Londres propone, Bruselas dispone
El term¨®metro del fracaso de May es el ¨¦xito de la UE. Y de la idea de Europa
La paradoja de este Brexit tantas veces fracasado estriba en su demostraci¨®n de que el soberanismo ¡ªen estas latitudes¡ª, incluso uno tan poderoso como el brit¨¢nico, es una filfa. Y en que, por tanto, la d¨¦bil Europa manda.
La iron¨ªa es que en tiempos de ¨¦xtasis del nacionalismo en su versi¨®n m¨¢s populista, este ¡ªen el caso, el de Theresa May¡ª se bate en la confusi¨®n. A punto de que los manifestantes cosmopolitas y antichovinistas acaben de doblegarlo.
La sorna es que ha sido la negociaci¨®n de la retirada ¡ªpara devolver a su gente el derecho a decidir¡ª la que ha desembocado en la realidad contraria: Londres propone, pero es Bruselas quien dispone.
Primero, fueron los europeos continentales quienes establecieron las pautas de la negociaci¨®n, y el Reino Unido debi¨® tragarlas sin musitar un pero. Luego, los Veintisiete se mantuvieron firmes en la defensa de lo acordado, mientras Theresa May racaneaba, perjuraba, zigzagueaba, se contradec¨ªa y se retrotra¨ªa.
Y ahora, la doble oferta/doble opci¨®n que ofrece la UE para aplazar la fecha de la retirada, no solo responsabiliza al Reino Unido de cualquier desastre, lo que debe afrontar esta semana que empieza.
Tambi¨¦n le endosa la posici¨®n mendicante que corresponde (a fr¨ªvolos e irresponsables). Corresponder¨¢, por supuesto, pero no es una posici¨®n muy soberana.
Hasta el punto de que muy probablemente asistamos esta semana a unas ¡°votaciones indicativas¡± en Westminster. Que ir¨¢n descartando alternativas al Brexit de May (siendo este la ¨²nica alternativa descartada ex-ante). As¨ª que el Gobierno soberano de su majestad brit¨¢nica descansar¨¢ en la paz... de su Parlamento.
Con la desastrosa operaci¨®n del Brexit, Londres se sit¨²a a la cola de Europa. Y a sus expensas. Si acaso sigue dentro de ella, despertar¨¢ m¨¢s recelos que nunca, le costar¨¢ cuajar amigos. Si acaba y¨¦ndose, el fugitivo ser¨¢ un enano pol¨ªtico.
El term¨®metro del fracaso de May es el ¨¦xito de la UE. Y de la idea de Europa. (Aunque sea un triunfo relativo: todos los actores ser¨¢n, en distinta medida, perdedores).
Triunfo, porque nadie ha imitado la intentona del Brexit con otro exit, como se supuso al inicio del litigio.
Porque ninguno de los Veintisiete ha roto la disciplina negociadora ni se ha dejado tentar por el cortejo del bilateralismo. Pese a las grandes diferencias, no ya de enfoques globales, sino de intereses dom¨¦sticos concretos en relaci¨®n con el Reino Unido.
Porque los populismos autoritarios y eurohostiles han evolucionado en estos dos a?os desde la propuesta de romper la UE, a la de desnaturalizarla.
Porque la cansina pesadez de esta negociaci¨®n no ha impedido avances comunitarios en otros asuntos, tan delicados como la defensa o las relaciones con EE UU.
Porque no ha suscitado nuevas fragmentaciones internas del club.
Mientras que el viejo Imperio se encamina a la triste condici¨®n del Estado auto-proscrito. En un mundo tan grande y con protagonistas tan potentes, irrelevante.
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