¡°Ni la comunidad internacional ni nosotros pensamos que pod¨ªa ocurrir un genocidio en Srebrenica¡±
Olaf Nijeboer, veterano del batall¨®n de cascos azules de Pa¨ªses Bajos que proteg¨ªa el enclave bosnio, considera que la ONU fall¨® cuando pidieron ayuda para las v¨ªctimas
El exgeneral serbobosnio Ratko Mladic entr¨® en Srebrenica un 11 de julio de 1995 flanqueado por sus tropas y acompa?ado por su propio equipo de televisi¨®n. Sonri¨®, reparti¨® caramelos entre los ni?os, y les quit¨® los dulces de las manos en cuanto las c¨¢maras se apagaron. Eran el enemigo, lo mismo que el resto de los civiles refugiados en una zona declarada segura por la ONU, que envi¨® a la ciudad bosnia a los cascos azules, sus fuerzas de paz. Estados Unidos, Francia y el Reino Unido rechazaron la misi¨®n, asumida al final por Pa¨ªses Bajos. Este s¨¢bado se conmemora el 25 aniversario del genocidio perpetrado por Mladic, -hoy cumple cadena perpetua en La Haya- y sus soldados al aniquilar a unos 8.000 varones bosniacos (los bosnios musulmanes). En 2002, 15 a?os despu¨¦s del horror, el Gobierno de los Pa¨ªses Bajos acept¨® su responsabilidad moral, que no la culpa por lo ocurrido, y dimiti¨®. Hoy faltan todav¨ªa por enterrar un millar de cuerpos, y el batall¨®n neerland¨¦s destacado en la zona sigue arrastrando el estigma de la cobard¨ªa por no haber protegido a los civiles.
¡°Un genocidio¡ creo que ni la comunidad internacional, ni nosotros, soldados, pensamos que pudiera suceder¡±, afirma Olaf Nijeboer, uno de los miembros del Dutchbat III, nombre oficial del batall¨®n neerland¨¦s que estuvo tres veces en la antigua Yugoslavia. Nijeboer ten¨ªa entonces 22 a?os y admite que lo ocurrido en Srebrenica atormenta a estos veteranos. Prueba de esto es el estr¨¦s postraum¨¢tico que padece un 30% de ellos. ?l apunta a dos explicaciones: negligencia de las autoridades y verg¨¹enza para pedir ayuda. ¡°La ONU traicion¨® a Srebrenica, y a nosotros, porque no hizo nada cuando cay¨® en manos serbias¡±, sostiene.
¡°Es cierto que cometimos errores en una situaci¨®n espantosa, pero fuimos entrenados para vigilar el alto el fuego entre serbios, bosnios y croatas, y lo que encontramos fueron unos 40.000 refugiados entre Potocari y Srebrenica, las dos ciudades del enclave, rodeados por 5.000 soldados serbios¡±, relata en conversaci¨®n telef¨®nica la v¨ªspera del aniversario. ¡°Cuando Mladic entr¨® el 11 de julio, despu¨¦s de un largo acoso, miles de hombres bosniacos trataron de huir a Tuzla, situada a unos 100 kil¨®metros y fuera de nuestra zona asignada, pero los serbios les capturaron. Unos 6.500 perecieron tiroteados o tras oponer resistencia con las armas que ten¨ªan¡±, recuerda Nijeboer, que se?ala que cerca de 25.000 personas accedieron despu¨¦s a la base, y que de ellas, 1.500 eran hombres. ¡°Mladic dijo que buscaba a criminales de guerra varones y los separ¨® de las mujeres y los ni?os, a los que meti¨® en autobuses. Los hombres ser¨ªan asesinados en otros lugares¡±, a?ade.
No todos los autobuses llegaron a su destino fuera de Srebrenica. Otros cascos azules han declarado que sus ocupantes, civiles indefensos, debieron ser asesinados y las mujeres primero violadas. Y el reproche a los soldados neerlandeses no es tanto por la ca¨ªda de Srebrenica, como por lo ocurrido luego con los que buscaron seguridad en la base. Tambi¨¦n por no dar la voz de alarma ante lo que estaba ocurriendo con la poblaci¨®n, seg¨²n ha resumido el periodista Frank Westerman en su libro De slag om Srebrenica (La batalla de Srebrenica). El 14 de julio de 1995 fueron sacados los ¨²ltimos refugiados del recinto de la base. Entre ellos quedaban 350 hombres que murieron asesinados. El Tribunal Supremo neerland¨¦s consider¨® en 2019 al Estado responsable en un 10%, de estas muertes porque el Dutchbat III ¡°les neg¨® la oportunidad, aunque fuera escasa, de escapar del Ej¨¦rcito serbobosnio¡±.
Nijeboer sabe que las im¨¢genes de este ¨²ltimo grupo siendo entregado a sus verdugos tambi¨¦n se vieron a escala internacional. Por eso remacha que la ONU se desentendi¨®. ¡°Pedimos apoyo a¨¦reo y terrestre y solo hubo silencio. Mientras, se negociaba el reparto de Bosnia y Croacia en los despachos, y enclaves como Srebrenica eran un problema para la paz. Los primeros d¨ªas del asalto, a partir del 6 de julio, respondimos a los ataques. Despu¨¦s, Naciones Unidas nos dijo que no se pod¨ªa disparar a matar. Y cuando los refugiados entraron en la base, abrir fuego contra los serbios habr¨ªa provocado m¨¢s muertes incluso. Era un dilema moral que sacaba de quicio, y da la sensaci¨®n de que los 8.000 hombres fueron asesinados mientras mir¨¢bamos. No es verdad¡±, dice.
El ex casco azul fue herido en un ataque serbio y no estuvo presente en la evacuaci¨®n, pero asegura que solo se dieron por hecho los malos tratos contra los varones. Y a?ade con cuidado lo siguiente: ¡°Para los militares, no es extra?o separar a los hombres de las mujeres en un conflicto armado. Se hace para ver qui¨¦n es soldado y qui¨¦n civil. Pero lo atroz es que Mladic no respet¨® las Convenciones humanitarias de Ginebra en tiempos de guerra. Si bien encontramos gente acribillada, solo cuando Estados Unidos observ¨® en las im¨¢genes de sat¨¦lite que hab¨ªa tierra removida y nadie en la zona, se pens¨® en lo peor. Y eso fue a finales de julio¡±.
Poco antes de la evacuaci¨®n, Thom Karremans, el teniente coronel al mando de Dutchbat III, se reuni¨® con Mladic en Bratunac, aunque no sab¨ªa que hablar¨ªa con ¨¦l. ¡°Los serbios degollaron primero a un cerdo delante de ¨¦l, con la advertencia de que el siguiente ser¨ªa un casco azul. Y 30 de los nuestros eran entonces rehenes de Mladic. Cuando entraron los serbios, ya solo ¨¦ramos 350, porque desde marzo hab¨ªan impedido el regreso de los que sal¨ªan de permiso, y reducido el suministro de comida, agua, gasolina y munici¨®n. Imag¨ªnese el estado de la gente. La compensaci¨®n por las v¨ªctimas corresponde a la ONU, pero es inviolable¡±, afirma. El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia ha condenado a cadena perpetua a Mladic, y a su jefe pol¨ªtico, Radovan Karadzic.
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