Ideas ante la revuelta en Francia que nadie vio venir
Pierre Rosanvallon y Marcel Gauchet, referentes intelectuales en la Francia contempor¨¢nea, abordan la crisis de los ¡®chalecos amarillos¡¯
Pierre Rosanvallon: ¡°Es un mar de fondo¡±
¡°Es un mar de fondo, y las cosas no terminar¨¢n con el fin del a?o. La ¨²nica inc¨®gnita es saber si todo esto se inclinar¨¢ del lado del populismo o bien si ir¨¢ hacia una redefinici¨®n en profundidad del contrato social y de la vida democr¨¢tica¡±.
Pierre Rosanvallon¡ªhistoriador de las ideas y fil¨®sofo pol¨ªtico, profesor del Coll¨¨ge de Francia¡ª se ha ocupado toda su vida de algunas cuestiones que han aflorado con los chalecos amarillos, desde los ¨¦xitos y fracasos de los proyectos emancipadores nacidos en mayo de 1968 hasta los problemas de representatividad y el populismo. Su ¨²ltimo libro, Notre histoire intellectuelle et politique. 1968-2018 (Seuil), aunque se public¨® el pasado agosto, podr¨ªa leerse como largo pr¨®logo de la crisis actual.
¡°El populismo ocurre cuando los sentimientos de repulsi¨®n, y no los de adhesi¨®n, son los que dirigen la acci¨®n. Es la expresi¨®n de un hartazgo¡±, dec¨ªa hace unos d¨ªas en su despacho del Coll¨¨ge de France, en Par¨ªs. ¡°De otro lado, es la expresi¨®n de un mundo social en el que los miedos, los fantasmas, las expectativas tiene un papel esencial respecto a los intereses materiales¡±. El profesor entiende el fen¨®meno de los chalecos amarillos en el contexto de un ¡°viraje populista¡± en las democracias occidentales. ¡°?Por qu¨¦ este viraje? Porque las formulaciones del futuro est¨¢n averiadas, y as¨ª es como hay una preferencia y una atracci¨®n por esta democracia negativa, lo que yo llamo contrademocracia¡±
Los chalecos amarillos no son exactamente un movimiento social. ¡°Es mejor hablar de una revuelta social. Un movimiento social se caracteriza porque plantea demandas y se organiza estrat¨¦gicamente en funci¨®n de estas demandas¡±, explica. ¡°Un movimiento social, al inscribirse en la estrategia de larga duraci¨®n, sabe hacer compromisos, adoptar acuerdos. Sabe que, si no obtiene mucho un d¨ªa, el combate contin¨²a. Aqu¨ª hay una precipitaci¨®n de todo lo inmediato¡±.
La revuelta, apunta, ¡°no se puede explicar solo por factores econ¨®micos¡±. ¡°Tambi¨¦n expresa reivindicaciones de un mundo social que tiene la impresi¨®n de haber sido olvidado y que de repente toma la palabra", a?ade. "Y en esta toma de palabra repentina hay a la vez una cacofon¨ªa y una demanda infinita: una sociedad m¨¢s democr¨¢tica y justa, sin precisar las cosas. Esto es lo que hace muy dif¨ªciles las condiciones de salida de esta crisis¡±.
Los chalecos amarillos han hecho visible una Francia ¡ªla de las clases medias empobrecidas¡ª a veces olvidada. ¡°El problema de la representaci¨®n pol¨ªtica no es solo tener delegados sino que realidades vividas est¨¦n presentes en el debate p¨²blico¡±, argumenta. ¡°En el fondo no se hablaba demasiado de toda esta poblaci¨®n de los peque?os asalariados. Se hablaba de los excluidos y de los ricos¡±.
Como salida al bloqueo actual no le convence lo que en su libro llama ¡°la exaltaci¨®n de la democracia directa con el culto al refer¨¦ndum y la sacralizaci¨®n del poder mayoritario con el rechazo de las autoridades independientes y la cr¨ªtica de los tribunales constitucionales¡±. ¡°Hay que hacer una reflexi¨®n seria sobre los usos democr¨¢ticos del refer¨¦ndum¡±, dice en la entrevista, para aludir al caso ejemplar del Brexit.
Un motivo para el optimismo es que la crisis una advertencia sobre la necesidad de una ¡°renovaci¨®n democr¨¢tica¡±, para que, ¡°m¨¢s all¨¢ de las elecciones y de las instituciones, se encuentren un conjunto de procedimientos para que la palabra circule m¨¢s f¨¢cilmente, para que la deliberaci¨®n se extienda, para que mejore la representaci¨®n¡±. M¨¢s populismo o mejor democracia: esta ser¨ªa la disyuntiva en la crisis de los chalecos amarillos.
Marcel Gauchet: "Francia se ha vuelto ingobernable"
"El pa¨ªs se ha vuelto ingobernable. Es la conclusi¨®n un poco desesperada y triste a la que llego". Desde su min¨²sculo despacho de la editorial Gallimard, en Par¨ªs, donde dirige la revista 'Le D¨¦bat', el fil¨®sofo Marcel Gauchet observa las convulsiones francesas y emite su diagn¨®stico. Autor de vol¨²menes de referencia como El desencantamiento del mundo o La revoluci¨®n de los derechos humanos, acaba de publicar Robespierre. L'homme qui nous divise le plus (Gallimard), un ensayo sobre una figura fundacional de la Francia moderna, a la vez ap¨®stol de la Declaraci¨®n de los Derechos del Hombre y tirano sanguinario del Terror.
Una de los rasgos de la revuelta de los chalecos amarillos ha sido su violencia. En Par¨ªs nunca ha convocado m¨¢s de 10.000 personas y en todo Francia, no m¨¢s de 300.000, pero fue cuando se incendiaron coches y destrozaron comercios en el centro de Par¨ªs que el Gobierno franc¨¦s empez¨® a hacer concesiones. "Hay un imaginario revolucionario que sigue siendo muy fuerte. Es una constante en la vida pol¨ªtica francesa. A quien no rompe nada no se le toma en serio", dice.
Gauchet teoriz¨® hace tres d¨¦cadas la llamada "fractura social", t¨¦rmino que ha marcado muchos de los debates sobre los chalecos amarillos desde las primeras protestas a mediados de noviembre. "Si nos remontamos a las ra¨ªces de estas fracturas, hay una causa: la proyecci¨®n sobre el territorio de las fracturas globales ligadas a la mundializaci¨®n. La desindustrializaci¨®n ha golpeado regiones enteras que se encuentran en estado ruinoso".
La novedad es la elecci¨®n de Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales de 2017. "Macron fue elegido a causa de la descomposici¨®n del sistema pol¨ªtico. Dio expresi¨®n al descr¨¦dito de los partidos pol¨ªticos", explica. "Logr¨® ganar con la promesa de escuchar a la sociedad. Pero no s¨®lo la incumpli¨® sino que hizo lo contrario". Y, adem¨¢s, quiso "'hacer de presidente'", sostiene. Es decir, impostar el aspecto mon¨¢rquico de la instituci¨®n, actuar como un presidente-rey. No entendi¨® que, "en la tradici¨®n francesa, un rey es un ¨¢rbitro: su funci¨®n es obligar a los gobernantes a escuchar a los gobernados". "Cuando la gente le acusa de ser el presidente de los ricos, sobre todo le reprochan que no sea el ¨¢rbitro entre los ricos y los pobres", observa. El resultado es que no ha acabado de tomarle la medida al cargo. El problema no es nuevo. S¨ª, De Gaulle, fundador de la V Rep¨²blica, encarnaba la funci¨®n presidencial, pero tambi¨¦n Pompidou, Giscard D'Estaing y Mitterrand, recuerda Gauchet. "Chirac ten¨ªa estatura de presidente pero no ten¨ªa nada m¨¢s", opina. "Despu¨¦s, es la cat¨¢strofe. Ni Sarkozy, ni Hollande, ni Macron han logrado ser respetados como presidentes".
?La soluci¨®n? Macron podr¨ªa cambiar. "Es joven, pl¨¢stico, no est¨¢ encerrado en las rutinas del poder". Pero resolver la crisis de los chalecos amarillos ser¨¢ m¨¢s complicado. "Los chalecos amarillos dicen: 'Mejorad nuestro destino'. Se habla mucho de c¨®lera, pero lo que hay es sobre todo una demanda dirigida al poder. Pero, ?c¨®mo 'mejorar la vida'? La cuesti¨®n que se plantea es in¨¦dita. Se pueden tomar medidas puntuales. Pero, ?y despu¨¦s?", se pregunta Gauchet. "La incomprensi¨®n se ha instalado entre partes enteras de la sociedad que ya no hablan el mismo lenguaje y no se entienden. Ni siquiera es una fractura social: es una fractura moral entre personas que no tienen nada que decirse. Nunca habr¨¢ un consenso". Y es as¨ª c¨®mo Francia, seg¨²n un diagn¨®stico que puede valer para otras democracias occidentales, se ha vuelto ingobernable.
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