Cubanos go home
El r¨¦gimen cubano ha optado porque Venezuela y Nicaragua se destruyan en una in¨²til estrategia de contenci¨®n para evitar su propio inevitable final
En julio de 1968 terminaba mi bachillerato en un colegio cat¨®lico con un profesor que fue soldado del dictador Francisco Franco. Los alumnos tuvimos que ir a recibir a Lyndon Johnson, presidente de Estados Unidos, que visitaba el pa¨ªs. Fue la primera vez que escuch¨¦ gritar ¡°yankee go home¡± a unos estudiantes universitarios. La guerra de Vietnam estaba en su peor momento, la Revoluci¨®n Cubana ten¨ªa solo nueve a?os, los militares con apoyo norteamericano gobernaban mi pa¨ªs y casi todo el continente. Quienes luchaban contra el colonialismo demandaban la no intervenci¨®n y la autodeterminaci¨®n de los pueblos. Medio siglo despu¨¦s todo cambi¨®, terminaron los dictadores de derecha, las utop¨ªas comunistas se derrumbaron, las elecciones derrotaron a la lucha armada y ahora, al ver lo que est¨¢ pasando en Venezuela y Nicaragua, la maldad parece haber cambiado de bando ideol¨®gico.
A partir del a?o 2000, en Latinoam¨¦rica cayeron gobiernos en Per¨², Argentina, Bolivia, Ecuador, Honduras, Paraguay, Brasil y Guatemala. Estos se derrumbaron con presi¨®n c¨ªvica moderada, escasa presi¨®n internacional, sin presos, sin exiliados y con poca violencia; lo m¨¢s grave fueron 50 muertos en Bolivia. En todos estos casos las instituciones jugaron alg¨²n un papel en las crisis, incluso en Honduras el golpe militar fue ordenado por el Congreso, finalmente las elecciones permitieron preservar la democracia. El juicio sobre lo justo o injusto de estos hechos es un amplio debate, pero comparado con lo que ocurr¨ªa en el siglo XX, objetivamente parec¨ªa que, con imperfecciones, est¨¢bamos en otra edad c¨ªvica.
Los casos de Venezuela y Nicaragua han roto las reglas del juego establecidas en el a?o 2000, cuando se firm¨® la Carta Democr¨¢tica en Lima. Maduro y Ortega acumulan m¨¢s de 700 muertos, 800 presos pol¨ªticos, miles de exiliados y utilizan sistem¨¢ticamente la tortura. Los refugiados venezolanos suman millones y los nicarag¨¹enses van en ascenso. Ambos han reprimido brutalmente las protestas c¨ªvicas m¨¢s grandes y prolongadas de la historia latinoamericana y ambos est¨¢n resistiendo un aislamiento y sanciones internacionales sin precedentes en nuestro continente. La comunidad internacional y los propios venezolanos vienen haciendo previsiones a partir de las premisas establecidas en el 2000 y piensan que en alg¨²n momento Maduro y Ortega negociar¨¢n su salida. Sin embargo, si esto fuera correcto, ya deber¨ªan haberse derrumbado. ?Por qu¨¦ esto no ha ocurrido? La respuesta es que el obst¨¢culo no est¨¢ Venezuela o Nicaragua, sino en Cuba.
El colonialismo b¨¢sicamente consiste en control pol¨ªtico, militar y cultural, gobierno t¨ªtere y una econom¨ªa extractiva. Los brit¨¢nicos dominaron durante casi un siglo con unos miles de ingleses a India, que ten¨ªa 300 millones de habitantes y m¨¢s de tres millones de kil¨®metros cuadrados. Fidel Castro, instrumentando a Ch¨¢vez, logr¨® conquistar Venezuela. Defini¨® el modelo de gobierno; aline¨® al pa¨ªs ideol¨®gicamente con el socialismo del siglo XXI; reorganiz¨®, entren¨® y defini¨® la doctrina de las Fuerzas Armadas; asumi¨® el control de los organismos de inteligencia y seguridad; envi¨® cientos de miles de militares, maestros y m¨¦dicos para consolidar su dominio pol¨ªtico; estableci¨® la Alianza Bolivariana de los pueblos de Am¨¦rica (ALBA) para la defensa geopol¨ªtica de su colonia; escogi¨® a Maduro como el t¨ªtere sucesor de Ch¨¢vez y estableci¨® una econom¨ªa extractiva que le permit¨ªa obtener hasta 100.000 barriles de petr¨®leo al d¨ªa para sostener su r¨¦gimen. En los ¨²ltimos 15 a?os Cuba ha recibido m¨¢s de 35.000 millones de d¨®lares. En la actualidad Maduro entrega el 80% del petr¨®leo destinado a la cooperaci¨®n a Cuba y el 15% a Nicaragua. Cualquier necesidad del r¨¦gimen cubano tiene prioridad sobre la emergencia humanitaria que padecen los venezolanos.
En Venezuela se juega la vida la religi¨®n revolucionaria izquierdista que tiene a Cuba como su Vaticano. La transici¨®n de Cuba a la democracia y a la econom¨ªa de mercado es para Latinoam¨¦rica un cambio gigantesco, comparable con lo que represent¨® la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn para Europa. Cuando el derrumbe de la Uni¨®n Sovi¨¦tica era evidentemente ineludible, la aspiraci¨®n de sus envejecidos dirigentes era morir en la cama, tal como lo logr¨® Fidel Castro en Cuba. Los intereses pol¨ªticos, econ¨®micos, ideol¨®gicos y sobre todo personales de miles de dirigentes y bur¨®cratas cubanos son el obst¨¢culo principal en esta crisis. Esto explica la feroz resistencia y elevada disposici¨®n a matar y torturar de Ortega y Maduro. El r¨¦gimen cubano ha optado porque Venezuela y Nicaragua se destruyan en una in¨²til estrategia de contenci¨®n para evitar su propio inevitable final. Cuba lleva veinte a?os resisti¨¦ndose a una transici¨®n mientras sus ciudadanos sufren hambre y miseria. No hay una emigraci¨®n visible como la venezolana porque es una isla, pero la matanza m¨¢s brutal del castrismo son los m¨¢s cien mil cubanos devorados por los tiburones intentando cruzar el estrecho de la Florida desde que los Castro tomaron el poder.
Cuba, el pa¨ªs que se consideraba l¨ªder en la lucha contra el colonialismo, acab¨® convertido en colonizador. Sus lideres est¨¢n arrastrando a toda la izquierda a un precipicio moral que podr¨ªa dejar una larga hegemon¨ªa conservadora. Salvar al inservible e insalvable fracasado modelo cubano implica ahora defender matanzas, torturas y una corrupci¨®n descomunal. No hace sentido defender a Maduro por una intervenci¨®n hipot¨¦tica de Estados Unidos cuando Venezuela es un pa¨ªs intervenido por Cuba. Le guste o no a la ¡°izquierda¡± en Venezuela, hay una lucha de liberaci¨®n nacional y el dilema no es escoger entre Nicol¨¢s Maduro o Donald Trump, sino entre dictadura o democracia. Frente a esta realidad, no alinearse con la democracia es alinearse con la dictadura.
Es imposible prever si puede o no haber una intervenci¨®n militar en Venezuela. Estados Unidos har¨¢ sus propios c¨¢lculos frente a la absurda resistencia de Maduro. Es comprensible el rechazo reactivo a una intervenci¨®n, pero m¨¢s all¨¢ de los deseos, lo principal es considerar pragm¨¢ticamente lo que puede pasar si ocurriera. En Venezuela nunca hubo una revoluci¨®n de verdad, al chavismo no lo cohesionaba la m¨ªstica revolucionaria, sino el clientelismo y la ambici¨®n monetaria. Venezuela no puede convertirse en un Vietnam y tampoco puede haber una guerra civil. Los venezolanos han rechazado persistentemente a la violencia desde Ch¨¢vez, que se rindi¨® dos veces, hasta la oposici¨®n que se ha resistido durante 18 a?os a tomar las armas.
Dada la extrema impopularidad de Maduro, la profunda divisi¨®n en las fuerzas armadas y unas milicias decorativas a las que los militares no se atreven armar de forma permanente; el escenario m¨¢s probable frente una intervenci¨®n ser¨ªa el de Panam¨¢ en 1989 o el de Serbia en 1999, pero con tecnolog¨ªa 20 a?os m¨¢s avanzada. En Panam¨¢ quedaron abandonados miles de fusiles nuevos destinados a milicianos que nunca existieron. En Venezuela llevan a?os hablando de una f¨¢brica de fusiles que seguramente nunca ha existido porque alguien se rob¨® el dinero. En conclusi¨®n una intervenci¨®n ser¨ªa contundente, r¨¢pida, exitosa y ampliamente celebrada por millones de venezolanos y latinoamericanos. Decir esto no es apoyar una salida militar, sino prever una realidad pol¨ªtica. Por lo tanto, si se quiere evitar una intervenci¨®n y resolver la crisis pol¨ªticamente, lo correcto no es enfrentar a Trump, sino exigir que Cuba saque sus manos de Venezuela.
Joaqu¨ªn Villalobos fue guerrillero salvadore?o y es consultor para la resoluci¨®n de conflictos internacionales.
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