El cardenal Ortega, un hombre de di¨¢logo
"Era ecu¨¢nime en sus juicios y conoc¨ªa las luces y sombras de su pa¨ªs, pero eso no le imped¨ªa ignorar las presiones y condenar el embargo y el bloqueo"
Me llega hoy la triste noticia del fallecimiento, del cardenal Jaime Ortega. Cuba y su Iglesia cat¨®lica han perdido una de sus m¨¢s relevantes personalidades.
Conoc¨ª al cardenal Ortega en Valencia, en 2006, con ocasi¨®n de la visita de su santidad el papa Benedicto XVI. En seguida comprend¨ª que me encontraba ante una personalidad excepcional. Su natural simpat¨ªa se amplificaba con una permanente y sincera sonrisa que enmarcaba su suave tono de voz que trasmit¨ªa, con su leve acento cubano, una clara voluntad de di¨¢logo y comprensi¨®n.
En esa primera conversaci¨®n surgi¨® una sinton¨ªa especial entre los dos y desde entonces supimos trabar una larga e intensa relaci¨®n de confianza y amistad. Desde entonces no hab¨ªa visita a La Habana sin que hubiese un encuentro, almuerzo o cena, con el cardenal y en el mismo sentido no hab¨ªa visita a Madrid del cardenal sin que nos vi¨¦semos en su residencia de las Hermanas del Amor De Dios.
La historia de la Cuba actual no puede entenderse sin referirse al papel desempe?ado por su eminencia el cardenal Ortega.
En una Cuba revolucionaria y comunista, la relaci¨®n entre las autoridades cubanas y la Iglesia cat¨®lica, nunca fue f¨¢cil y tranquila. En ese contexto turbulento el cardenal supo ganarse el respeto y la comprensi¨®n del propio Fidel Castro y posteriormente los de su hermano Ra¨²l Castro. Existieron momentos dif¨ªciles, pulsos ideol¨®gicos pero al final el cardenal siempre lograba encontrar en la jefatura del Estado cubano una reacci¨®n de apoyo y entendimiento. El cardenal me dijo que esto se debi¨® siempre al di¨¢logo y al respeto mutuo.
Hay que recordar que durante su periodo como arzobispo de La Habana logr¨® organizar tres visitas Papales. Todas ellas enormemente significativas, desde la hist¨®rica llegada de Juan Pablo II a la isla y su famosa frase ¡°Cuba debe abrirse al mundo y el mundo abrirse a Cuba¡±, pasando por la visita de Benedicto XVI hasta la ¨²ltima del papa Francisco tras la exitosa mediaci¨®n entre Estados Unidos y Cuba por parte de la Iglesia Cat¨®lica.
Estas visitas son s¨®lo hitos de las m¨²ltiples actuaciones que su eminencia realiz¨® discretamente pero con eficacia para mejorar la situaci¨®n interna e externa de su pa¨ªs.
El cardenal Ortega era un gran patriota, sent¨ªa y viv¨ªa su ¡°cubanidad¡° con orgullo y valent¨ªa, y siempre respond¨ªa con agudeza a las cr¨ªticas no siempre justas dirigidas a su pa¨ªs y a su r¨¦gimen. Era ecu¨¢nime en sus juicios y conoc¨ªa perfectamente las luces y sombras de su pa¨ªs pero eso no le imped¨ªa ignorar las presiones y condenar las consecuencias que su pueblo sufr¨ªa por culpa del embargo y la situaci¨®n de bloqueo ejercida durante tantos a?os por parte de su vecino del norte.
Por ello siempre trat¨® de eliminar esta situaci¨®n. De ah¨ª su empe?o como mediador para finalmente alcanzar el acuerdo hist¨®rico entre el presidente Obama y el presidente Ra¨²l Castro. Me relat¨® todos los pasos secretos dados para alcanzar tal objetivo. Trabajamos juntos para avanzar en este logro diplom¨¢tico pero sin duda su papel fue el definitivo, gracias al apoyo, visi¨®n y direcci¨®n, de su santidad Francisco.
Muchas han sido las complicidades compartidas para resolver cr¨ªsis y problemas que surgieron en las relaciones entre nuestros dos pa¨ªses y entre Cuba y Europa. Sus consejos, su insistencia en que el di¨¢logo era y es el ¨²nico medio para hacer avanzar las cosas y alcanzar resultados, fueron definitivos para ayudar a configurar nuestra acci¨®n diplom¨¢tica hacia Cuba. Ese fue el caso cuando juntos logramos la liberaci¨®n de m¨¢s de cien presos cubanos el 7 de julio de 2010. Su intervenci¨®n fue definitiva y la respuesta del presidente Castro fue positiva.
Mantuvimos nuestro contacto, incluso despu¨¦s de dejar mi responsabilidad como ninistro de Asuntos Exteriores. De hecho me propuso le apoyase en crear una fundaci¨®n que llevase su nombre, Fundaci¨®n Cardenal Jaime Ortega, para acompa?ar las actuaciones socioculturales en Cuba en favor de una juventud cubana deseosa de seguir avanzando en el proceso de reformas iniciado por sus autoridades.
El di¨¢logo fue su convicci¨®n, su fuerza y su determinaci¨®n, junto a su gran ¨¦tica personal y espiritual.
El Cardenal Ortega se inscribe desde hoy en la historia de ese gran pa¨ªs amigo de Espa?a: Cuba.
Amigo, descansa en paz.
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