La est¨¦tica del odio
El terrorista que asesin¨® a decenas de fieles en una mezquita de Nueva Zelanda copi¨® al mil¨ªmetro el libro de Estilo del ¡°califato digital¡±
Un joven corre desesperado por un campo abandonado. Zigzaguea y cambia de ritmo intentando despistar al coche que le persigue. Est¨¢ a punto de morir. En el veh¨ªculo viajan cuatro individuos. El conductor, un copiloto armado con un fusil de asalto, un segundo tirador en el asiento trasero y un cuarto ocupante que graba la persecuci¨®n. Los hombres armados disparan varias veces por la ventanilla al joven que huye despavorido. Finalmente, lo alcanzan y cae al suelo. A¨²n con vida, implora clemencia: ¡°Soy s¨®lo un taxista¡±, dice en ¨¢rabe. Son sus ¨²ltimas palabras. Uno de los hombres armados sale del coche, se acerca a la v¨ªctima y le descerraja un tiro a bocajarro.
Fue la escena de un asesinato real. Ocurri¨® a comienzos de 2014 en Irak, cerca de la frontera con Siria. El grupo terrorista Daesh emiti¨® este crimen el 17 de mayo de 2014 a trav¨¦s de su productora audiovisual Al Furqan. El v¨ªdeo, se titulaba ¡°El sonido de las espadas¡± y ten¨ªa una hora de duraci¨®n. Daesh presentaba ante la opini¨®n p¨²blica global su particular ofensiva contra el mundo moderno: asesinatos grabados y editados con la est¨¦tica de videojuegos occidentales superventas y retransmitidos casi en directo a trav¨¦s de las plataformas de comunicaci¨®n occidentales que han acelerado la globalizaci¨®n.
Desde el a?o 2014 hasta 2019, el grupo terrorista Estado Isl¨¢mico ha retransmitido a trav¨¦s de redes sociales abiertas un total de 243 v¨ªdeos donde muestra el asesinato de m¨¢s de mil personas, m¨¢s del 90% de ellos musulmanes y ¨¢rabes de Irak, Siria, Egipto, Libia y Yemen. Cerca del 50% de estos asesinatos ha sido emitido emulando las escenas de violencia de conocidas series, pel¨ªculas y videojuegos de acci¨®n, en un intento por convertir el terror en un espect¨¢culo multimedia capaz de seducir a nuevas y j¨®venes audiencias en un mundo global, resentido y deseoso de vengar en un enemigo externo las frustraciones internas.
Brenton Tarrant, el terrorista que asesin¨® el pasado 15 de marzo a decenas de fieles musulmanes en una mezquita de Nueva Zelanda, copi¨® al mil¨ªmetro el libro de Estilo del ¡°califato digital¡±. El v¨ªdeo de 17 minutos que difundi¨® a trav¨¦s de las redes sociales mostrando c¨®mo comet¨ªa el atentado terrorista habr¨ªa recibido la felicitaci¨®n un¨¢nime de los m¨¢ximos dirigentes de Estado Isl¨¢mico, incluyendo del que fuera responsable de la estrategia de comunicaci¨®n, Mohammed al Adnani, y del mism¨ªsimo Abubaker al Bagdadi.
La est¨¦tica no es algo circunstancial. Es un indicador de las motivaciones pol¨ªticas y sociales dominantes en un espacio y una ¨¦poca. Quiz¨¢s no lo sab¨ªa, pero Brenton Tarrant forma parte, no s¨®lo de la misma est¨¦tica, sino del mismo proyecto pol¨ªtico, social e hist¨®rico de Estado Isl¨¢mico. Un c¨®ctel explosivo formado por una banalizaci¨®n (incluso fascinaci¨®n) por la violencia), un profundo resentimiento y frustraci¨®n hacia el mundo moderno y sus instituciones, un p¨¢nico proverbial a la globalizaci¨®n, una alarmante ignorancia y una infantil b¨²squeda de enemigos externos a los que culpar de los fracasos vitales.
Javier Lesaca es doctor en Historia e investigador visitante de la Columbia University
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