Viajar a las ant¨ªpodas cruzando solo una frontera
El paso entre C¨²cuta y San Antonio del T¨¢chira es un vaiv¨¦n diario de personas con sacos y carretillas para cargar alimentos y medicinas
Yulimar Rivero cruza el puente internacional Sim¨®n Bol¨ªvar, que conecta Venezuela y Colombia, para comprar comida a precios m¨¢s asequibles en la ciudad colombiana de C¨²cuta. ¡°Nunca imagin¨¦ que viajar¨ªa a otro pa¨ªs para hacer mercado [hacer la compra]. Esto es algo que uno cuenta y resulta incre¨ªble¡±, dice. Est¨¢ rodeada de otros venezolanos; algunos circulan con sacos a sus espaldas, llenos de alimentos y otros productos, mientras otros llevan sus mercanc¨ªas en carretillas. El vaiv¨¦n se ha transformado en cotidiano desde hace dos a?os, al recrudecerse la crisis econ¨®mica en Venezuela.
Su viaje comenz¨® el martes en la remota ciudad de Rubio (T¨¢chira), a 45 kil¨®metros ¡ªy dos horas de coche¡ª de C¨²cuta. Rivero tiene 48 a?os, es menuda y dice que ha adelgazado como nunca durante la crisis. ¡°Peso 42 kilos, tal vez menos. Mis hijas tambi¨¦n est¨¢n flacas, la ni?a de ocho a?os fue diagnosticada de desnutrici¨®n. Jam¨¢s en mi familia se hab¨ªa visto algo as¨ª, jam¨¢s. Negar la entrada de la ayuda humanitaria es ser desalmado¡±, dice.
Su hermano mayor, Luis Nelson Urue?a, se ofreci¨® a comprar la comida para ayudar. ¡°La crisis ha hecho que muchas familias nos unamos para contribuir con los m¨¢s afectados. Yo le compro comida [a Yulimar] cada vez que tengo dinero, pero a veces no es suficiente¡±, explica. Hasta finales de 2017 comprar en Colombia era m¨¢s costoso, pero la hiperinflaci¨®n revirti¨® esa tendencia.
Hasta hace dos a?os los venezolanos solo atravesaban el puente para conseguir productos que escaseaban en Venezuela. Ahora se hace para ahorrar unos cuantos pesos. La primera parada de los hermanos en C¨²cuta es un puesto de comida r¨¢pida en una plaza. Yulimar se marea despu¨¦s de desayunar y necesita reposar unos minutos antes de proseguir hacia el mercado. ¡°No estoy acostumbrada. Creo que no comer bien ya est¨¢ afectando mi salud¡±, dice.
La trampa del "d¨®lar C¨²cuta" y la hiperinflaci¨®n
El trasiego de la frontera, recuerda el economista Ronald Balza, ha definido el llamado "d¨®lar C¨²cuta", que ha servido de referencia para las transacciones en Venezuela, si bien fuertemente afectado por la baja oferta de divisas a causa de la inexistencia de un libre mercado y de las crecientes expectativas negativas de la econom¨ªa venezolana.
Lo que en Venezuela empiezan a llamar dolarizaci¨®n de la econom¨ªa, para Balza es la quema de ahorros en divisas de algunos venezolanos ¡ªlo que conlleva un mayor empobrecimiento¡ª y la implementaci¨®n del d¨®lar como medio de pago, frente a los bol¨ªvares que se traga la hiperinflaci¨®n, estimulada por una emisi¨®n de dinero desaforada por parte del Banco Central de Venezuela. ¡°No hay un libre mercado, porque no hay operadores que presenten informaci¨®n a un ente autorizado. No se puede liberar un mercado que no existe, porque lo han destruido. No hay informaci¨®n que permita tomar decisiones, no hay tasa de inflaci¨®n, simplemente se est¨¢n permitiendo algunas transacciones pero en un ambiente de total opacidad, que no termina de crear un mercado con todas las garant¨ªas que deber¨ªa tener¡±.
Para hacer la compra han reservado 220.000 pesos colombianos, equivalentes a unos 70 d¨®lares (o 62 euros). Con ese presupuesto han podido viajar en taxi desde Rubio, comer algo y comprar alimentos suficientes para 15 d¨ªas. ¡°En Venezuela no hubiese sido posible, la hiperinflaci¨®n se comer¨ªa ese dinero en unos minutos¡±, indica Urue?a.
El jab¨®n, que cuesta 2.000 pesos en C¨²cuta, se vende a 8.000 en San Antonio del T¨¢chira, localidad venezolana a solo 11 kil¨®metros de C¨²cuta. Pero no todos pueden comprar lo suficiente para varios d¨ªas, y las personas con salarios en bol¨ªvares son las m¨¢s perjudicadas. El sueldo m¨ªnimo solo alcanzar¨ªa para cubrir las necesidades alimenticias durante unas horas debido a la hiperinflaci¨®n. Hace solo unos meses, Yulimar Rivero vend¨ªa verduras, pero el negocio se fue a pique por la crisis. ¡°Me siento [como si viviera] en un pueblo fantasma, luego de las dos de la tarde casi todo cierra. La gente se ha ido de Rubio por la falta de oportunidades¡±, agrega.
El Centro de Documentaci¨®n y An¨¢lisis Social (Cendas) de la Federaci¨®n Venezolana de Maestros calcula que se requieren 300 d¨®lares mensuales para comprar la canasta b¨¢sica familiar. Pero, aun con dinero, es dif¨ªcil obtener todos los alimentos en T¨¢chira. ¡°Si usted consigue aceite, no consigue leche¡ Estamos en una situaci¨®n en que la gente tiene la necesidad de recurrir a Colombia para traer la comida¡±, relata Urue?a. ?l se siente afortunado respecto de otros venezolanos. ¡°Ya vemos a personas del centro del pa¨ªs que vienen a comprar en la frontera. No solo vienen a buscar comida, sino medicinas y repuestos de veh¨ªculos, insumos, muchas cosas que no se consiguen en el mercado nacional¡±, asegura.
La moneda venezolana es rechazada en muchas zonas de T¨¢chira. A diferencia de las divisas, pocos comercios aceptan transacciones con bol¨ªvares en la frontera. En contraste, los billetes de menor denominaci¨®n son despreciados y los de alto valor, buscados. ¡°El gas, el alquiler de las viviendas y los taxis se cobran en pesos [colombianos] desde el a?o pasado. ?Qu¨¦ hago con los bol¨ªvares? Se deval¨²an muy r¨¢pido, nadie los quiere. Est¨¢n a punto de extinguirse como los dinosaurios¡±, afirma Yulimar.
La devaluaci¨®n del bol¨ªvar ha convertido el peso colombiano en la moneda de hecho en los Andes venezolanos, pero eso no lo salva de ser devorado por la hiperinflaci¨®n. Su paridad con el bol¨ªvar es solo una ilusi¨®n. Aferrados a esta realidad, muchos comerciantes aumentan los precios en ambas monedas.
Aumento de tarifas
Un empleado de un hotel alertaba el martes a sus clientes de que las tarifas, cobradas en pesos, ser¨ªan aumentadas en breve. ¡°Ya ma?ana aumentaremos los costos de las habitaciones porque la inflaci¨®n sigue para arriba¡±, dec¨ªa. Es la din¨¢mica de la distorsi¨®n econ¨®mica. Todos prefieren las monedas internacionales porque el bol¨ªvar es inestable. Urue?a guarda en su billetera pesos y unos viejos bol¨ªvares ya fuera de circulaci¨®n. ¡°Son recuerdos¡±, lamenta.
La devaluaci¨®n del bol¨ªvar no se detiene. ¡°Despu¨¦s de la reconversi¨®n, quiz¨¢s puedes conseguir algo que cueste 4.000 pesos o 4.000 bol¨ªvares, pero no hay que olvidar que en nuestra moneda ese monto tiene cinco ceros m¨¢s que se le restaron en agosto. El valor del bol¨ªvar sigue bajando y en un punto se cruzan los montos [de bol¨ªvar y peso], pero si la emisi¨®n monetaria sigue como va y se sigue alimentando la hiperinflaci¨®n, los precios en bol¨ªvares van a seguir subiendo y el bol¨ªvar va a seguir abarat¨¢ndose¡±, explica el economista Ronald Balza, de la Universidad Cat¨®lica Andr¨¦s Bello de Caracas.
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