Londres desenvaina
Salvo un inesperado milagro, ser¨¢ imposible que en el mes de junio las distancias se hayan acortado entre la Uni¨®n Europea y el Reino Unido
El canal de la Mancha se est¨¢ convirtiendo en un oc¨¦ano. Tras la fracasada ronda negociadora Uni¨®n Europea-Reino Unido sobre su futura relaci¨®n bilateral, el clima y los t¨¦rminos del debate est¨¢n m¨¢s enrarecidos que nunca.
Salvo un inesperado milagro, ser¨¢ imposible que en el mes de junio las distancias se hayan acortado, de manera que Londres decidir¨¢ si su ¡°foco de atenci¨®n abandona las negociaciones y se concentra solo en continuar los p...
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El canal de la Mancha se est¨¢ convirtiendo en un oc¨¦ano. Tras la fracasada ronda negociadora Uni¨®n Europea-Reino Unido sobre su futura relaci¨®n bilateral, el clima y los t¨¦rminos del debate est¨¢n m¨¢s enrarecidos que nunca.
Salvo un inesperado milagro, ser¨¢ imposible que en el mes de junio las distancias se hayan acortado, de manera que Londres decidir¨¢ si su ¡°foco de atenci¨®n abandona las negociaciones y se concentra solo en continuar los preparativos dom¨¦sticos¡± para una ruptura ca¨®tica, sin mediar pacto, como propugna su biblia negociadora, The future relationship with the EU, the UK approach to negotiations, reci¨¦n publicada.
La persistencia de esa amenaza, que reza en el frontispicio del manual (punto 9), se ha duplicado en las ¨²ltimas horas. Como si su prop¨®sito fuese precipitar asap (cuanto antes) la ruptura definitiva. Y poder enmascarar as¨ª la grave recesi¨®n que provocar¨¢ este Brexit sin retorno, dentro de la envolvente crisis econ¨®mica provocada por la pandemia. Que es erga omnes, para todos, y por tanto menos susceptible de atribuci¨®n de culpabilidades.
De modo que el negociador Michael Frost dirigi¨® el martes una dura carta abierta a su hom¨®logo europeo, Michel Barnier, algo ins¨®lito si hay voluntad de llegar a buen puerto. Frost apela a otros acuerdos comerciales de la UE con Canad¨¢, Noruega, Jap¨®n, Australia, Nueva Zelanda o Corea, seg¨²n m¨¢s le beneficien en cada caso, en la cl¨¢sica t¨¦cnica del cherrypicking, escoger cerezas a placer. Y se queja de que la UE se lo impida, critica que le reclame atenerse a las reglas de competencia empresarial que ha compartido durante cuatro d¨¦cadas; reniega de cualquier ¡°alineamiento regulatorio¡± contra lo que hab¨ªa asumido el Reino Unido en tiempos de Theresa May y dice que se le ofrece un tratado, ay, ¡°de baja calidad¡±.
Ese texto consagra una escalada. La Comisi¨®n abri¨® el jueves de la semana pasada expediente a Londres por presuntas restricciones a la libre circulaci¨®n de personas. Concordaba con una anterior denuncia parlamentaria que acusaba al Gobierno de Boris Johnson de imponer ¡°obst¨¢culos significativos¡± para su tratamiento en la pandemia. El jefe de Gabinete de Johnson, Michael Gove, lanz¨® tambi¨¦n una carta p¨²blica acusando a varios Gobiernos europeos de no facilitar a sus residentes brit¨¢nicos el papeleo para consolidar su situaci¨®n en el futuro.
Pero no hay empate. Para muestra, un bot¨®n de los planes de los conservadores. Acaban de aprobar en los Comunes una nueva ley migratoria, que regir¨¢ desde 2021, que considera ¡°incapacitados¡± para ser acogidos como residentes a profesionales de excepci¨®n. A los que est¨¢n hoy en primera fila del servicio p¨²blico sanitario ¡°como el personal del Servicio Nacional de la Salud o los trabajadores en las residencias¡± geri¨¢tricas, denunci¨® el diputado laborista Nick Thomas-Symonds.
Tampoco hay empate a la hora de concretar el protocolo pactado el a?o pasado sobre el futuro de Irlanda del Norte. Era el asunto estrella de la negociaci¨®n, y la principal modificaci¨®n que Johnson efectu¨® al acuerdo de retirada pactado por su predecesora, lo que ya indicaba cu¨¢n de fiar son las posiciones de su Gobierno. El viejo pacto dejaba claro que Irlanda del Norte seguir¨ªa adscrita al mercado interior europeo; Johnson propuso una f¨®rmula anterior que antes denostaba: establecer una l¨ªnea de controles aduaneros entre la isla y los condados irlandeses del Norte, lo que le vali¨® el disgusto de los unionistas.
Pues bien, ahora pretende que eso ¡°no implique ninguna infraestructura aduanera nueva¡±: por un lado, parece positivo, en cuanto asume que la habr¨¢ (aunque sea la vieja fitosanitaria); por otro, plantea que los intercambios se sometan ¡°a algunos controles limitados¡± m¨ªnimos para preservar el mercado interior¡ brit¨¢nico. Pero la cuesti¨®n es pr¨ªstina: o hay aduana, o no. Para forzar las coincidencias, la secretaria de Comercio, Liz Truss, acaba de anunciar un despliegue arancelario¡ que por vez primera incluir¨ªa a los socios de la UE si no media acuerdo. Del proyecto de gravar solo al 60% de las importaciones brit¨¢nicas, se sube el list¨®n al 87%. Y entre ellas, los autom¨®viles (tarifa del 10%) y el grueso de los productos de la huerta mediterr¨¢nea, incluidos los c¨ªtricos, con tarifas del mismo rango. As¨ª que Londres ha desenvainado.