La rebeli¨®n de los laicos castiga a la gran derecha de Israel
El malestar ante las imposiciones de los ultraortodoxos impulsa el auge electoral del ultra Lieberman
A los ciudadanos de Ramat Gan, una localidad del interior del ¨¢rea metropolitana de Tel Aviv, les gusta ir a la playa el s¨¢bado, d¨ªa festivo por excelencia en Israel. Pero aquellos de sus 150.000 habitantes que carecen de veh¨ªculo propio no pueden permit¨ªrselo. Como casi toda la actividad econ¨®mica del Estado jud¨ªo, el transporte p¨²blico se paraliza desde el atardecer del viernes hasta el ocaso del d¨ªa siguiente, de conformidad con la prescripci¨®n b¨ªblica. Cuando el Ayuntamiento de Ramat Gan intent¨® establecer este verano un servicio de autobuses para que los vecinos con menos recursos pudieran disfrutar de la cercana costa mediterr¨¢nea, los partidos ultraortodoxos pusieron el grito en el cielo ante la sacr¨ªlega violaci¨®n de la ley religiosa.
El malestar ha crecido entre los israel¨ªes laicos, una mayor¨ªa social en las grandes ciudades de la llanura central del pa¨ªs, durante el ¨²ltimo Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu, apuntalado por la coalici¨®n m¨¢s conservadora de la historia de Israel, en la que la Uni¨®n de la Tor¨¢ y el Juda¨ªsmo, de ultrarreligiosos askenazis, y el Shas, de base sefard¨ª u oriental, son partidos clave. El peso de su influencia fue en aumento conforme avanz¨® la legislatura: si no se respetaba el sabbat, advert¨ªan, retirar¨ªan su apoyo parlamentario al primer ministro. Se lleg¨® a plantear la prohibici¨®n de los encuentros de la liga de f¨²tbol durante el d¨ªa sagrado jud¨ªo. Grupos de fan¨¢ticos recorren las calles del centro de Jerusal¨¦n para maldecir en yidish o judeoalem¨¢n a los imp¨ªos clientes de los caf¨¦s y restaurantes que permanecen abiertos en la festividad.
Los jared¨ªes o temerosos de Dios forman parte de un paisanaje de la Ciudad Santa que hace sonar cuernos para declarar el cierre del pintoresco zoco Mahane Yehuda al inicio del sabbat. Pero cuando los ultraortodoxos afincados en zonas costeras como Ashdod, al sur de Tel Aviv, pretendieron echar el cierre tambi¨¦n a los peque?os supermercados de barrio tolerados en muchas ciudades, los israel¨ªes originarios de la antigua URSS fueron los primeros en rebelarse contra el diktat de los hombres vestidos de negro. Avigdor Lieberman, l¨ªder del partido ultraconservador Israel Nuestra Casa, detect¨® pronto la ola de descontento en su principal caladero de votantes y acab¨® abandonando la coalici¨®n de la gran derecha de Netanyahu a finales de 2018. Con olfato pol¨ªtico, forz¨® la repetici¨®n de los comicios la pasada primavera tras el bloqueo generado en las legislativas del pasado mes de abril. Aleg¨® que el Gobierno no hab¨ªa aprobado la reforma del servicio militar, que ¨¦l mismo impuls¨® desde el Ministerio de Defensa, y vet¨® cualquier pacto de Gobierno con los ultraortodoxos si estos no acataban el alistamiento a filas de los estudiantes de las yeshivas (escuelas talm¨²dicas).
Lieberman ha sido el principal beneficiado en las urnas con su estrategia de defensa del laicismo a ultranza. Pr¨¢cticamente ha duplicado su representaci¨®n en la Kneset, al pasar de cinco a nueve esca?os, y se ha convertido en la fuerza bisagra que posee la llave de la gobernabilidad. El centrista Benny Gantz tambi¨¦n imprimi¨® al final de la campa?a un giro secular a su programa. La presencia de los ultrarreligiosos en un Gobierno de unidad nacional se ve ahora cuestionada, a pesar de que Azul y Blanco se hab¨ªa acercado en el pasado a Uni¨®n para la Tor¨¢ y el Juda¨ªsmo en busca de un entendimiento.
Los cambios demogr¨¢ficos experimentados con las distintas olas migratorias a Tierra Santa desde hace m¨¢s de un siglo han marcado la deriva pol¨ªtica del Israel de hoy. Tras la hegemon¨ªa fundacional askenazi, los jud¨ªos procedentes de Europa oriental construyeron el Estado hebreo y a¨²n constituyen una ¨¦lite social, aunque han cedido terreno ante el aluvi¨®n de inmigrantes mizraj¨ªes (sefard¨ªes u orientales) procedentes de pa¨ªses ¨¢rabes y levantinos tras la creaci¨®n del Estado hebreo en 1948.
El auge parlamentario de los partidos ultrarreligiosos obedece al crecimiento exponencial de sus comunidades, con un promedio de media decena de hijos por familia. En la actualidad, los jared¨ªes representan un 11% de la poblaci¨®n. Las proyecciones demogr¨¢ficas apuntan a que su peso demogr¨¢fico puede triplicarse dentro de tres d¨¦cadas.
La inmigraci¨®n de m¨¢s de un mill¨®n de jud¨ªos procedentes de la antigua URSS en los a?os noventa del siglo pasado reforz¨® la deriva conservadora del Estado hebreo. El volantazo hacia el laicismo dado por Lieberman les ha proporcionado un lugar central como fuerza pol¨ªtica en el complejo crisol de Israel.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.