Nawal Ben Aisa: La activista del Rif que se enfrenta a Mohamed VI
De s¨ªmbolo de las protestas en la regi¨®n m¨¢s deprimida de Marruecos a asilada en los Pa¨ªses Bajos, esta ama de casa lucha por mantener viva su causa
Si no fuera porque ella misma afirma que nunca hab¨ªa subido antes a una bici, la imagen de Nawal Ben Aisa, de 38 a?os, pedaleando con su hijo peque?o en el sill¨ªn de atr¨¢s, pasar¨ªa desapercibida en Maastricht, la hist¨®rica ciudad del sur de los Pa¨ªses Bajos donde vive desde que, en febrero de 2020, el Gobierno neerland¨¦s le concediera asilo pol¨ªtico. Sin embargo, la vida de Nawal se ha llenado de primeras veces en los ¨²ltimos meses. Sin filiaci¨®n pol¨ªtica o sindical, se define como ¡°un ama de casa cualquiera¡±, que en 2018 se transform¨® en la abanderada de las protestas del Hirak (Movimiento popular) del Rif, nacidas dos a?os antes para reclamar mejoras econ¨®micas y sociales en esta desfavorecida regi¨®n del norte de Marruecos. Nawal dice que tuvo ¡°que tomar el relevo de las demandas esenciales de trabajo, educaci¨®n y sanidad impulsadas por Nasser Zafzafi en Alhucemas¡±, y espera que ¡°el movimiento siga adelante, porque solo reclamamos derechos humanos universales¡±. Sentada en una cafeter¨ªa, admite a su vez que ¡°para lograr cambios en todo el pa¨ªs es preciso unirse, porque ahora, en Marruecos, hablas y te detienen¡±.
Nawal tiene muchas ganas de hacer cosas, y eval¨²a con realismo lo ocurrido. ¡°He dejado atr¨¢s a mis otros tres hijos, dos chicos y una chica, de entre 16 y 11 a?os, y a mi marido; a mis padres y a mis suegros. Toda mi vida y mi patria. Europa es hermosa, pero nunca imagin¨¦ que tendr¨ªa que abandonar mi hogar por pedir un hospital contra el c¨¢ncer, o mejoras educativas. Los j¨®venes del Rif no tienen futuro por culpa del paro y se han ido marchando a Francia o Espa?a. Pero repito que yo solo soy un ejemplo de miles de mujeres, y espero poder continuar el movimiento desde aqu¨ª, porque hay mucha gente que quiere ayudar¡±. Animada por Nasser Zafzafi, l¨ªder de las protestas en Alhucemas, la poblaci¨®n rife?a se levant¨® en 2016 tras la muerte de Mouhcine Fikri, un vendedor de pescado triturado en un cami¨®n de basura cuando trataba de impedir que le confiscaran su mercanc¨ªa. Cuando Zafzafi fue detenido y condenado a 20 a?os de c¨¢rcel en 2018, Nawal se convirti¨® en el rostro de las manifestaciones.
¡°En una sociedad conservadora como la nuestra, una mujer al frente de una concentraci¨®n resulta muy llamativo, aunque no pens¨¦ que me detuvieran porque no me considero una pol¨ªtica. Reclamamos derechos que todo el mundo entiende, y amamos la libertad. No es justo que hayan encarcelado a tantos activistas por algo as¨ª¡±. La sencillez de Nawal es tambi¨¦n su modelo de fortaleza. Reconoce ¡°un dolor inmenso de coraz¨®n cuando mi hija pregunta que por qu¨¦ no regreso a casa¡±, y hace votos por traerse a su familia ¡°cuando pueda, porque ahora tengo un permiso de residencia de un a?o y vivo en un centro para solicitantes de asilo a la espera de una casa¡±, al tiempo que descalifica al rey, Mohamed VI. El centro donde permanece de forma temporal junto a su hijo, situado a pocos minutos del centro de Maastricht, tiene capacidad para unas 250 personas. El edificio albergaba las antiguas oficinas de la compa?¨ªa de computadoras Macintosh, que han sido acondicionadas. Ella dispone de una habitaci¨®n con dos camas, una mesa, sillas y armario. El resto de los servicios son compartidos con las dem¨¢s familias en busca de asilo, y una parte est¨¢ reservada para menores no acompa?ados. La estancia m¨¢xima es de 5 a?os.
¡°Ojal¨¢ haya un movimiento en todo Marruecos, porque este es un rey fallido¡±, afirma. Se le escapa entonces un suspiro y una sonrisa, y se explica. ¡°El Rif ha estado siempre deprimido y oprimido, y nos contaron cosas muy duras de Hassan II [el padre de Mohamed VI], as¨ª que ten¨ªamos confianza en su hijo cuando le sucedi¨®. Cre¨ªmos que har¨ªa algo por la regi¨®n, pero no ha impedido nuestro sufrimiento. Por eso lo llamo fallido¡±.
De no ser por la postura del monarca, ella cree que no habr¨ªa tenido que abandonar su pa¨ªs, y relata con tiento su salida clandestina de Marruecos. ¡°Fue v¨ªa Tetu¨¢n y Ceuta. Para cruzar la frontera tuve que pagar [prefiere no decir la cantidad ni hacer p¨²blica la manera en que lo hizo]. Luego fui Algeciras y Madrid, y m¨¢s tarde, en avi¨®n, a ?msterdam. No llam¨¦ a mi familia hasta que estuve en Madrid¡±, dice, emocionada, porque no sab¨ªa si seguir adelante. ¡°No me pod¨ªa quedar. Me arrestaron varias veces y fui condenada a 10 meses de c¨¢rcel [que no cumpli¨® al huir] y el acoso alcanzaba ya a mi entorno¡±.
Pudo pedir asilo en los Pa¨ªses Bajos porque ten¨ªa un visado. Este documento le fue expedido para dar una charla en ?msterdam a la que las autoridades marroqu¨ªes le prohibieron asistir, pero segu¨ªa vigente cuando decidi¨® dejar su pa¨ªs. ¡°El Gobierno neerland¨¦s [cerca del 80% de sus 400.000 ciudadanos originarios de Marruecos proceden el Rif] ha sido valiente al reconocer que hay un problema con los derechos humanos en Marruecos¡±, apunta. Y la verdad es que su caso es singular: Marruecos figura en la lista de los considerados seguros por el Ejecutivo de Pa¨ªses Bajos, por lo que no se suele contemplar el refugio por motivos pol¨ªticos, como ha ocurrido en el caso de Nawal.
Durante la charla, el hijo se duerme, y ella recuerda que el chico ¡°se levanta a las siete de la ma?ana para ir a la escuela y ya empieza a hablar neerland¨¦s¡±. ¡°Yo tambi¨¦n debo aprenderlo¡±, reconoce, a punto de marchar. En la despedida, afirma serena ser una persona realista que mantiene ¡°la esperanza de que el mundo entero haga algo por el Rif, y por Marruecos, en general¡±.
Este s¨¢bado, Nawal contar¨¢ por primera vez su historia en los Pa¨ªses Bajos, en persona y en p¨²blico, en De Balie, la emblem¨¢tica sala de debate de ?msterdam.
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