Momento de definiciones dram¨¢ticas
Tras unos meses de aparente entendimiento, el choque de poderes en Per¨² volvi¨® a activarse, hasta desembocar en la disoluci¨®n del Congreso decretada por el presidente Mart¨ªn Vizcarra
El v¨¦rtigo de la vida pol¨ªtica peruana alcanz¨® un nuevo pico ayer, cuando el presidente Mart¨ªn Vizcarra decret¨® la disoluci¨®n del Congreso. De este modo busca ponerle fin al per¨ªodo de crisis permanente que arranc¨® en 2016, cuando Pedro Pablo Kuczynski (PPK) venci¨® por los pelos a Keiko Fujimori, quien hab¨ªa partido como favorita en aquellas elecciones y obtuvo el control del Congreso, con 73 de 130 esca?os posibles. Alegando un supuesto fraude electoral, Fujimori emprendi¨® una ofensiva parlamentaria contra el Gobierno, contribuyendo a precipitar la renuncia de Kuczynski. Como su vicepresidente, Vizcarra lo sucedi¨® en la presidencia. Tras unos meses de aparente entendimiento el choque de poderes volvi¨® a activarse, hasta desembocar en este desenlace.
La Constituci¨®n faculta al presidente al cierre parlamentario luego de negadas dos cuestiones de confianza (la primera ocurri¨® cuando PPK a¨²n gobernaba). El Ejecutivo hab¨ªa echado mano de este mecanismo para frenar la precipitada renovaci¨®n del Tribunal Constitucional, que la oposici¨®n pretend¨ªa controlar por diversos motivos, como declarar la inconstitucionalidad del acuerdo de colaboraci¨®n entre la justicia y Odebrecht, vital para los avances del cap¨ªtulo peruano del caso Lava Jato. Para esta semana est¨¢ prevista una declaratoria de Jorge Barata (exsuperintendente local de la empresa) donde desclasificar¨ªan los seud¨®nimos de casi 70 sobornados por Odebrecht, incluidos varios congresistas. La decisi¨®n de Vizcarra no est¨¢ libre de pol¨¦mica. El Parlamento no quiso alterar su agenda y primero eligi¨® a un nuevo magistrado constitucional. Al haberse subvertido la materia por la que hab¨ªa presentado la confianza, el presidente asumi¨® una negativa t¨¢cita. Algunos juristas alegan que ¨¦sta debe ser expl¨ªcita.
El anuncio puso en marcha una sucesi¨®n de confusos acontecimientos. Mientras Vizcarra decretaba su disoluci¨®n, el Congreso someti¨® a votaci¨®n la confianza y la aprob¨®. Aferr¨¢ndose a la interpretaci¨®n legal que lo favorec¨ªa, m¨¢s tarde decret¨® la vacancia de Vizcarra por incapacidad moral y procedi¨® a la juramentaci¨®n de la vicepresidenta Mercedes Ar¨¢oz. Dependiendo del cristal con que se mirara, Per¨² presentaba tres escenarios: era un pa¨ªs donde coexist¨ªan dos presidentes, Vizcarra era presidente y el Congreso estaba disuelto o Ar¨¢oz era presidenta y Vizcarra hab¨ªa dado un golpe saldado con su vacancia.
A medida que las horas pasaron, la realidad pareci¨® despejar algunas dudas. Por un lado estuvieron las marchas ciudadanas que se reprodujeron en las principales ciudades para celebrar la disoluci¨®n de un Congreso masivamente desaprobado. Adem¨¢s del apoyo de la calle, Vizcarra cont¨® con el expreso reconocimiento de los Comandantes de las Fuerzas Armadas y la Polic¨ªa como su jefe supremo. Aunque el Gobierno parece llevar ventaja, los parlamentarios de la oposici¨®n siguen tratando de recuperar terreno. Una de las disputas m¨¢s importantes, qu¨¦ duda cabe, se jugar¨¢ en el frente internacional, que de momento mira absorto cuanto ocurre en Per¨².
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