Que el lazo que nos une no parezca la soga que¡
La negociaci¨®n de la UE no debe olvidar ni en la forma ni en la substancia que en ambos bandos hay quienes entrev¨¦n en ella un yugo
La misma cuerda puede ser vista como el elemento esencial y salv¨ªfico para una cordada de alpinistas que avanza en una ardua escalada o como la soga que ata en corto e, incluso, ahorca injustamente. En la inmensa crisis que tan solo acaba de empezar, la Uni¨®n Europea afronta el reto de ser eficazmente lo primero sin dar en ning¨²n momento a nadie la oportunidad de percibirla como lo segundo.
Las anteriores crisis de lo que va de siglo XXI, ni siquiera comparable a la actual en cuanto a magnitud, ya provocaron importantes t...
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La misma cuerda puede ser vista como el elemento esencial y salv¨ªfico para una cordada de alpinistas que avanza en una ardua escalada o como la soga que ata en corto e, incluso, ahorca injustamente. En la inmensa crisis que tan solo acaba de empezar, la Uni¨®n Europea afronta el reto de ser eficazmente lo primero sin dar en ning¨²n momento a nadie la oportunidad de percibirla como lo segundo.
Las anteriores crisis de lo que va de siglo XXI, ni siquiera comparable a la actual en cuanto a magnitud, ya provocaron importantes temblores de euroescepticismo. Esta tiene el potencial para dejar todo en escombros. En el fragor de la negociaci¨®n, no puede olvidarse que hay mucho p¨²blico que ya entrev¨¦ una soga y, adem¨¢s, que lo hay en todos los bandos. En el sur que espera ayuda; pero tambi¨¦n en el norte que ve con inquietud asumir pesos ajenos. Ah¨ª puede gestarse una futura implosi¨®n de la Uni¨®n. Por ello no solo es fundamental que se hallen compromisos eficaces, sino tambi¨¦n que en el largo recorrido negociador los l¨ªderes eviten dar argumentos a los de la soga con ret¨®ricas encendidas, l¨ªneas rojas que probablemente no se podr¨¢n defender, etc.
El arranque de la crisis fue p¨¦simo en ese sentido. Declaraciones incendiarias ¡ªlas del ministro de Finanzas holand¨¦s fueron calificadas de repugnantes por el primer ministro portugu¨¦s¡ª, posiciones maximalistas ¡ªRoma: o eurobonos o nada¡ª. Los ¨²ltimos d¨ªas muestran s¨ªntomas de mejora: primero un compromiso en el seno del Eurogrupo para las medidas m¨¢s urgentes; despu¨¦s, una actitud de trabajo m¨¢s serena y constructiva en la cumbre de este jueves, que fija un consenso en la intenci¨®n de crear un consistente fondo de reconstrucci¨®n.
Hasta ah¨ª las buenas noticias. A partir de ah¨ª el recorrido negociador se presenta dif¨ªcil como nunca y la tentaci¨®n de pulsos brutales y ret¨®ricas incendiarias estar¨¢ detr¨¢s de cualquier esquina.
Las discrepancias lo ata?en todo: el tama?o del fondo, c¨®mo financiarlo, c¨®mo distribuir las ayudas. Simplificando, el suroeste pide m¨¢s de un bill¨®n, con endeudamiento de las instituciones comunitarias y desembolsos en forma de subvenciones; los austeros del norte querr¨ªan menos tama?o y pr¨¦stamos. Se entrev¨¦ una zona de aterrizaje con un fondo de alrededor del bill¨®n de euros y una mezcla de subvenciones y pr¨¦stamos.
El sur ha perdido la batalla de la mutualizaci¨®n de la deuda; el norte ha accedido a acciones de tama?o considerable y desvinculadas de condiciones opresivas.
El sur tiene argumentos. La pertenencia a la zona euro elimina la independencia en la pol¨ªtica monetaria y las posibilidades que ella conlleva (el Banco de Inglaterra ha decidido entregar directamente dinero al Gobierno¡); la pertenencia al mercado com¨²n hace que ¡ªcon las pol¨ªticas de control de las ayudas del Estado a las empresas pr¨¢cticamente voladas¡ª los Ejecutivos con mayor solidez fiscal puedan sostener mejor sus empresas y sacar una brutal ventaja competitiva en el futuro. Estas y otras circunstancias contribuyen a que haya una leg¨ªtima expectativa de que la Uni¨®n sea parte relevante de la soluci¨®n.
El norte tambi¨¦n tiene sus argumentos. No hay ning¨²n motivo legal o moral que impusiera la mutualizaci¨®n de la deuda como soluci¨®n ¨²nica: hay otras. Despu¨¦s, la estabilidad fiscal no es un regalo del cielo, sino fruto de decisiones prudentes durante d¨¦cadas. Ella no implica, per se, una obligaci¨®n moral de ayudar a fondo perdido y en tama?os enormes.
La desesperaci¨®n del momento no debe hacer perder de vista el pragmatismo m¨¢s obvio: un colapso del sur no est¨¢ en el inter¨¦s estrat¨¦gico del norte; y el sur no deber¨ªa desestimar el rechazo popular de ciertas medidas en el norte. El Reino Unido ya se fue. Otros podr¨ªan en el futuro, en el sur o en el norte, o toda la UE podr¨ªa sufrir un gran repliegue. Toca ir como acr¨®batas. La cuerda que salva es el pragmatismo y la comprensi¨®n del otro. La soga que ahorca un poco m¨¢s cada d¨ªa es pensar demasiado en s¨ª mismos. En este tiempo oscuro, lo mismo vale en las familias y en las relaciones humanas. Es muy obvio y muy dif¨ªcil. Toca ser acr¨®batas sin salir de casa.