¡®Roma¡¯ y las otras discusiones
Nuestro debate pol¨ªtico suele quedarse en el nivel m¨¢s b¨¢sico posible: el que culpa de todo lo malo que ocurra al asno del presidente en turno y su camarilla
Como sucede en esas familias malavenidas que ri?en por qui¨¦n dej¨® un vaso sin lavar en vez de proceder a divorcios, terapias y ¨®rdenes de alejamiento, los mexicanos solemos discutir acaloradamente al respecto de cualquier cosa antes de lo que m¨¢s importa. Por eso, nuestro debate pol¨ªtico (es decir, el que entablan cotidianamente parte de nuestros analistas y varios miles de voluntarios en las redes) suele quedarse en el nivel m¨¢s b¨¢sico posible: el que culpa de todo lo malo que ocurra al asno del presidente en turno y su camarilla. O, lo que viene a ser lo mismo en t¨¦rminos de complejidad, el que exculpa por principio de todo lo malo lo que ocurra al excelent¨ªsimo se?or presidente y su gabinete. Estas posturas, huelga decir, no explican demasiado y se parecen sospechosamente a las que pueden adoptar, en una charla fortuita, un taxista y su pasajero o la se?ora de la tienda y su cliente (existen, por supuesto, plumas afiladas, lectores agudos y discusiones mejor fundamentadas, pero reconozcamos que el promedio anda abajito de esas cimas).
Quiz¨¢ por ello sorprende tanto que una pel¨ªcula como Roma, de Alfonso Cuar¨®n, haya marcado la discusi¨®n p¨²blica en las recientes semanas y lo haya hecho de un modo profundo y en general ins¨®lito para una obra art¨ªstica en este pa¨ªs. Porque, motivados por Roma, miles de mexicanos se han puesto a debatir durante en torno a clasismo y racismo, en torno a la hist¨®rica inexistencia de los derechos laborales de las empleadas dom¨¦sticas y al abandono paterno y la crianza en soledad a la que se han visto obligadas millones de mujeres. Y tambi¨¦n, claro, lo han hecho sobre la memoria hist¨®rica y el recuerdo de salvajadas como el ¡°Halconazo¡± o los despojos de tierras retratados en la cinta... (alguien podr¨¢ arg¨¹ir aqu¨ª que a los mexicanos nos encanta discutir sobre las pel¨ªculas de ¨¦xito y es verdad, pero concedamos que hay diferencias: un servidor, alguna vez, tuvo que enfrentar la acusaci¨®n de haber ¡°cosificado a Chewbacca¡± en una columna sobre la nov¨ªsima trilog¨ªa de Star Wars)
El bombardeo de descalificaciones (y de sahumerios) a la figura de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador es tan aparatoso que a veces nos ensordece y nos deja ciegos. Arranca por las ma?anas, con su conferencia de prensa diaria, y no se acaba jam¨¢s. Y parece haber convencido a millones de personas de que eso y nada m¨¢s son la pol¨ªtica y la vida y que en torno a la agenda presidencial, ya sea en contra o a favor, debemos agruparnos todos. ?Cu¨¢ntas opiniones, cu¨¢ntos an¨¢lisis diarios se emiten con la profunda convicci¨®n de que la realidad mexicana naci¨® con el sexenio, para bien y mal? Deben ser miles. Pero en cualquier sociedad es fundamental que se aireen los asuntos que afectan colectivamente a los ciudadanos, no solo al poder pol¨ªtico vigente. Y, aunque parezca mentira para algunos, hay temas cruciales que van m¨¢s all¨¢ de las actividades y medidas del (asnal o ilustr¨ªsimo, a su gusto) se?or presidente. Y algunos de ellos han sido tratados, de un modo sugestivo, rico y que se presta a la reflexi¨®n, por Roma.
La polarizaci¨®n es un mal negocio para las democracias, porque gobernar en democracia significa negociar, conseguir acuerdos, tomar en cuenta al otro y pactar lo m¨¢s aceptable para las partes. Porque una democracia aut¨¦ntica es, antes que nada, una forma de convivir en paz. No se trata de que los que est¨¦n del lado ¡°correcto¡± arrasen con los dem¨¢s, sino de poner los problemas en com¨²n, revisarlos, canalizarlos. Vaya fortuna que la pel¨ªcula de moda ayude a abrir un espacio de intercambio de pareceres sobre temas fundamentales, sin que tengamos que estar mentando a cada segundo al se?or presidente.
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