢s, se ocupan de sus maridos y sus hijos¡±.
Kouzi explica que esa desigualdad de g¨¦nero queda bien patente en el mes del Ramad¨¢n. "La mujer sale a trabajar bien temprano, mientras que al hombre se le permite esos d¨ªas llegar tarde al trabajo, si lo tiene. Si no, se queda durmiendo en casa. La mujer llega a casa despu¨¦s de trabajar y se tiene que poner a preparar la comida del ftur?[la ruptura del ayuno]. Despu¨¦s de comer, el hombre se va al caf¨¦ y la mujer se queda fregando y preparando la comida del d¨ªa siguiente".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Pol¨ªtica migratoria
- Costas
- Fronteras
- Migrantes
- Pol¨ªtica exterior
- Migraci¨®n
- Demograf¨ªa
- Medio ambiente
- Pateras Estrecho Gibraltar
- Emigrantes
- Aguas territoriales
- Estrecho Gibraltar
- Pateras
- Emigraci¨®n
- Inmigraci¨®n irregular
- Nasser Zafzafi
- Protestas del Rif
- Protestas sociales
- Malestar social
- Problemas sociales
- Sociedad
- Alhucemas
- Marruecos
- Magreb
- ?frica