¡°Fidel Castro editaba mis textos en ¡®Granma¡±
Pablo Socorro redact¨® la versi¨®n oficial del juicio que en 1989 conden¨® a muerte a cuatro oficiales cubanos
El fusilamiento del general de divisi¨®n Arnaldo Ochoa, compartiendo pared¨®n con tres lugartenientes, silenci¨® Cuba el 13 de julio de 1989. Los cuartos de banderas y las calles amanecieron aquel d¨ªa murmurando sobre la fulminante aplicaci¨®n de la pena capital a cuatro servidores de la revoluci¨®n.
No hubo clemencia. En un recinto castrense de La Habana, fueron pasados por las armas un h¨¦roe de la rep¨²blica y tres mandos del Ministerio del Interior y el Ej¨¦rcito con destacada hoja de servicios: el coronel Antonio de la Guardia, el mayor Amado Padr¨®n y el capit¨¢n Jorge Mart¨ªnez. Un tribunal militar especial les sentenci¨® a muerte por alta traici¨®n y narcotr¨¢fico con el cartel de Medell¨ªn.?
Tras las descargas y el tiro de gracia, comenzaron las conjeturas sobre la Causa N? 1 contra 14 hombres acusados de haber afrentado a la patria traficando coca¨ªna con Pablo Escobar y contrabandeando diamantes y marfil desde Angola. Treinta a?os despu¨¦s todav¨ªa se especula sobre las ejecuciones. ?Narcotr¨¢fico y alta traici¨®n o purga preventiva en las Fuerzas Armadas mediante la eliminaci¨®n de su general m¨¢s carism¨¢tico? ?Arrebatar a Estados Unidos la excusa para una intervenci¨®n? ?Prefacio de la Causa N? 2 que condujo al arresto, destituci¨®n o retiro de la direcci¨®n y buena parte de la oficialidad del Ministerio del Interior?
El periodista Pablo Socorro, exmilitante del partido comunista de Cuba, redactor entonces de la Agencia de Informaci¨®n Nacional (AIN) y designado por el Gobierno para escribir las versiones oficiales del proceso, televisado a lo largo de un mes, no tiene certezas pero s¨ª conjeturas. ¡°Estoy convencido de que las verdaderas razones del juicio solo se conocer¨¢n cuando se derrumbe el r¨¦gimen, como ocurri¨® al caer el campo socialista y salir a la luz los archivos y horrores de la KGB y la Stasi¡±, declara a este diario. Abandon¨® Cuba en 1996, recibi¨® asilo pol¨ªtico en Estados Unidos, fue cronista deportivo de la agencia AFP durante 20 a?os y reside en Florida desde su retiro, en 2017.
Socorro fue testigo excepcional y protagonista de la mec¨¢nica utilizada por el v¨¦rtice revolucionario para informar sobre la vista. ¡°Mis conocimientos del caso no iban m¨¢s all¨¢ de lo que dec¨ªa el r¨¦gimen, o me dec¨ªan que escribiera¡±. Sus libretas de notas eran revisadas cada d¨ªa, y Carlos Aldana, jefe del Departamento de Orientaci¨®n Revolucionaria del Comit¨¦ Central, arrancaba las p¨¢ginas con apuntes que cre¨ªa comprometedores. Una de las suprimidas citaba a ¡°Pablo¡±. Las libretas nunca le fueron devueltas, ni ¨¦l las reclam¨®. ¡°Tengo madera de cualquier cosa menos de h¨¦roe¡±.
Algo m¨¢s que narcotr¨¢fico
Pablo Socorro tiene una opini¨®n fundada en su conocimiento de la revoluci¨®n cubana. ¡°Mi tesis es que all¨ª hab¨ªa algo m¨¢s que narcotr¨¢fico. ?l [Fidel Castro] no va a fusilar a su general m¨¢s valioso y a su mano derecha en la inteligencia si no hab¨ªa algo que amenazaba directamente su estatus en el poder¡±. Se refiere al procesamiento del general Jos¨¦ Obrantes en la Causa N? 2. Fue destituido como ministro del Interior por abuso en el cargo, negligencia en el servicio, uso indebido de recursos, cohecho, apropiaci¨®n indebida y tenencia ilegal de armas. Condenado a 20 a?os de c¨¢rcel, muri¨® en prisi¨®n en 1991.
Una docena de libros con versiones diferentes a la oficial han sido publicados desde 1989, pero pocos autores vivieron tan intensamente el caso como Socorro, que menciona la probabilidad de que los condenados cayeran en desgracia ¡°al empezar a hablar mierda sobre Castro y a cuestionar la forma en que estaba llevando el pa¨ªs mientras se desmoronaba la URSS. Se sinti¨® amenazado. No creo que esa gente [Ochoa y los procesados] llegase a hacer nada pero algo estaban preparando. Con solo cuestionar su autoridad fue suficiente. Les cost¨® la vida¡±.
El periodista encargado de redactar la versi¨®n oficial publicada en Granma, ¨®rgano del partido, en Trabajadores, Juventud Rebelde, Bohemia, radio y televisi¨®n caminaba sobre el filo de la navaja en su condici¨®n de amanuense. Formaba parte del equipo que segu¨ªa las actividades del mandatario en la isla cuando se le encomend¨® la peliaguda misi¨®n, controlada personalmente por el Comandante, Fidel Castro. Escrib¨ªa en una m¨¢quina del despacho de Aldana, pero solo el director de la AIN pod¨ªa leer sus cuartillas, que el secretario personal del Jefe, Jos¨¦ Manuel Miyar Chomi recog¨ªa cada 10 o 15 minutos. ¡°En cierta forma, Castro actu¨® como mi editor y censor¡±, recuerda. ¡°Yo tambi¨¦n me autocensuraba. Era como una doble censura. Cuando escrib¨ªa no lo hac¨ªa pensando en los usuarios de la agencia, sino en ¨¦l¡±.
El secretario regresaba al rato ¡°con las cuartillas y las muchas coletillas agregadas por Fidel, a veces p¨¢rrafos enteros. Afortunadamente, no tach¨® ninguno de los escritos por m¨ª¡±. Cada cuartilla devuelta ten¨ªa en el margen inferior las iniciales FCR, iniciales de Fidel Castro Ruz, y su visto bueno. Recibido el nihil obstat, eran entregadas a un capit¨¢n para su traslado a la sede de AIN, donde eran copiadas en cintas de teletipo.
Cuando la cr¨®nica estaba lista, se transmit¨ªa primero a Granma y una hora despu¨¦s, a Radio Reloj. A continuaci¨®n, se preparaban res¨²menes para el resto de medios. Escribir el texto no deb¨ªa llevar m¨¢s de una hora, pues el cierre del peri¨®dico apremiaba. El edec¨¢n recog¨ªa las cuartillas y se las llevaba. ¡°Deb¨ªamos esperar en la oficina la aprobaci¨®n definitiva de Castro o alguna orientaci¨®n suya para el d¨ªa siguiente¡±. Socorro volv¨ªa a casa hacia las dos de la madrugada con los nervios de punta.
Ahora escribe, sin prisas, un libro sobre una experiencia que marc¨® su vida y no pudo compartir con nadie, pues se le prohibi¨®. Sospechando que su comportamiento era vigilado, solo su esposa supo parte de la verdad. Se la cont¨® cuando tuvo la seguridad de que nadie les escuchaba, sentados en unos arrecifes del barrio de Miramar. La reflexi¨®n sobre el futuro de sus dos hijas, que no lo quer¨ªa en Cuba, y el desenga?o pol¨ªtico aceleraron su huida aprovechando un viaje de trabajo a Colorado Spring.
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