El Ej¨¦rcito iraqu¨ª declara el toque de queda en Bagdad por las protestas antigubernamentales
Cerca de 80 personas han muerto en Ias manifestaciones de Irak desde que se reanudaron el viernes y al menos 230 durante el mes de octubre
Miles de estudiantes universitarios y de secundaria se han unido este lunes a las protestas antigubernamentales que sacuden Irak, desafiando las advertencias de las autoridades. El primer ministro, Adel Abdelmahdi, ha respondido intensificando la presencia de las fuerzas de seguridad en las calles y decretando un toque de queda en la capital, Bagdad, de medianoche a seis de la ma?ana ¡°hasta nuevo aviso¡±. La medida se produce despu¨¦s de los ¨²ltimos cuatro d¨ªas de manifestaciones que las autoridades no han logrado acallar ni con promesas de reformas, ni con una controvertida respuesta policial que dejado casi 80 muertos desde el pasado viernes (y 230 en lo que va de mes) en todo el pa¨ªs.
¡°El pueblo quiere la ca¨ªda del r¨¦gimen¡±, corean varios centenares de estudiantes de diversos centros por las calles del barrio de Al Mansur, repitiendo el lema que popularizaron las revueltas de la primavera ¨¢rabe. Con todas las diferencias que los analistas quieran encontrar, hay factores concurrentes: una poblaci¨®n muy joven (el 60 % de los 39 millones de iraqu¨ªes tiene menos de 25 a?os) y una enorme frustraci¨®n ante la falta de expectativas de futuro en un pa¨ªs que es el tercer exportador de petr¨®leo del mundo.
M¨¢s all¨¢ de los esl¨®ganes, los chavales tienen claras sus reclamaciones. ¡°Para obtener una buena puntuaci¨®n en la Selectividad, nuestros padres tienen que pagarnos clases particulares porque la ense?anza que recibimos es muy mala¡±, explica Fedek. ¡°Incluso con notas altas, no te aseguras plaza en la carrera que te gusta y estudies lo que estudies, sin enchufe no encuentras trabajo¡±, apunta Safa. Ambas tienen 17 a?os y les gustar¨ªa hacer Medicina.
La huelga, asegura Mohamed Beshar, es indefinida. A sus 16 a?os, tiene claro que quiere estudiar Farmacia para poder abrir una botica y no depender del providencial trabajo en la administraci¨®n. Ni a ¨¦l ni a los compa?eros que le acompa?an les impresiona la amenaza del primer ministro de ¡°sancionar con severidad a cualquiera que pierda d¨ªas de trabajo o de clase¡±.
Soldados frente a estudiantes
¡°El Gobierno nos tiene miedo¡±, responde Zahra, una ingeniera en paro de 25 a?os cuando se le pregunta por la presencia de los soldados en la calle. Pero su aparente firmeza apenas esconde el temor que siente. A ella y a sus tres compa?eras, los militares les han obligado a bajar del autob¨²s porque llevaban banderas iraqu¨ªes.?Tambi¨¦n cuentan que han visto c¨®mo pegaban con bastones a varios chicos. ¡°?Es cierto que van a detenernos cuando lleguemos a Al Nisur?¡±, pregunta inquieta. No habr¨¢ ocasi¨®n porque no podr¨¢ llegar.
¡°?Para qu¨¦ queremos la educaci¨®n, si no tenemos futuro? Incluso si perdemos el curso, habremos ganado 50 a?os¡±, defienden con una seriedad impropia de su edad. Aunque sus profesores no les han dado permiso para manifestarse, dicen que sus padres lo aprueban porque tambi¨¦n ¡°quieren que cambie el sistema pol¨ªtico¡±. La indignaci¨®n con las elites gobernantes se basa en cifras: desde el derribo de Sadam Husein en 2003, la corrupci¨®n se ha tragado 400.000 millones de euros, dos veces el producto interior bruto de Irak, seg¨²n datos oficiales.
Frente a los j¨®venes estudiantes, sorprende ver tres veh¨ªculos militares cargados de soldados y una tanqueta. Varias colegialas de uniforme se hacen fotos con ellos, que sonr¨ªen complacidos. Alguno incluso ondea un bander¨ªn con la ense?a nacional, convertida en s¨ªmbolo de una protesta que intenta dejar atr¨¢s el sectarismo.
¡°Estamos aqu¨ª para proteger a quienes se manifiestan¡±, declara a este diario el responsable del destacamento. ¡°Nuestro coraz¨®n est¨¢ con ellos¡±, asegura. Pero el ambiente festivo es enga?oso. S¨®lo unas calles m¨¢s al sur, las fuerzas de seguridad impiden el acceso a la plaza de Al Nisur (Las ?guilas) y han rodeado con vallas el monumento que le da nombre para evitar que los estudiantes m¨¢s j¨®venes y, sobre todo, las estudiantas, la conviertan en una Tahrir bis ante el peligro que supone para ellos acudir a la plaza de la Independencia.
All¨ª, los manifestantes agradecen el apoyo de los estudiantes. ¡°Significa mucho para nosotros, especialmente despu¨¦s de que el s¨¢bado por la noche la polic¨ªa amenazara con desalojarnos por la fuerza¡±, afirma Monzer, un obrero en paro que asegura no haber podido cursar m¨¢s all¨¢ del bachillerato por falta de recursos. Los grupos de universitarios se asoman por el sur bajo el monumento que conmemora el nacimiento de la Rep¨²blica de Irak. Es el extremo m¨¢s alejado del puente de Al Yumhuriya (La Rep¨²blica), desde donde los antidisturbios disparan granadas aturdidoras y gases lacrim¨®genos para impedir el paso de los indignados hacia la Zona Verde, emblema de la desconexi¨®n de los gobernantes con la sociedad.
¡°El toque de queda s¨®lo va a provocar que las protestas se extiendan por toda la ciudad como ya ocurri¨® en la primera semana de octubre¡±, lamenta un diplom¨¢tico europeo en medio de las c¨¢balas sobre cu¨¢nto m¨¢s va a durar Abdelmahdi al frente del Gobierno. Otros temen que facilite el desalojo de Tahrir.
Es dif¨ªcil calcular cu¨¢ntos manifestantes hay en la plaza porque su n¨²mero aumenta a lo largo del d¨ªa, aunque la mayor¨ªa se va a casa a dormir. Los m¨¢s experimentados llevan cuatro noches acampados bajo los soportales de las calles adyacentes y est¨¢n dispuestos a seguir ¡°lo que haga falta¡±. Una red de solidaridad formada por madres y abuelas se ocupa de llevarles agua y comida, sin arredrarse ante las continuas detonaciones. Las mascarillas que reparten los voluntarios no evitan el intenso picor que produce el gas lacrim¨®geno, seg¨²n los manifestantes ¡°caducado en 2014¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.